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Sexo: ¿abuso o juego infantil?

Por: Diego Montilla. Una madre denunció presunto caso ante la Comisaría de la Mujer, pero no derivó en imputados porque no hubo participación de mayores. Fue protagonizado por dos chicos y “no reviste gravedad”, dijeron.

El último jueves se conoció el caso de una denuncia en el Centro de Atención a la Víctima de Abuso Sexual que tuvo como protagonistas a dos chiquitos de seis y siete años, quienes fueron descubiertos por la madre de uno de ellos en una actitud de “exploración sexual”. Por sus características, la situación no fue catalogada como un delito ya que no se detectó la presencia de mayores, por lo que no existió “imputabilidad”. Desde la Comisaría de la Mujer dijeron a El Ciudadano que esta clase de denuncias son “muy frecuentes” por parte de padres y que las mismas suelen ocurrir en casas o en los mismos establecimientos educativos. En el organismo estatal destacaron que en general no son situaciones que registren gravedad y que las mismas tienen más que ver con “conductas normales y exploratorias” que son parte inherente del desarrollo rumbo a la madurez de los niños. Además, indicaron que el bombardeo mediático de imágenes sensuales tanto desde la televisión como a través de internet son factores determinantes para explicar el crecimiento en el número de estas situaciones.

La titular de la Comisaría de la Mujer, Mariel Arévalo, remarcó que “no es lo mismo cuando los adultos de ahora teníamos seis o siete años de lo que es ahora”. “Ahora los chicos están expuestos a programas de televisión, publicidades y a internet donde la oferta sexual es constante, hay una exacerbación de lo sexual que se ve a cada hora, todos los días, de manera constante. Yo no soy psicóloga pero nosotros tenemos un grupo de profesionales que trabaja con nosotros que nos señala eso en muchas oportunidades”, destacó.

“No hay que estigmatizar la conducta de estos chicos porque es algo que es normal por su edad. Son muy frecuentes las denuncias de esta clase. En muchas ocasiones lo que ocurre es que los chiquitos van a la casa, cuentan algo de estas características que les pasó en la escuela; por ejemplo, los padres van a hablar con los directivos y como no les convence los que les dicen van a la comisaría y ahí nos derivan los casos a nosotros. Lo que nosotros hacemos es verificar que no haya lastimaduras ni lesiones y despejamos que haya participado algún mayor”, continuó.

Desde la psicología se explica al respecto que “el desarrollo de la sexualidad humana comienza con el contacto físico inicial, con los abrazos y caricias que el bebé recibe. El niño necesita vivir esa experiencia prolongada de sentirse protegido y querido por sus papás o por quienes cumplen la función de tales. La capacidad erótica del ser humano comienza a desarrollarse en los primeros meses de vida. El bebé acariciado tiene más chance, de madurar su capacidad de intimidad física y de sentir placer, que el bebé que no recibe caricias”.

También se señala que “la autoexploración o masturbación es otra experiencia fundamental para el desenvolvimiento saludable de la sexualidad de niños y niñas. En muchos casos, antes del primer año de edad, el pequeño aprende a obtener placer con su propio cuerpo, pues descubre sus genitales en el juego mientras lo cambian: siente «rosquillitas» agradables y las vuelve a repetir, sin ser este juego ni más ni menos que un aprendizaje, un reconocimiento, de su propio cuerpo y un disfrute plenamente natural y saludable”.

La psicóloga y sexóloga Gabriela Michoelsson afirmó que “iniciando el segundo año de vida, pero por sobre todo a los 3 y 4 años, el niño no sólo toca sus genitales sino que intenta tocar los de otros. Estos juegos ocurren sobre todo entre hermanos, hermanas, primos, amigos y vecinos. Es la edad en que quieren jugar «a los doctores» y a «papá y mamá». Con el juego buscan satisfacer su curiosidad, saber si los otros son iguales a ellos o diferentes”.

“En general, estos juegos son mixtos, y no están contraindicados; a veces somos los propios adultos quienes adjudicamos malicia a estas prácticas, sin darnos cuenta de que si hay algo malo en ellas, probablemente no radique en lo que los niños o niñas hacen, sino en el ojo adulto que proyecta allí sus preconceptos. No olvidemos que así como el niño madura intelectualmente y quiere conocer cosas y fenómenos nuevos, también quiere conocer su cuerpo y sus sensaciones, y el cuerpo y las sensaciones de los demás. Lo único recomendable es que los padres verifiquen que tanto niños como niñas que participan en estos juegos sean de la misma edad, y que ninguno participe obligado”, concluyó la profesional.

 

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