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Espiritualidad y la identidad feminista

Ser católica y feminista, una práctica de desobediencia

Desde hace 30 años, Católicas por el Derecho a Decidir trabaja por los derechos de las mujeres y disidencias sexuales en Argentina. Fue una de las impulsoras de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito y actualmente reúne a cristianas de diversas edades


Mariángeles Guerrero / Especial para El Ciudadano

¿Se puede ser católica y a la vez feminista? ¿Se puede ser feminista y enseñar catequesis e ir a misa? La experiencia de 30 años de trabajo ininterrumpido de Católicas por el Derecho a Decidir (CDD) en nuestro país prueba que profesar la fe cristiana y tener un posicionamiento político en defensa de los derechos de las mujeres no son caminos necesariamente contradictorios. En el marco del avance contra los derechos conquistados en Argentina, las cristianas feministas vuelven a posicionarse: “Exigimos un Estado presente, que promueva políticas para nuestro pueblo y no para quienes pretenden lucrar con el dolor ajeno”.

Pate Palero es la directora ejecutiva de CDD Argentina. “Ser católica por el derecho a decidir tiene una implicancia de profunda desobediencia y de profundo cuestionamiento de los dogmatismos. Me convoca poder asumirme como feminista sin abandonar lo que me enseñaron en mi familia sobre cuál es el mensaje de Jesús y cómo sentimos y vivimos el Evangelio”, define.

La entrevistada relata que es en la adolescencia o en la juventud, “cuando empezamos a revisar nuestra identidad y sentimientos sexoafectivos, que nos encontramos por parte de la institución con la negación a mirar ese mensaje en clave democrática”. La participación en la organización significa, en sus palabras, “poder revertir esa sensación de expulsión”. Y añade: “También es un lugar de cuestionamiento de los dogmatismos dentro de los propios feminismos. Nosotras creemos que esta mirada espiritual le aporta a los feminismos flexibilidad y empatía y que aumenta la posibilidad de pensar en la diversidad”.

Ese toma de posición para vivenciar la espiritualidad y la identidad feminista tiene su correlato en un compromiso expreso con la democracia. Así lo evidencia el posicionamiento de la organización ante la reciente asunción de Javier Milei como presidente. “Ante el cambio de gestión política, volvemos a traer a la memoria a quienes apostaron y abrieron camino para fortalecer la institucionalidad política, a la vez que advertimos sobre los gestos y expresiones de algunas dirigencias que socavan la credibilidad y continuidad de los derechos conquistados”, manifestaron el pasado 10 de diciembre.

Sobre la relación de Católicas con la jerarquía de la Iglesia Católica, Palero comenta: “Siempre hemos sido muy críticas de la institución y de la jerarquía. Le hemos reclamado al Papa Francisco por esos mandatos de moral sexual que tienen mucha hipocresía dentro de nuestras comunidades religiosas”. 

Al respecto, considera: “Hay una pequeña transformación, un giro respecto de estos temas muy a tono con la demanda de las nuevas generaciones. Ahí vemos una oportunidad. Pero nos preocupa que hay gestualidades que no se corresponden con transformaciones efectivas, sobre todo en lo que tiene que ver con las situaciones de violencia que se dan en las iglesias”. 

 

Teología feminista para iglesias sin violencias

Natalia Rodríguez es la coordinadora de Diálogo Ecuménico e Interreligioso de la CDD Argentina. A partir de su participación en la Orden de los Claretianos, en Córdoba, y del trabajo que allí realizaba con poblaciones económicamente vulnerables, encontró en Católicas una clave para abordar las problemáticas de género que veía cotidianamente: la teología feminista. “La teología feminista nos abrió la puerta para llevar otra perspectiva diferente a la de las teologías patriarcales y nos permitió pensar estas luchas como mujeres de fe en favor de nuestros derechos”, afirma.

Al respecto, explica: “La teología es una reflexión sobre lo sagrado, de ahí la raíz teo. Es un conocimiento acumulado a través de los siglos, a partir de la experiencia de diferentes pueblos con lo sagrado. La teología cristiana ha sido tradicionalmente patriarcal, ve a Dios como varón sagrado; y la teología feminista entra a cuestionar esa imagen de Dios”. 

Católicas por el Derecho a Decidir tuvo un rol clave en la formación de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, que conquistó la legalización del aborto voluntario en 2020.

 

“Todas las religiones, las espiritualidades y los pueblos tienen diferentes maneras de referirse a esa dimensión sagrada. En el caso cristiano lo llamamos Dios y las teologías feministas cuestionan esa imagen del varón para nombrar a lo sagrado. Las teologías feministas traen otros imaginarios sobre ese Dios. En particular, uno que sea mucho más cercano a la experiencia de las mujeres y de las diversidades”.

