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Sergio Berni, un emergente de este tiempo convulsionado que vive la Argentina.

En la calle son más los que lo alientan que lo que los putean. Es uno de los políticos con mejor imagen. Quién es Sergio Berni, el personaje más controversial y cautivante de la fauna política argentina


Por Mauro Federico/ Puenteaereodigital

El mundo se preparaba para entrar a una de las guerras más cruentas de la historia de la humanidad. Sin embargo, en los Estados Unidos se respiraba un aire distinto. La Gran Depresión comenzaba a mostrar su color crepuscular y surgían signos de bienestar que se traducían en una mayor esperanza de futuro. Los niños veían nacer los largometrajes de dibujos animados con Blanca Nieves y los Siete Enanos, mientras los adultos tenían un héroe de carne y hueso en el nuevo campeón de los pesos pesados, el gran Joe Louis. Como contraste, en Alemania ascendía al poder uno de los más grandes villanos de la historia: Adolf Hitler. En ese contexto, el 18 de abril de 1938 llegó a los puestos de revistas de Estados Unidos una publicación que se volvería mítica: Action Comics. Era una antología de historias con personajes fabulosos, entre los que resaltaba un forzudo bienhechor que marcó el inicio del género de superhéroes: Superman.

El “hombre del mañana” –creado por el guionista Jerry Siegel y el dibujante Joe Shuster– condensaba los anhelos de la época, además de mantener algunos de los tópicos de los héroes del momento. Era el forzudo que se oponía a cualquier tipo de injusticia, así fueran provocadas por los políticos corruptos o los científicos locos de países europeos, a los que enfrentaba con sus habilidades sorprendentes, pero sobre todo con el poder moral de hacer lo correcto. Superman trabaja solo contra viento y marea. Asume el heroísmo incluso a veces a costa de defender una causa que no es popular, poniéndose del lado de alguien que no parece amigable para las mayorías.  Entiende a las personas que están en la periferia y reconoce cuándo necesitan que alguien los defienda.

Al igual que ese ficticio y contradictorio superhéroe de los comics, Sergio Berni es un emergente de este tiempo convulsionado que vive la Argentina. Si bien no es un personaje nuevo en el escenario político porque forma parte de la “clase” dirigencial y la integra desde hace, al menos, dos décadas, tiene características que lo distinguen de sus pares y lo colocan en un nivel de consideración social diferente al resto. Y esas “formas” cobraron dimensión en estas últimas semanas cuando recuperó protagonismo en medio de una pandemia que postergó la discusión de otros temas, como por ejemplo la eternamente irresuelta problemática de la seguridad ciudadana. Pero la cuarentena se aflojó y, en consecuencia, reemergieron los delitos. Y con ellos, la reacción del Estado, inmerso en el seguimiento y la atención de los casos de coronavirus. La combinación ideal para un funcionario que es militar, médico, abogado a la vez y que hoy ostenta el cargo de ministro de Seguridad en el distrito más castigado por el COVID–19.

Berni es directo, tan frontal como brutal y no sabe transitar los caminos de la corrección política a la hora de efectuar declaraciones. Pero curiosamente genera adhesiones entre los integrantes de una comunidad decepcionada con la respuesta de los gobiernos ante un flagelo que asoma sus amenazantes garras en medio del desolador panorama social. ¿Por qué este hombre –que genera tanto admiración como rechazo en la sociedad– destaca entre la media de una clase política desacreditada?

Imagen y semejanza

Un sondeo realizado durante la primera semana de junio de 2020 coloca a Berni entre los cinco dirigentes con mejor imagen positiva de la provincia de Buenos Aires, con casi el cincuenta por ciento de opiniones favorables (buena o muy buena). De hecho, analizando los resultados del estudio se desprende que en el diferencial de imagen (relación positivo-negativo), Berni se coloca en el segundo lugar, sólo superado por Alberto Fernández. Para Shila Vilker, de la consultora Trespuntozero, “tiene un gran rendimiento en la Tercera Sección electoral, fundamentalmente en los sectores medios y medio-bajos, lo que lo coloca entre los políticos mejor posicionados”.

