Edición Impresa

Sin capacidad de ahorro en Santa Fe

En uno de cada cuatro casos no se pudo mantener el nivel de consumo.

En la capital provincial apenas uno de cada diez hogares tiene capacidad de ahorro. El dato surge de un estudio reciente realizado por la Universidad Nacional del Litoral (UNL) a través de su Observatorio Social. Se relevaron 1.091 hogares de la ciudad de Santa Fe y las conclusiones no fueron alentadoras: sólo el 11 por ciento de los encuestados admitió tener algún margen de ahorro, mientras que en uno de cada cuatro hogares no se pudo mantener su nivel de consumo.

En el 26 por ciento de los hogares relevados la capacidad de ahorro es nula. Significa que no pueden reemplazar bienes de consumo durables –el ejemplo utilizado en el estudio es la heladera–, algo que sí pueden hacer en el 34 por ciento de las casas siempre y cuando se acceda a planes de pagos de más de dos años.

En el 24 por ciento de los casos eso es posible con una financiación de menos de un año, mientras que en el 11 por ciento hay una capacidad de ahorro que les permite reponer la heladera sin necesidad de apelar a la financiación.

La medida es la heladera

La pregunta fue: “Si considera en su conjunto los ingresos de los integrantes del grupo que habita la vivienda, ¿cómo es la capacidad de ahorro mensual respecto a la necesidad concreta de reemplazar su heladera actual?”. Y la encuesta realizada en la capital santafesina abarcó 1.091 hogares con un total de 3.877 personas.

Uno de los responsables del trabajo, Héctor De Ponti –docente de Macroeconomía de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNL– explicó: “Si no puedo cambiar la heladera o el lavarropas no puedo mantener mi calidad de vida”. Así de rotundo.

Según ese parámetro, en el 35 por ciento de los casos se puede mantener su nivel de vida sin endeudarse a largo plazo, mientras que apenas uno de cada diez tiene margen de ahorro.

Si yo pudiera ahorrar…

La encuesta también indagó sobre los supuestos destinos del ahorro en los casos en que existe esa capacidad. El 52 por ciento respondió que los usaría para reparar su vivienda, el 22 por ciento para irse de vacaciones y el 6 por ciento contestó que compraría o cambiaría su auto.

“El ahorro no sólo es importante para que la gente pueda mejorar su calidad de vida, sino porque mientras ahorra, ese dinero puede prestarse para que se financien inversiones productivas por parte de las empresas. Si existe capacidad de ahorro, significa que existen fondos prestables para inversiones y estas pueden hacerse a tasas de interés razonables”, agregó De Ponti.

“Nuestros antepasados tuvieron cultura del esfuerzo y del ahorro, pero las devaluaciones, la inflación, los corralitos, las pesificaciones y la confiscación de depósitos atentaron contra ello. Sumado a los incentivos del consumo, el ‘ahorrismo’ se transformó en consumismo”, concluyó el docente.

Comentarios