El director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, pasó su primera noche en la célebre cárcel Rikers Island de Nueva York, tras una rápida y dramática caída en desgracia después de ser acusado de intentar violar a una mucama de un hotel.
El político francés fue separado de otros internos por su propia seguridad, fue ubicado en una celda vacía de 3,5 por 4 metros y recibió ropa de cama, jabón, champú y pasta de dientes. Sólo tres noches atrás, había dormido en una lujosa suite de hotel a 3.000 dólares la noche con sala de conferencias, salón, baño de mármol y un dormitorio con una cama gigante y edredón de plumas.
En esa misma suite del hotel Sofitel cerca de Times Square, Strauss-Kahn agredió supuestamente a una mucama el sábado por la tarde. Desde entonces, su brillante carrera se desmoronó. Sus abogados dicen que es inocente pero aún así podría perder su cargo como jefe del FMI, que supervisa la economía mundial, y sus esperanzas de presentarse a las elecciones presidenciales de Francia el próximo abril están por los suelos.
“Esto no es para aislar al preso de cualquier contacto humano, sino que es para prevenir que sea discriminado o dañado de alguna manera como resultado de su alto perfil”, dijo un portavoz del Departamento Penitenciario de Nueva York. También señaló que Strauss-Kahn será mantenido al margen de otros internos incluso cuando se le autorice a dejar su celda para estirar las piernas, hacer ejercicio o ver televisión.
Strauss-Kahn podría recibir una pena de hasta 25 años de cárcel si es condenado. Los fiscales convencieron a la jueza Melissa Jackson de que podría intentar huir a Francia, así que ordenó su encarcelamiento y fijó una nueva audiencia para el viernes.
La policía sacó a Strauss-Kahn de un avión de Air France el sábado minutos antes de que despegara hacia París. Se prevé que sus abogados apelen la decisión de la juez sobre la fianza y ésta podría ser una cuestión clave en el caso. La fianza le daría mucho mejor acceso a sus abogados y le permitirían vivir en Nueva York con su mujer, la famosa periodista de la televisión francesa Anne Sinclair, a la espera de juicio.
Sin ella, podría afrontar una larga espera en una miserable celda, una dura experiencia que según expertos podría llevarle a un acuerdo de culpabilidad negociada.
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