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Caso Zulatto

Soza: una coartada infantil

Así consideró el juez Núñez Cartelle el descargo del convicto por homicidio que ayer fue imputado por otra muerte, la del jugador de futsal de Newell’s. Determinó prisión preventiva sin plazo tras la acusación fiscal y las objeciones de la defensa.


Un dato de calle, allanamientos, dos demorados que según las actas policiales brindaron información en forma espontánea: el hallazgo del cuerpo de Fabricio Zulatto –el pasado jueves 11– sumado a una filmación donde testigos identifican a la persona que abandona el auto de la víctima fue la evidencia que ayer el fiscal Adrián Spelta presentó para vincular a Andrés Soza Bernard con el crimen del jugador de futsal de Newell’s. El imputado hizo un breve descargo: negó su participación en el hecho, afirmó que es consumidor de estupefacientes desde que salió de la cárcel de Piñero en 2014 y que era habitué del búnker de Génova al 2100 donde fue hallada la víctima. Sólo se hizo cargo del traslado del auto de Zulatto hasta Suipacha al 700, afirmó para agregar que le ofrecieron llevarse el vehículo a cambio de droga gratis. Por su parte, el juez Héctor Núñez Cartelle describió el descargo como infantil y le dictó preventiva sin plazo.

Durante la imputación Spelta sostuvo que Soza, de 31 años, se hizo conducir por la víctima, diez años menor, hasta una precaria vivienda en Génova al 2100 el pasado martes 9, donde lo esperaba Omar M., alias Pilo, con quien había acordado su muerte por 20 mil pesos para luego enterrarlo en un pozo. Tras ello convocaron a José Luis G. para terminar de tapar la cavidad. El fiscal sostuvo que Soza fue el primero en irse en el auto de Zulatto para finalmente abandonarlo. Encuadró el hecho en homicidio calificado por promesa remuneratoria agravado por el uso de arma en calidad de coautor.

La evidencia

Zulatto salió de su casa a las 11 del martes 9. Iba a comprar un cargador de celular y una camiseta de fútbol. Cerca de las 15 le mandó un whatsapp a su novia –quien estaba de viaje– diciéndole que iba a comer con dos amigos. Fue el último contacto de la víctima con su entorno. A través de información de calle personal policial ubicó a un testigo ocular que brindó datos, sostuvo el fiscal. Dijo que Fabricio tenía problemas con Mauro, que vive cerca de la Terminal de Ómnibus, y que lo habían asesinado y tirado en un pozo en una vivienda de Génova al 2100 que es de Pilo. Ello derivó en tres allanamientos, dos en Renán al 100, también en zona noroeste. Allí se ubicó a una persona que dijo conocer a Pilo y “voluntariamente” se subió al patrullero y les sindicó dónde podía encontrarse. Mientras que el procedimiento en Génova al 2100 arrojó como resultado el hallazgo del cuerpo de Zulatto. Ya en el lugar surgió el dato que Pilo podía estar en pasaje 734 al 1200, donde fue detenido con José Luis G., según Spelta.

Según el acta policial, cuando demoraron a José Luis G., éste comenzó a contar espontáneamente lo que había pasado: fue imputado de encubrimiento y en su declaración dijo que volvía de trabajar en una cooperativa de cartoneros cuando vio a Pilo y Andrés –éste último con el pantalón manchado de sangre– tapando un pozo. Le dijeron que terminara de rellenarlo. Según el declarante, Andrés se dirigió a Pilo y le dijo: “En un rato voy a traer la plata, 20 mil pesos”. El muchacho sostuvo que no tuvo que ver con el crimen y sólo hizo lo que Pilo le pidió: completar el pozo con tierra.

José Luis G. refirió que Andrés frecuentaba el lugar “desde hacía ocho años”. Iba seguido, contó, porque les llevaba bolsas con faso para que vendieran y se llevaba la plata. Sostuvo que esa casa la compró Andrés. Con antelación éste había dicho que iba a traer a alguien y daba plata para que lo mataran, sostuvo para agregar que Pilo lo mató con un arma que le dio Andrés, según esta versión.

El video

Una cámara de seguridad en Suipacha al 700 tomó cuando un hombre dejó estacionado el auto de la víctima frente a un frigorífico. José Luis G. lo reconoció como Andrés. Algunos amigos de Zulatto también lo ubicaron como “el transero” y un testigo que se presentó espontáneamente completó la información de la identidad del sospechoso como Soza. Incluso declaró la madre de la hija del imputado. Dijo que Soza estaba en su casa cuando el video se hizo público. La mujer lo reconoció y él lo negó: entonces le dijo que se fuese y no volviera más.

