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“Servant”, los aspectos siniestros de la maternidad y la paternidad

“Servant”, cuyo primer capítulo dirige M. Night Shyamalan, cuenta la historia de una pareja que acaba de atravesar una tragedia y contrata a una joven niñera para que cuide a su bebé. En esa instancia, lo sugerido se convierte en horror, inquietante e inmanejable


El principal problema que tiene Servant es la contundencia de su primer capítulo: 34 minutos de una  intensidad creciente y cronometrada, con una incertidumbre algo ambigua que se instala desde la primera imagen y que se despliega de modo creciente minuto a minuto hasta asentar una atmósfera enfermiza, o incluso, directamente, diabólica. Hay, en la breve duración del episodio, un par de acontecimientos desconcertantes y reveladores (giros para nada caprichosos) que establecen de inmediato la inquietante premisa del relato, oscurísimo y perturbador, pero sin perder de vista jamás un cierto humor malsano. Igualmente no son tales hechos puntuales los que configuran la contundencia del comienzo, sino, y sobre todo, desde la primera imagen, la sutil y sofisticada planificación puesta en marcha por quien dirige este primer capítulo, M. Night Shyamalan (Sexto sentido, El protegido, La aldea, Glass, entre otras). Leves descentramientos de la mirada, focalización en detalles ambiguos, lentísimos movimientos de acercamiento y alejamiento, desencuadres que cercenan a los cuerpos, un foco que apuesta por el desenfoque, planos frontales para ciertos diálogos que dejan a los personajes frente a cámara, violines y pianos apagados y  disonantes, espacios amplios pero claustrofóbicos esculpidos por la sombra, todo estructurado sin estridencias ni ostentaciones vanas, fluyendo como emanado de una respiración que se percibe natural e inquietante a la vez. Así, sutilmente sofisticada, la precisa planificación de Shyamalan construye con cierta maestría el punto de partida de un relato al que, desde allí, le costará mantener ese nivel. Y ese es un poco, hasta al momento, el problema de esta serie que tanto promete en ese memorable primer capítulo.

Envuelto en un misterio

Otra dificultad importante de Servant, que ya no es propia de la serie, es el hecho de hablar sobre ella sin arruinar la experiencia del visionado. ¿Cómo dar cuenta de un relato que sorprende a los pocos minutos, y que vuelve a hacerlo pocos minutos después, sin dejar que la historia se asiente de modo definitivo hasta resuelto el segundo capítulo? Algunas reseñas que circulan optan por develar el eje de la trama, otras prefieren mantenerlo oculto. Aquí se elige la segunda opción, lo cual, claro, implica un problema y exige una resolución. ¿De qué se trata entonces Servant? ¿Qué se puede decir de ella, o de su primer episodio fundamentalmente, sin recalar en develamientos innecesarios? Bien, la serie cuenta la historia de una pareja que acaba de atravesar una tragedia familiar, y que contrata a una muy joven niñera para que cuide a su bebé. Todo, desde el primer momento, está envuelto por un misterio que sobrevuela a las imágenes y que enrarece cada gesto y cada acción. Se sabe, o se intuye, con la llegada de la niñera (así comienza), que nada de lo que vemos es lo que parece ser, que todo puede ser otra cosa, y que será, efectivamente, otra cosa. La niñera es misteriosa, la pareja actúa de modo algo excéntrico, y el bebé, apenas visto, tampoco se queda atrás en misterio y excentricidad. Hasta aquí la premisa puede no ser del todo atractiva, y se presenta incluso como demasiado usada. La cuestión es que la atmósfera construida por Shyamalan, con sensibilidad e inteligencia, logra trascender lo obvio y da cuenta de un horror solamente sugerido. Tal cosa no es nada menor, todo lo contrario, es fundamental, implica un eficaz juego con los códigos narrativos para hacerlos estallar, para jugar sofisticadamente con lo evidente y construir desde allí un espacio sugerido que se torna inmanejable e inquietante. Sin jactancias pero con refinamiento, tan divertida como siniestra, Servant propone un comienzo fascinante y arrasador que, quizás, debería haberse resuelto más rápidamente.

Apuesta a nuevos misterios

Dorothy es una periodista que acaba de salir de una especie de estado catatónico; Sean, su marido, es un chef “experimental” que ha perdido el sentido del gusto, Leanne, la niñera, es una joven religiosa que parece una caja de secretos, y Jericho es el bebé en torno al cual gira todo. El punto de vista dominante es el de Sean, pero jugando al contrapunto con Leanne. Poco más debería decirse, que baste la afirmación de que el primer episodio es una pequeña maravilla, y que el segundo lo sigue discreta pero eficazmente. El estiramiento algo endeble se comienza a sentir a partir del tercero, y no deja de hacerlo hasta el quinto, él último emitido hasta el momento. Cabe volver a decir que esa sensación de debilitamiento progresivo de la serie se debe no sólo a falencias narrativas, sino también y en parte a la contundente apuesta del primer episodio. Allí se juega, sino todo, mucho. El siempre errático Shyamalan, tras la ejecución de unas tres películas pequeñas y poco personales (Los huéspedes, Fragmentado, Glass), retoma la elegancia de sus mejores momentos, de sus más logradas películas que, aunque siempre desparejas, ostentaban un cierto refinamiento formal y proponían ideas a veces brillantes que no terminaban nunca de hacer cuerpo en el relato, salvo, eso sí, en El Protegido. Se puede recordar que, no hace mucho tiempo, participó de otra serie destacable, Wayward Pines, un divertidísimo coqueteo con el cine clase B más desquiciado que se burlaba de los lugares comunes más frecuentas en las series de la senda Lost. Aquí, en Servant, asumiendo la tarea de construir la base del universo de la serie, lo hace nuevamente con creatividad y con estilo, pero el problema es que lo que le sigue no está nunca a esa altura. La mano en la puesta en escena se nota, los siguientes episodios pierden cierta distinción, y el relato comienza a extenderse de modo innecesario y poco seguro, apostando a agregar pequeños nuevos misterios en cada emisión sin profundizar lo ya expuesto. Sin embargo, claro, no es que pierda el interés, lo que pierde irremediablemente es un posible lugar destacado en el mundo de las series de este año.

Servant es otra de las apuestas de la nueva plataforma Apple (See, The morning show), se hizo un lanzamiento con tres episodios juntos para luego estrenar uno semanalmente, todos con una duración de alrededor de media hora. Shyamalan participa de la producción y dirige los episodios 1 y 9. Diabólica y por momentos graciosa, Servant aborda de modo siniestro ciertos aspectos oscuros de la maternidad y la paternidad, del reconocimiento y de su imposibilidad, de lo propio y de lo ajeno, y de los límites siempre imprecisos entre la locura y la cordura. ¿Quién está loco y quien está sano? E incluso, viniendo de la mano del creador de Sexto sentido, ¿quién está vivo y quién está muerto?

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