Economía

Panorama económico

Soberanía política: ante la guerra económica mundial, se impone una salida nacional

El efecto geopolítico del Covid-19 es la profundización del enfrentamiento preexistente entre Estados Unidos y China. Similar a lo ocurrido tras la Segunda Guerra Mundial, los mercados internos de los países serán el objetivo común y el campo de batalla de ambos. Y sólo se sale con independencia


Rodolfo Pablo Treber (*)

Fundación Pueblos del Sur

Especial para El Ciudadano

Lejos de toda especulación y teorías que oscurecen más de lo que aclaran, el efecto geopolítico del Covid-19 es la profundización de la guerra económica preexistente entre Estados Unidos y China.

La creciente confrontación es de público conocimiento, aunque no tan divulgada como otras noticias de menor porte, pero más apetecibles al mercado. Estados Unidos rompe y desestabiliza acuerdos y organizaciones multilaterales para imponer su peso específico en negociaciones/aprietes/condicionamientos bilaterales. Al mismo tiempo, reafirma la invasión de Medio Oriente en Yemén y Cisjordania a través de sus colonias/bases militares, Emiratos Árabes e Israel respectivamente. China, por su parte, amplía sus mercados al mismo tiempo que alienta/exige la utilización del yuan en su comercio exterior, e inversiones en el extranjero con el objetivo de instalar su moneda como resguardo de valor internacional y, así, disputar terreno al dólar estadounidense.

Similar a lo acontecido en la guerra económica post Segunda Guerra Mundial, los mercados internos de los países serán el objetivo común y campo de batalla de ambos. Hoy, como ayer, nuestros gobernantes deberán tomar posición al respecto y definir el sentido de avance con fuertes decisiones políticas para defender, recuperar, el trabajo para el Pueblo Argentino. En este contexto, alcanzar, o no, la soberanía financiera y tener, o no, el control de nuestras mercaderías definirá el futuro cercano. Si optamos por un proyecto de generación de empleo e independencia o continuamos bajo el dominio de intereses foráneos.

La salida nacional inicia por recuperar la soberanía política perdida… recuperar el control de nuestro comercio exterior.

La liberación total de nuestro comercio exterior al dominio de las multinacionales navieras generó total subordinación política al interés del capital extranjero. Hamburg Süd, Evergreen, Mediterranean Shipping Company, Maersk Line, entre otras, se han quedado con la totalidad del movimiento de importaciones por contenedores de nuestro Comercio Exterior. Lo mismo sucede con el granel de las exportaciones que monitorean Monsanto, Bunge, Nidera, Cofco, Cargill y Dreyfus, entre otras, a través de sus satélites navieros. Empresas multinacionales integradas verticalmente en su cadena de valor (donde el flete de ultramar se alínea con la semilla transgénica, el fertilizante, el herbicida, el acopio en origen, la distribución en destino y todo otro rubro que incida en el costo/precio de sus negocios) manejan el total del comercio exterior argentino.

Así, la Patria se desangra por los puertos. Porque por ellos exporta materias primas para fabricar alimentos para 480 millones de personas mientras nuestros pibes y viejos mueren de hambre… Porque en contenedores ingresan 30 millones de toneladas anuales de productos con alto valor agregado que se queda con el trabajo de nuestros 2,5 millones de desocupados… Porque en el intercambio comercial de las multinacionales se define el país donde vivimos.

Para recuperar la soberanía política hay que volver a regular, desde adentro, el comercio exterior, teniendo un rol activo en logística y comercialización. Esto requiere crear una Flota Mercante Argentina que ejecute por mano propia parte del transporte y, así, tener poder de decisión en la cadena de valor de los productos y su compra-venta.

Después de Juan Domingo Perón no hubo un plan naval en nuestro país. Las últimas dictaduras militares corrieron al Estado de las decisiones económicas, destruyendo sus empresas y flota marítima para detener el desarrollo industrial y que la Argentina no vuelva a navegar. En la misma línea, y como continuidad, Carlos Menem firma el decreto 1.772 que entrega el derecho de transportar nuestros productos en buques argentinos a las empresas logísticas multinacionales, y elimina nuestra Empresa de Líneas Marítimas Argentina -Elma-. Bajo el plan de someternos al mercado global como proveedores de materias primas, los liberales terminaron de reventar nuestra Marina Mercante e industria naval. Sin flota, y alejado de la comercialización, el país se volvió dependiente de las multinacionales y perdió el control sobre su comercio exterior y, por ende, sobre su producción.

Para instrumentar la voluntad política de recuperar soberanía nacional, la agrupación política “Social 21” impulsa dos proyectos de ley presentados últimamente por la diputada nacional Magdalena Sierra: Transporte por Agua con Reserva de Cargas (expediente 3952-D-18) y Fondo de Desarrollo de la Industria Naval Nacional –Fodinn– (expediente 3951-D-18).

El primero reserva para los armadores nacionales el 50% del mercado de fletes de ultramar que nos corresponde por derecho internacional. La entrega y ausencia en el transporte del comercio exterior genera un egreso de más de 7.000 millones de dólares que, de aplicarse la reserva de carga, estaría equilibrado con los ingresos. Le corresponde a la Argentina facturar 3.500 millones de dólares de fletes por importación/exportación.

El segundo grava con un 2% a los fletes que realizan las multinacionales anualmente, generando un fondo de 350 millones de dólares por año para financiar la reconstrucción de la Marina Mercante, reabrir los astilleros que cerraron en los 90 (Alianza, Príncipe Menghi Penco, Sanym, Mestrina, Astarza, Corrientes, Domeq García) y poner al máximo de su capacidad instalada al Astillero Río Santiago.

Un Estado presente en los sectores estratégicos es el inevitable primer paso en el camino de recuperar la soberanía política perdida. Solo así, el mercado interno tendrá preeminencia sobre toda injerencia externa, y el Estado podrá regular, promover, ejecutar la necesaria sustitución de importaciones. Aprovechando la protección de la industria nacional, las pymes tendrán un amplio campo de desarrollo y crecimiento a su entera disposición. El pleno empleo, en un país donde está todo por hacerse, estará al alcance de la mano… La soberanía política es el primer paso, indispensable, hacia la justicia social.

(*) treberrodolfopablo@gmail.com / fundacion@pueblosdelsur.org

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