El vínculo

Zulatto y Soza se contactaron por un amigo del primero. El vínculo tenía como fin adquirir drogas a cambio de dinero, relató Spelta. Los encuentros eran en Córdoba y Vera Mujica –a una cuadra de la casa de Soza– o en Suipacha y Tucumán. En un par de ocasiones Fabricio lo llevó en su auto a buscar el dinero a una villa de zona norte y el imputado le pagaba con droga. Uno de los jóvenes dijo que en una ocasión fueron los tres en el auto de Fabricio y al volver se bajó en Suipacha y Tucumán, donde había dejado su auto. Soza siguió con Zulatto hasta Córdoba y Vera Mujica. Cuando se reunió con ellos se dio cuenta de que se había producido una discusión. Al otro día recibió un mensaje del imputado que decía: “Qué le pasa a tu amigo, tengo ganas de pegarle un tiro”. El muchacho sostuvo que cortó el trato y le aconsejó a la víctima que hiciera lo mismo.

El descargo

“Niego el hecho, no maté a nadie, no estoy al tanto de ninguna circunstancia de este caso”, refirió. Sostuvo que es consumidor de drogas desde que salió de Piñero en 2014 y se volvió habitué del búnker de zona norte. “Voy todos los días. Fui, estaba Pilo y Pili con sangre porque estaban carneando. Me dijeron que me daban droga gratis si me llevaba el auto y les dije que sí”, refirió.

Sus defensores Ignacio Carbone y Juan Ubiedo afirmaron que si bien su cliente dejó el auto estacionado ello no demuestra la autoría del crimen. Cuestionaron duramente la calificación legal –sostuvieron la figura de encubrimiento–, también el dato de calle y la declaración de José Luis G., quien se coloca en la escena del crimen y luego intenta mejorar su situación procesal, explicaron.

Afirmaron que las evidencias no son suficientes para sindicar a su cliente. Soza es licenciado en comercio exterior, agente en trasporte aduanero y despachante de aduana, describieron. Actualmente cursa el 4º año de la carrera de Ciencias Económicas en una universidad privada. Y agregaron que trabaja en un estudio de comercio exterior y el 10 de agosto dejó asentada la firma mensual ante el ente estatal correspondiente, porque se encuentra en libertad condicional por el crimen de Gabriela Núñez, asesinada en 2008, caso por el que fue condenado a 13 años de cárcel.

La coartada y los diplomas no alcanzaron para el juez, quien tildó de infantil el descargo. Entendió que las evidencias son suficientes para imputarlo por homicidio calificado. Si bien sostuvo que se puede profundizar sobre la responsabilidad del coimputado por encubrimiento, ello no significa que sus dichos no puedan tenerse como válidos y le dictó preventiva sin plazo.

La droga

Cuando lo detuvieron Soza tenía en casa de su madre 700 gramos de marihuana, una bocha de cocaína y 105 mil pesos. En la vivienda de su pareja (zona sudoeste), secuestraron en una bolsa, detrás del monitor de una PC, 4 celulares, 2 chips, una tarjeta de memoria y una batería; y de su departamento del macrocentro, ropa con aparentes manchas de sangre. Tras ser imputado por homicidio, él y su hermano Raúl fueron conducidos para ser indagados en el fuero federal por la tenencia de droga.

Pullaro: “No nos podemos hacer los boludos”

“Los que tenemos responsabilidad en cuestiones de seguridad no nos podemos hacer los boludos”. A esta frase recurrió ayer el ministro Maximiliano Pullaro para aludir a la responsabilidad que les compete al gobierno y la Policía, pero también al Poder Judicial.

Pullaro se refirió al imputado por el homicidio de Fabricio Zulatto, condenado a 13 años de prisión en 2010, pero con libertad condicional desde 2015. “En otro país (Ecuador), a los que asesinaron a las chicas mendocinas les dieron 40 años por el mismo delito. Aquí se lo podría haber condenado a 24 o 30 años, pero algún garantista de nuestra provincia le dio 13, que para la Justicia no son 13, fueron 6 y esa persona volvió a matar. Ayer pasamos un día horrible; fuimos a hablar con los papás de Nahuel (Ciarroca, asesinado el lunes pasado), cuya muerte nos dolió mucho, porque no merecía morir así, en manos de un malnacido que lo mató para robarle un celular. Y hoy está preso (el supuesto asesino), como está preso quien mató a Fabricio (Zulatto), como estarán presas las personas que mataron al comerciante (por Héctor Villalba). Nos duele, igual que la muerte de los pibitos (en Villa Banana)”.

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