Otra empresa dedicada a la evaluación de la opinión pública (Clivajes) también puso en la mira al ministro de Seguridad de Axel Kicillof y obtuvo una aprobación del 58 % para su gestión en una de las áreas más complicadas de la administración pública bonaerense. En diálogo con #PuenteAereo, el analista Federico González opina que la figura de Berni “es un misterio” y para entenderlo es imprescindible ponerlo en el contexto correspondiente. “En su narrativa personal, es un Rambo, característica que traslada a su condición de animal político y, como tal, tiene un plan con el que aspira a llegar muy alto, su ambición no tiene techo”, afirma González.

En complicidad con el autor de esta nota, el muy buen analista político Raúl Timerman preguntó a sus seguidores de twitter cómo veían a Sergio Berni. Las respuestas fueron centenares y arrojan una aproximación interesante de lo que piensa un segmento de la sociedad. “Una mezcla de Rambo con cura villero”, escribió Luis Volonnino. “Un tipo que no necesita que lo espíen porque no oculta nada”, apuntó una tal Luissa Lane. “Alguien que ejerce su función, no rosqueando desde Barrio Norte, sino en la primera línea del conurbano, en el medio del coronavirus”, sostuvo Guillermo Calandrino. “Controversial y talentoso, imprescindible en cualquier gobierno K”, sentenció Carlos Ivanoff. “Lo más parecido a Putin”, dijo Estelita. “Yo estoy del lado Berni de la vida”, remató Corcho Chianelli. Tal vez en esta última definición exista un punto de insoslayable importancia en cualquier consideración analítica.

Hay dos lados. Y Berni está claramente posicionado en uno de ellos. Sin embargo, logra concitar el interés y la atención de sectores que nunca se identificaron con el peronismo y que, incluso, ni siquiera votaron al Frente de Todos en los últimos comicios. “Berni logra emerger entre esa grieta como una referencia para quienes, sin ser partidarios de ninguna fuerza política, se encuentran en veredas opuestas a la hora de opinar sobre los temas de la agenda cotidiana y eso lo transforma en un personaje muy interesante para la política, porque el ciudadano de a pie lo percibe como alguien que actúa desde el sentido común”, concluye Timerman.

Archienemigos

El contrapunto más ríspido dentro del espacio del Frente de Todos desde que asumió el poder en diciembre pasado lo protagonizaron la ministra de Seguridad de la Nación Sabina Frederic y el propio Berni. A la diferencia de miradas ideológicas y de formas, la semana pasada se sumó la crítica del bonaerense por la presunta inexistencia de apoyo brindado a la provincia por parte del estado nacional. “Ninguna”, fue la respuesta repetida en dos oportunidades por el ministro bonaerense a la pregunta del periodista Luis Novaresio acerca de qué tipo de ayuda recibía del gobierno de Fernández.

Sin embargo, el dato no es correcto. Mientras Berni participaba de la entrevista en Animales Sueltos, funcionarios del gabinete de Frederic llevaban a cabo un operativo de seguridad en Moreno. Pero no era el único. “Durante la cuarentena hemos efectuado unos treinta operáticos dinámicos en territorio bonaerense, veintiuno a cargo de la Gendarmería y nueve de la Prefectura, además de las acciones motorizadas por la Mesa Conjunta de trabajo con las autoridades comunales y los coordinadores regionales”, confiaron desde la cartera nacional.

“Además no es cierto que no tengamos diálogo con la provincia, hablamos con el gobernador, con su jefe de Gabinete Carlos Bianco, con el ministro de Desarrollo Humano Andrés Larroque y coordinamos acciones cotidianamente”, aseguraron fuentes del edificio de Gelly y Obes. “El problema es este hombre, que es un irresponsable y un misógino que no le aporta nada al gobierno en este momento”, concluyeron.

