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Sin alma que vender

La derrota en el Cilindro de Avellaneda fue una consecuencia lógica de un equipo que hizo poco y nada para ganar. "Se hace difícil"

Por: José Odisio 

Cuando se hace poco para ganar, perder es una consecuencia lógica e inevitable. Newell’s cayó 1-0 ante el necesitado Racing en un partido donde los factores externos tuvieron una influencia impensada en el resultado final.  Newell’s no fue a menos, es necesario aclararlo. La derrota de Central del viernes le abrió un marco de sospecha al partido poco conveniente. Pero la realidad es que el conjunto de Roberto Sensini no hizo más que profundizar una crisis que se viene avizorando desde varias fechas atrás y que ayer se hizo más pronunciada a partir de la falta de actitud del equipo.

El partido fue chato, acorde a los protagonistas. No por casualidad la Academia se debate en el fondo de la tabla y Newell’s transita un torneo sin pena ni gloria. El local sólo asustó cuando la necesidad de un triunfo lo llevó hacia delante y encontró algunos espacios a la espalda de Sperduti con el juvenil Fernández o cuando Rosano aprovechó las ventajas de un Estigarribia que ayer defendió mal y atacó peor.

De todas maneras, Peratta sólo pasó un par de sofocones. Primero fue un cabezazo de Martínez tras un lateral potente de Rosano que se fue desviado y luego el arquero respondió con solvencia ante sendos disparos de Bieler. No mucho más.

Enfrente, la Lepra hacía poco para lastimar. Boghossian ya no asusta a nadie y ni siquiera gana de arriba, Achucarro amagó con quince minutos interesantes pero después se desinfló y Formica deambuló toda la tarde por la cancha como si el partido no le hubiera ofrecido motivación alguna.

La Lepra pudo lastimar: tuvo un par de contragolpes con ventaja numérica que nacieron como promesas de gol y terminaron en nada porque Achucarro y Formica estaban en otra. Así, el partido se moría en una chatura que parecía conformar a todos.

Pero Racing se vio obligado a un poco más y Estigarribia le abrió la puerta para que lo consiguiera. El paraguayo perdió una pelota en defensa y, tras algunos toques, Aveldaño disparó con potencia, Peratta no dio rebote  y Martínez, en posición adelantada, empujó la pelota al gol.Otro tanto en los minutos finales que ya pasa de ser un simple dato estadístico para volverse un tema de diván. Y una derrota que, más allá del folclore tribunero, amenaza con golpear duro a un equipo que ayer pudo vender el alma pero no la llevó a Avellaneda.

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