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Sindicatos argentinos: un espacio genuino de militancia y contención

En "Cómo se construye un sindicalista", la antropóloga Sian Lazar rastrea aspectos personales y familiares de la militancia política-gremial y sostiene la necesidad de no abandonar a los sindicatos como objetos de indagación, porque en ellos se mantienen vivas esa singulares formas de experiencia


Juan Pablo Sarkissian

Los sindicatos, a escala global y como una constante siempre fueron y son cuestionados, básicamente porque son un actor social y político que disputa en ese terreno.

En el marco de una sociedad capitalista globalizada, el objetivo principal de la estructura sindical y gremial es cómo se redistribuye la riqueza.

Esta disputa excede largamente la cuestión salarial (aunque es punto crucial en la disputa) ya que existen componentes como las condiciones de trabajo, es decir, derechos que deben ir en sintonía con la evolución social y también espacios de toma de decisión en la estructura estatal como proveedores de estrategias de producción que hagan de una sociedad, aun la capitalista, un lugar más justo y equilibrado.

Le pese a quien le pese, no sólo los sindicatos no tienden a desaparecer, sino, por el contrario, se reformulan a tono con el contexto donde funcionan, convirtiéndose en el último eslabón de resistencia y acción política cuando todas las otras opciones hayan fracasado, incluida la acción política partidaria.

Sin embargo, desde los poderes fácticos, que no siempre están encarnados en el Estado, se tejen, en el pasado, en el presente y nada nos dice que no suceda en el futuro, estrategias para demonizar a las estructuras sindicales.

En efecto, hostilidades de todo tipo y color adornan la historia del movimiento obrero, lo cual impacta en la opinión pública, (construcción deliberadamente falsa y capciosa que llevó al sociólogo Pierre Bourdieu a señalar, en una conferencia en 1972, que “la opinión pública no existe”) de manera brutalmente negativa sobre la existencia y el quehacer de gremios y sindicatos.

A pesar de esta situación y de las transformaciones económicas –donde la tecnología ocupa un lugar destacado– de las últimas décadas, los sindicatos en general y los argentinos en particular mantienen su capacidad de movilización y de acción política, muchas en contextos sumamente desfavorables. Pero además  se constituyen en un espacio auténtico y genuino de militancia y contención para muchos trabajadores.

De algunas de estas cuestiones se ocupa Cómo se construye un sindicalista. Vida cotidiana, militancia y afectos en el mundo sindical el libro de Sian Lazar –antropóloga y profesora en la Universidad de Cambridge–, que estudia los “espacios íntimos de la militancia política” en dos sindicatos estatales argentinos: la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN)* y la Asociación Trabajadores del Estado (ATE)**.

Lazos afectivos y de valores

La mirada comparativa que los relaciona pone en evidencia orientaciones políticas y formas de organización contrastantes: mientras UPCN se reconoce en su mayoría “como peronista”, muy disciplinada y “orgánica”, que en general asume la posición de negociar con el Estado empleador, ATE se enorgullece de su autonomía política y su horizontalidad, y responde a las asambleas de sus militantes antes que a cualquier partido político.

En Cómo se construye  un sindicalista, se argumenta que esas prácticas, que derivan en resistencia, responde a la capacidad de los sindicatos para generar lazos afectivos y de valores y para crear una identidad compartida entre militantes que se construye mucho más en la vida cotidiana que en los momentos de movilización y protesta más espectaculares.

El trabajo de Sian Lazar adquiere el formato de libro pero es la expresión cabal de una investigación científica en ciencias sociales desde la perspectiva de la antropología social y política.

A través de un sólido recorrido etnográfico minucioso, construye y desarrolla su hipótesis y expresa sus conclusiones con argumentos incuestionables y una escritura prolija, la cual puede (y debe) ser abordada sin conocimientos académicos y sin renunciar a la profundidad que implica una investigación científica.

En este sentido, es preciso recordar que cualquier proceso de investigación no arroja “una verdad” incuestionable, en todo caso, lo incuestionable es (o debe ser) la aplicación del método científico, lo que Lazar cumple con creces.

El trabajo se ubica temporalmente tras la derrota de Daniel Scioli en las elecciones presidenciales de 2015 y recorre las respuestas de los sindicatos estatales. Su decisión de abordar el funcionamiento y las estrategias de acción política de UPCN (1) y ATE (2), responde, –la autora lo plantea explícitamente–, a que el Estado, en la disputa de poder entre capital y trabajo, es el agente mediador; sin embargo, en relación a los trabajadores del Estado, también es el patrón.

Lazar concibe a los sindicatos como un lugar de “construcción de sujetos colectivos basados en una agenda política concreta y específica”. Con este presupuesto indaga sobre el proceso de reflexión interna (formación) y práctica.