Soldado de cristina

En 2012 Berni se desempeñaba como secretario de Seguridad de la Nación. Luego de insistir durante semanas, el funcionario aceptó dar su primera entrevista para un medio periodístico. Aunque parezca extraño, por entonces el funcionario era reacio a las presentaciones mediáticas. Quien escribe estas líneas concurrió al despacho, ubicado en el edificio que tiene la Gendarmería Nacional sobre la avenida Paseo Colón, en el barrio de San Telmo para concretar el esperado reportaje. Mientras contestaba las preguntas, Berni monitoreaba de reojo las pantallas que estaban en una pared lateral de la oficina, hasta que de pronto su mirada quedó fija en los plasmas. En un discurso ante la Asamblea de las Naciones Unidas, Cristina Fernández de Kirchner le contestaba a la por entonces titular del Fondo Monetario Internacional Christine Lagarde, que había intentado presionar a la Argentina para que modificara su sistema nacional de estadísticas. Los ojos de Berni se llenaron de lágrimas. Emocionado, dio un golpe en el escritorio y exclamó: “Puta madre, qué huevos tiene esta mina, carajo”. Estaba evidentemente conmovido por las palabras de la presidenta, SU presidenta. No actuaba. Era real.

Berni siempre se consideró un “soldado” de Cristina. Desde que se desempeñó como Jefe de Cirugía primero y director después del hospital de 28 de noviembre (una recóndita localidad santacruceña donde vivió durante 14 años y ejerció una de sus pasiones), el teniente coronel que hizo su residencia en el Ejército Argentino y luego se graduó como abogado, dedicó su vida a la militancia dentro del espacio político que heredó desde la cuna: el peronismo. Pero fue de la mano del kirchnerismo que conoció la política a gran escala. Cuando Néstor llegó a la presidencia y su hermana Alicia asumió como ministra de Desarrollo Social, Berni se trasladó a Buenos Aires para ocupar un estratégico cargo en esa cartera donde coordinó la relación del Ejecutivo con las organizaciones populares. Al asumir Cristina, lo convocó para ocupar uno de los sillones más calientes de su gabinete: la secretaría de Seguridad.

“Cristina siempre le dio patente de corsario para que actúe libremente, con la condición de que le reportara directamente, como parte de una estrategia en la que claramente ella tiene el rol de ideóloga y él el de soldado que quiere mostrarse leal y eficiente”, dice González. “Pero además de lucirse ante su referente, también espera la bendición de ella a la hora de una decisión trascendental, como puede ser una eventual designación a un cargo o una candidatura”, agrega.

Aún alejado del gabinete nacional, en el actual contexto, Berni cobra un rol trascendental para el kircnerismo paladar negro. “Es el que tiene que ejercer el carácter disruptivo, marcándole la cancha a Alberto (Fernández) cuando –por ejemplo– critica la política de seguridad de su ministra (Sabina Frederic), lo cual es funcional a la estrategia de Cristina”, apunta González. Y concluye: “aunque a veces pueda parecer un outsider, no lo es y en cualquier momento puede transformarse en lo que fue Amado Boudou en su momento (elegido como vice), o el propio Alberto, el año pasado, es decir el señalado por la Jefa para ocupar una candidatura que forme parte de la estrategia de poder del kirchnerismo”.

El hombre

Aveces se soslaya en el análisis político la perspectiva humana, la que pueden aportar aquellos que conocen al personaje desde otro lugar más personal, más íntimo. Al ser consultado para esta nota sobre cómo se definiría, Berni declinó la invitación. “Mejor pregúntenle a Agustina”, respondió. Para su compañera de vida, la senadora provincial Agustina Propato “Sergio es un distinto, un inasible, un hombre libre en la toda la amplitud del término, valiente desde lo físico y desde lo espiritual, de nobles valores y espíritu indomable, dispuesto a la acción, pero también estudioso de los libros”.

La legisladora –de larga militancia social– recurrió a una anécdota para definir a su esposo y padre de su hijo Juan. “Una vez un compañero, el Oso, lo definió como un Samurai, se lo imaginaba en esa Patagonia austral, en donde Sergio vivía, sentado frente a la imagen de la confluencia de los dos océanos, y decía que solo con el espíritu entrenado de un Samurai podía ver esa confluencia, con la paz de un sabio que interpreta y convive con las tensiones naturales”.

Para finalizar, Propato expresó algo que puede ser tomado como un deseo (o un vaticinio): “Si esta fuera una descripción póstuma diría que Sergio es un Quijote, pero como no lo es, tengo expectativas que sea un hombre que contribuya a un cambio decisivo en la historia de nuestro país”.

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