El intendente Miguel Lifschitz presentó ayer las nuevas unidades de transporte urbano de pasajeros que, además de facilitar el ingreso a las personas que utilizan silla de ruedas para desplazarse, dejaron oficialmente restaurado el proyecto de la red troncal del transporte urbano de la ciudad. Se trata, en concreto, de 60 nuevas unidades que se incorporarán de aquí hasta fin de año a todo el sistema con una nueva –y manual– rampa para el ingreso de personas con capacidades diferentes. Los colectivos, de piso bajo, también tienen un sistema que los “inclina” para hacer más efectivo el ascenso y descenso, y con modificaciones en el interior de los ómnibus para hacer más cómodo y seguro el viaje. A la par se presentó en público una segunda unidad: es el servicio diferencial, con calefacción y aire acondicionado y que sólo llevará a pasajeros sentados en sus 45 butacas con forma anatómica y apoyacabezas. Estas unidades, están pensadas para el servicio troncal, que en su primera puesta en marcha recorrerá la ciudad de norte a sur. A diferencia del servicio normal, los diferenciales tendrán paradas cada cinco cuadras –acelerando así el recorrido troncal– y no se detendrán cuando estén completos. Aunque las distancias son notorias, de algún modo hacen acordar al viejo tranvía.
La presentación en público de las flamantes unidades –cuestan 400 mil pesos el servicio común para discapacitados y 600 mil el diferencial, refirió el propio intendente Lifschitz– se hizo en la víspera de que comenzara a regir el aumento del pasaje urbano –desde la cero hora de hoy cuesta 3,80 pesos la tarjeta 2 viajes; 10,80, la de 6 viajes; 2 pesos el boleto ocasional con cambio justo y monedas, y 90 centavos el medio boleto estudiantil– y de la puesta en vigencia de la tarjeta “laboral” de “uso frecuente” que conserva el valor de 1,60 peso por viaje. De hecho ésta, ya antes de debutar, quedó envuelta en polémica: concejales de la oposición elevarán hoy pedidos de informes, quejándose de que en su implementación el Ejecutivo estaría incumpliendo la ordenanza legislativa que la creó. Desde un sector, los ediles Norma López y Fernando Rosúa cuestionan que cada tarjeta de ocho viajes tenga sólo validez por ocho días, cuando se aprobó que fueran 30 días y ellos pretendían 60; y el radical Jorge Boasso disparó contra la “traba” de que, para expenderla, se pidan datos personales como nombre, DNI y teléfono (ver aparte).
Así las cosas, el “nuevo” sistema de transporte, que en las próximas etapas contempla la tarjeta recargable “sin contacto” –en algún momento deberá poder ser alimentada a través de cajero automático, internet y otras variantes– y que el pasajero sepa dónde está su colectivo enviando un mensaje de texto a través de su celular, ya arranca con escaramuzas.
Ello no impidió, de igual modo, que los concejales que presenciaron la presentación de las unidades –entre ellos López, Rosúa, Boasso y la oficialista Clara García– miraran sonrientes las nuevas unidades, cuyos beneficios se pusieron a prueba ante periodistas y fotógrafos.
Con todo, acaso el dato que más interesa –y precisamente el que generó polémica– es el de la tarjeta laboral. Estas pueden adquirirse en 55 puntos de venta de la ciudad y solamente en ellos: dependencias del Banco Municipal, los centros municipales de distrito, reparticiones como la Aduana, Tránsito y los cementerios El Salvador y La Piedad, y en las 28 cabinas de expendio manual de tarjetas magnéticas, que funcionan de 10 a 16. En ese sentido –lo que aseguró la polémica que despuntará hoy– el municipio recordó que las tarjetas se venden sólo en packs de 40 viajes –5 tarjetas de 8 viajes– y que cada cartón tiene una fecha de vencimiento independiente: cuando se use por primera vez, esa fecha quedará impresa y caducará a la 0 hora del octavo día siguiente al que se utilizó por vez primera.
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