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Sketches, la marca de fábrica de Cambiemos

Todo fue una teatralización, una puesta en escena, todo estuvo deliberadamente planificado y ningún gesto fue espontáneo.


Por José Giavedoni / Especial para El Ciudadano

Todo fue una teatralización, una puesta en escena, todo estuvo deliberadamente planificado y ningún gesto fue espontáneo.

Se diagramó perfectamente todo, cada palabra, cada silencio, las pausas y los suspiros.

Su rostro, las miradas hacia abajo e, incluso, las miradas hacia ese horizonte deseado pretendiendo camuflar la sincronizada lectura del mensaje que alguien sostenía al lado de la cámara. Estuvo tan cuidado todo que se les fue de mambo, pretendieron construir sentimiento, pesar y humanidad en ese amorfo cúmulo de carne, nervios y órganos y terminaron produciendo un autómata, todo fue y apareció como una impostura, y por ello mismo, un fraude y un engaño.

El macrismo está siendo rehén de lo que en algún momento fueron sus virtudes y hoy se constituye en su debilidad: el marketing político, la producción, circulación y venta de un mensaje político.

Siguió haciendo lo mismo que hacía hace dos años, pero en condiciones completamente diferentes, con una base social de apoyo más endeble, que se anima a cuestionarlo y en un escenario donde está obligado a inspirar confianza pero, precisamente, logra el cometido opuesto.

Siguió responsabilizando a los mismos de siempre, la herencia recibida, la corrupción, los cuadernos, la sequía, la tormenta, la mala fortuna.

Volvió a caer en sus lugares comunes con menos disposición a ser tolerados por la sociedad: “No podemos gastar más de lo que tenemos” repite de forma incesante la fonola.

Mentira si las hay, porque sí se puede gastar más de lo que se tiene mediante pedido de crédito y porque es precisamente al escollo que nos ha conducido la política de Cambiemos.

Primero, Cambiemos se desprendió de valiosos recursos como los ingresos por derechos de exportación que reportaron una caída en la recaudación del 60 por ciento.

Luego solicitó financiamiento externo que no se dirigió a obra pública, por ejemplo, sino a financiar los movimientos especulativos de los grandes capitales.

Como corolario, es Cambiemos quien está gastando más de lo que tiene.

Así, en primer lugar está la cuestión política que plantea la redefinición del “tener” al que se refiere Mauricio Macri, ya que producto de la descomunal transferencia de riqueza, el Estado pasó a tener menos y algunas pocas manos privadas a tener más.

En segundo lugar, para que se active la rueda del endeudamiento público con los organismos multilaterales de crédito hay que estar en situación de “no tener” primero, para luego lograr “recibir” pero con condicionamientos.

Lo que viene es peor

Cambiemos hizo los deberes y los continúa haciendo como un muy buen alumno: transfirió riqueza a los sectores concentrados, creó las condiciones para pedir un préstamo al Fondo Monetario Internacional (FMI) y los condicionamientos que impone el organismo no son otra cosa que la transcripción de los objetivos de gobierno de Cambiemos: precarización mayor del mundo del trabajo y mercantilización de aquellas esferas que aún forman parte de los bienes públicos. En otros términos, lo que se viene es peor.

También en su discurso admitió que “la pobreza va a aumentar”, por eso anunció la ampliación de la asistencia: “Las personas que reciben la Asignación Universal por Hijo y otros programas sociales van a recibir un refuerzo en septiembre y diciembre. Además, vamos a reforzar los programas alimentarios en todo el país para garantizar la disponibilidad de alimentos en los comedores y merenderos”.

Sin embargo, estas medidas sociales que pretenden aplacar el impacto de sus políticas de hambre para los más vulnerables, ya habían sido anunciadas hace dos meses, según manifiestan organizaciones sociales. Entonces, ni se trata de nuevos anuncios, ni tampoco son parte de nuevas herramientas con el fin de soportar los aumentos de precios que se produjeron en las últimas semanas ya que fueron diseñadas hace dos meses atrás.

La boca abierta

Cada vez que Macri ha abierto la boca en estas últimas semanas, el dólar ha ingresado en un espiral ascendente.

Es que cada vez que abre la boca no habla Macri, quien habla es el Capital. Como diría Groucho Marx, es mejor callarse y seguir pareciendo un idiota que hablar y despejar toda duda. Pero también, como diría el otro Marx, la historia se repite, ahora nos toca el bufón y el sketch al que asistimos en estos días confirma que la comedia no es gratuita y que las masivas movilizaciones de las que fuimos protagonistas son la única manera de cortar con tanta estupidez y barbarie organizada.

¡La única lucha que se pierde es la que se abandona!

Docente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) e investigador del Conicet

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