Asume, con todo criterio analítico, que los colectivos son heterogéneos, lo cual implica tensiones, y posa su mirada etnográfica sobre tres aspectos de la relación dialéctica entre reflexión (pensar) y práctica (hacer).

 

  • Lugar de trabajo
  • Formación de los trabajadores
  • La calle, como escenario de disputa

 

Este planteo de la investigación está anclado en que “la fuerza de los sindicatos depende estrechamente de su capacidad de sostener proyectos colectivos éticos-políticos de construcción” y distingue dos conceptos/categorías que son hilo conductor de toda la tarea investigativa: militancia y contención. Son estos los conceptos claves que se abordan, históricamente interconectados como proceso de construcción social, política y económica.

Términos nativos

Lazar define que tanto militancia como contención son términos “nativos”, es decir, que en estas latitudes adquieren una relevancia y una particularidad que no existe en el viejo mundo, a tal punto que concluye afirmando que es una de las claves de vigencia y protagonismo del sindicalismo argentino.

En efecto, la investigadora entiende por militancia al conjunto de prácticas que desarrollan los afiliados, pero también es un “sustantivo que describe el colectivo” y le asigna un rol clave a “la familia”. Por otro lado, define contención como un “proceso ético de creación de un yo colectivo”, es decir, el sindicato.

Sin pretender simplificar cuestiones complejas, se podría pensar en la relación, también dialéctica, de forma y contenido. La forma de “contener” a la “militancia” es el sindicato.

Si el sindicato es la forma, el contenido es la militancia. Cuando “la forma” (sindicato) responde a los intereses de los militantes habrá mejores sindicatos y, obviamente, mejores militantes, quienes generarán estructuras sindicales más protagonistas. Casi un círculo virtuoso que tiende al infinito.

Para poder asimilar esta propuesta, Lazar recorre los distintos ámbitos donde se desempeñan los militantes sindicales, que es otra forma de mencionar cómo “funciona el sindicato”, a condición de que evitemos cosificar las estructuras sindicales. Los sindicatos no son los edificios, (que son importantes material y simbólicamente), son sus prácticas y sus reflexiones, su pensar y hacer.

Salto de calidad

Así, la antropóloga bucea en los lugares de trabajo, que son “los cursos de formación sindical” y también en la calle. Cómo es la organización cotidiana de beneficios sociales o servicios de salud para los afiliados; en la puesta en marcha de distintas formas de protesta, rastrea los aspectos íntimos, personales y familiares de la militancia política y, a la vez, (re)arma la compleja trama escenográfica del Estado argentino desde una perspectiva etnográfica.

Como señala la investigadora en la introducción, el libro cuenta con seis capítulos  y en el primero abordará el contexto, es decir, la trama de la estructura estatal y las características de los sindicatos.

En los capítulos dos y tres, se desarrolla el concepto de militancia, pero aquí entendida como la “filosofía” de la acción política, es decir, el recorrido tiene que ver con las subjetividades de los sujetos. Para ello, el texto abunda en narraciones de los actores y se inmiscuye en las relaciones familiares, en la herencia simbólica y en la noción de parentesco. Este último como un articulador que excede el concepto finito de la familia y lo ubica en lo “familiar”, donde las relaciones de afecto cobran mayor importancia.

En el capítulo cuatro aparece la formación aquí vinculada estrechamente a la contención. Así, rastrea y observa los cursos, talleres y seminarios de formación sindical donde emerge claramente lo político. Define y explica por qué entiende a UPCN como un sindicato más “vertical” y a ATE como estructura más “horizontal”.

Finalmente, en los capítulos cinco y seis aborda la práctica, es decir, la “puesta en acto” de lo abordado en los capítulos anteriores, que no es otra cosa que la militancia y la contención.

Como puede observarse, Lazar, con una metodología impecable, desagrega todos y cada uno de los conceptos y las categorías y los expone por separado a los efectos de interpretarlos en su génesis, para luego volver a organizarlos en un todo y alcanzar una síntesis concreta.

El libro es producto de una investigación científica, pero no por ello debe entenderse que está destinado sólo al mundo académico. De hecho fue presentado tanto en UPCN como en ATE.

Sería deseable que los militantes sindicales se apropien de él para “negarlo” en términos filosóficos y producir un salto de calidad, tanto en la práctica sindical como en el conocimiento científico.

 

*Fundado en 1948. Tiene 350 mil afiliados y representa a trabajadores del estado nacional (Fuentes sindicales)

**Fundado en 1925. Si bien hay distintas versiones, su caudal de afiliados es cercano a los 280 mil (Fuentes sindicales)

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