País

Hallazgo arqueológico

Sorpresa: hace 400 mil años había ratas con espinas en Miramar

Científicos encontraron restos fosilizados de la especie proclinodontomys dondasi, un roedor que medía 20 centímetros y tenía un sistema de púas, en el partido de General Alvarado, en la costa bonaerense. Su presencia pone en cuestión lo que se pensaba sobre las condiciones climáticas del lugar


Restos de una rata espinosa fósil de más de 400 mil años de antigüedad fueron hallados en los acantilados de la costa atlántica bonaerense, a unos 30 kilómetros al sur de la ciudad de Miramar, se informó este sábado.

Se estima que la especie (proclinodontomys dondasi) medía unos 20 centímetros y, posiblemente, habría usado sus espinas para defenderse de los depredadores, informó la agencia Ciencia, Tecnología y Sociedad, de la Universidad Nacional de La Matanza.

Los ejemplares que sirvieron para describir esta especie de roedor –y que se encuentra ahora en el Museo de Ciencias Naturales de la ciudad de Miramar– fueron descubiertos cerca del arroyo Chocorí, del partido de General Alvarado, en un sector de la costa bonaerense comprendido entre Centinela del Mar y Mar del Sur.

Sobre el área donde se produjo el hallazgo, Marcos Cenizo, director de la División Paleontología del Museo de Historia Natural de La Pampa e investigador de la Fundación Azara, indicó que “es muy importante desde el punto de vista patrimonial, y existe un proyecto para que se establezca como Reserva Natural”. Y destacó que ya “hay más de 150 trabajos de paleontología y arqueología a partir de los restos encontrados en ese lugar”.

“En dichos acantilados hay sedimentos de diversos momentos prehistóricos que van desde los dos millones a los 10 mil años de antigüedad. En el transcurso de ese tiempo hubo períodos con grandes variaciones climáticas: durante las etapas frías y áridas habitaron mamíferos y vertebrados similares a los de la Patagonia. Y en los momentos más cálidos, se desarrolló una fauna asociada a los animales del Brasil actual”, describió el científico.

“Además, sobre el final de este periodo de tiempo, los primeros humanos ingresaron a Sudamérica generando un impacto dramático sobre los ecosistemas”, agregó.

Ulyses Pardiñas, investigador del Conicet y del Instituto Nacional de Biodiversidad del Ecuador, indicó que la especie “tiene una característica particular” que abre nuevas preguntas: “Los roedores equímidos –con espinas– no son frecuentes en las partes templadas del país, sino en regiones tropicales o subtropicales, por lo que haber encontrado esta forma en la parte sur de Buenos Aires indica que, quizás, las condiciones ambientales eran distintas a las actuales”, explicó.

Pardiñas aclaró que no se sabe con certeza cuáles eran los hábitos de este roedor ni sus requerimientos ambientales. “Lo que hacemos son inferencias; tratamos de interpretar a estos animales del pasado a partir de los roedores similares que viven actualmente. Y, en la actualidad, solo hay una especie semejante en Corrientes y en Brasil, por lo que suponemos que podría haber necesitado temperaturas más altas”.

Respecto a las espinas, el investigador sopesó que “podrían haber sido un método defensivo, antidepredador, pero también podrían haber sido simples adaptaciones de tipo térmico o que les quedaron del pasado y no tuvieran una mayor función”.

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