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Stella Hernández: “Estar vivas es un acto de resistencia”

El concepto de sororidad apareció en el juicio de la megacausa que investiga los crímenes cometidos por la patota de Feced durante la última dictadura militar. Para este 8M, la dirigente del Sindicato de Prensa de Rosario habló sobre los vínculos que tejían las mujeres en la cárcel para sobrevivir


Compañeras. Stella Hernández nombra a Nené, la Negra, la Tere y María del Carmen, y no se le escapa decir “Mis compañeras”. Cuando habla de las demás, también. Todas fueron, todas son, sus compañeras. Entre enero y junio de 1977, ella estuvo detenida en el ex Servicio de Informaciones (SI) y en la Alcaidía de Mujeres, ubicados en la ex Jefatura de la Policía y donde hoy funciona la Sede del Gobierno provincial. Es decir, primero estuvo detenida en un centro clandestino y de tortura y luego pasó a “estar legal”. Tenía 19 años y militaba en la Juventud Peronista de Rosario, en barrios de la zona sur de la ciudad. A priori, si Stella tuviera que definir el vínculo que estableció con las demás detenidas diría que es una experiencia “intransferible, difícil de adjetivar”. Sin embargo, 40 años después usó la palabra “sororidad” para hablar de vínculo que tejían las mujeres en la cárcel.

Con la marea verde y violeta de trasfondo, en la declaración que hizo ante los Tribunales federales el 12 de septiembre de 2018 en el marco de la megacausa que investiga los crímenes cometidos por la patota de Agustín Feced, Stella incluyó este término que empezó a estar tan en boga a partir de los debates planteados por los feminismos.

Sororidad es una palabra “que vino después, como cuando las palabras vienen a decir cosas que ya se dan”, explica Stella, quien es dirigente del Sindicato de Prensa de Rosario. Si de solidaridad, alianza y complicidad se trata, se pudo armar una comunidad sorora en el ex SI –y seguramente en muchos centros clandestinos de detención en el país–.

Entre las detenidas había mujeres jóvenes como Stella -aunque fue la más chica durante mucho tiempo- mujeres que eran madres, mujeres que estaban por serlo y también, las Madres. Muchas quedaron presas por haber reclamado información y la libertad de sus hijos e hijas militantes. Ese lugar, ese rol de madres sirvió de contención para muchas, aunque otras veces eran las más chicas la que sostuvieron a las Madres ante el miedo constante o las malas noticias.

Entre las cosas que Stella remarca como importantes en su declaración, resalta la imperiosa necesidad que tuvieron de contar cómo hicieron para sobrevivir “en un lugar donde era muy difícil sobrevivir”. “En ese sitio donde todo era oscuro, terrible y un verdadero infierno, lo que nos salvó y lo que nos ayudó a resistir fue el abrazo y la contención de las otras compañeras detenidas. Cuando una estaba mal, cuando una caía, la otra ayudaba, te levantaba. Fue todo ese afecto de gente que no se había conocido antes, porque nos conocimos todas ahí”, explica.

“Lo nuestro fue realmente una resistencia: el estar vivas es un acto de resistencia. Porque podes dejarte morir, la soledad es lo peor que nos hubiera podido pasar, en cambio el abrazo, una palabra cuando se podía y aún cuando no se podía decir… fueron indispensables”, relata.

Para Stella estas compañeras “al día de hoy son mucho más que familia”. Habla de cualidades que asocia al mundo de las mujeres: “El lugar de discriminación en el que hemos vivido, nos ha hecho fuertes para otras cosas. Se trata de una hermandad que se da mucho entre las mujeres ya de por sí por la empatía porque naturalmente una tiende a abrazar al otro, a protegerle y las más grandes hacían que sintiéramos eso también. Aunque a veces consolábamos nosotras a las Madres”.

“Es un valor que hay que respetar mucho en las mujeres. Son las Madres, las Abuelas… Todas organizaciones de mujeres. Y ahora la ola feminista”, dice. Para ella las mujeres tienen “una capacidad especial para la resistencia y para establecer vínculos”.

Stella no deja pasar por alto que la mayoría de los torturadores fueron hombres, de hecho la patota de Feced estaba compuesta por todos hombres: “Estaba muy clara la cuestión de la dominación. Y esto no quiere decir que los compañeros no hayan sido torturados, sino que todo este mundo de los perversos, de los malvados, de estos seres horribles estaba compuesto por hombres. De alguna manera, eso revaloriza más lo que pudimos lograr entre nosotras”.

Algunas de las detenidas fueron liberadas el mismo año que Stella, otras años más tarde y otras están desaparecidas. Una vez en libertad, Stella siguió en contacto, en la medida que pudo, con Nené, la Negra, la Tere y María del Carmen. Al día de hoy se escriben, se llaman y se juntan cada vez que pueden.

Uno de los momentos de encuentro fue cuando tuvieron que declarar en Feced. Se reunieron y se ayudaron a recordar, a reconstruir juntas la memoria del horror. Stella subraya la importancia de “no olvidarse de nada ni nadie”. Para ella, y tantas, estar vivas es una responsabilidad para poder contar en los tribunales lo que pasó y que haya una sentencia justa.

Stella aclara que no quiere idealizar este grupo de mujeres y dice: “Es una cuestión de experiencia de vida. Ahí cada cosa tiene un valor tan alto desde un juego hasta encontrar un clavo, todas las pequeñas cosas se revalorizan tanto que cuando salís en libertad sentís que el mundo es una estupidez, sobre todo ver por las cosas que pelean. Es como sentir la abundancia después de meses de no ver el sol, de no leer un libro ni nada”. Y concluye: “Pero entre un libro o cualquier beneficio y estar con las compañeras, siempre hubiera elegido estar con las compañeras. Siempre. Estoy agradecida de haber estado con ellas”.

Para poder soportar los días y noches en cautiverio, tuvieron que inventarse vías de escape. Entre ellas se contaban libros que habían leído. Así, muchas noches las pasaron “leyendo” capítulos de “Cien años de soledad”. Otros días recitaron canciones. Stella aprendió a jugar al truco con las cartas que armaron ahí. Donde todo era terror y oscuridad, ellas se armaron de herramientas para poder encontrar un suspiro, una risa, un abrazo. Algo de lo que se dice de la sororidad.

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