¿Qué implica la concepción teológica patriarcal en la práctica? Rodríguez señala: “En cada una de nuestras comunidades hay una bajada por parte del clero sobre lo que se puede y lo que no se puede hacer. La última palabra la tienen los varones. Y las mujeres siempre estamos en un rol de servicio, que es algo que todo el tiempo se recalca de nosotras: la capacidad de servicio, de cuidado, de maternar”.

Esa jerarquía entre varones y mujeres no sólo se manifiesta en quiénes toman las decisiones al interior de una parroquia o del propio Vaticano, donde las autoridades siempre son varones, sino también en la invisibilización de las violencias que sufren las mujeres, las infancias y las disidencias sexuales en esos ámbitos. La forma de violencia más visibilizada son los abusos sexuales, aunque también hay situaciones de discriminación por la orientación sexual, por la elección de pareja o por haberse realizado un aborto; o trabajos que no se pagan porque son presentados como una forma de servicio a la comunidad, como la limpieza de las parroquias o de las casas de los sacerdotes.

Rodríguez indica que la base de estas relaciones desiguales es el abuso de poder que se sustenta en el abuso de conciencia. “En esta estratificación que se da dentro de la institución de quiénes son los mediadores de lo sagrado, quiénes son los que interpretan las Escrituras y quiénes poseen ese orden sagrado dentro de la Iglesia Católica, se pone a esos varones en un lugar de poder y de referencia que muchas veces es utilizado para manipular, para ejercer violencia y para coartar la libertad de quienes están dentro de la misma institución”. La entrevistada agrega: “Ahí aparece la cuestión de la obediencia, de ser cordero, de estar siempre al servicio y de no cuestionar porque es ‘lo que Dios quiere de nosotras”. 

Además, advierte la necesidad de tomar conciencia sobre el tipo de relación que se sostienen en las comunidades de fe y de que los espacios eclesiales también sean espacios seguros para las mujeres y para las diversidades. Al respecto, expresa: “Vivir la espiritualidad, en relación puntualmente con el catolicismo, implica cuestionar el poder de nuestras jerarquías, ese poder que tradicionalmente ha mediado entre las personas y Dios, que nos ha dado una sola interpretación de los textos sagrados y con eso ha creado una estructura piramidal como lo es la Iglesia Católica Apostólica Romana”. La joven concluye con una frase que sintetiza su punto de vista: “Donde Dios es varón, los varones se creen dioses”.

 

30 años de historia

Los orígenes de Católicas se remontan a 1993, en Córdoba. En Colonia Caroya se llevó a cabo un encuentro en el participó la teóloga feminista brasileña Ivonne de Guebara. Allí estuvo también Marta Alanis, una militante de larga trayectoria que por entonces participaba en comedores comunitarios en Córdoba, articulando cotidianamente con la organización Cáritas. 

 

Marta Alanis, fundadora de Católicas por el Derecho a Decidir en Argentina, junto a Pate Palero, directora ejecutiva.

 

El contexto internacional era de avance para los derechos de las mujeres. La Declaración de Beijing y la Conferencia de El Cairo reconocían, respectivamente, la necesidad de avanzar hacia la igualdad de género y de que haya políticas estatales para evitar los abortos inseguros. Ese marco de discusión y la influencia de la teología feminista llevaron a Alanis a pensar en el armado de Católicas por el Derecho a Decidir en Argentina. La organización Catholics for choice ya existía en Estados Unidos desde 1973.

Para 1996 ya había una red de Católicas en América Latina, articulación conformada actualmente por CDD Argentina y sus pares en Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, España, México, Nicaragua, Paraguay, Perú y República Dominicana. 

Pero el camino no fue fácil. En sus primeros años, CDD Argentina fue denunciada por la organización también católica Portal de Belén, que tiene un largo derrotero de presentaciones judiciales contrarias a los derechos de las mujeres. La denuncia fue radicada ante la Dirección de Inspección de Personas Jurídicas. El objetivo: que se le retirara la personería jurídica de asociación civil que Católicas había obtenido en 1998. La razón: que en su estatuto se pronunciaban en favor del derecho al aborto. Finalmente, el Poder Judicial falló en favor de las cristianas feministas.

A lo largo de sus 30 años de historia, Católicas tuvo un rol clave en la consecución de normas como la Ley de Salud Sexual y Procreación Responsable y, más recientemente, la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. De hecho, fue una de las impulsoras de la creación de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito en 2005.

Palero recuerda la inauguración de la Campaña como “algo muy novedoso y esperanzador”. Y expresa: “Fue el primer espacio que yo sentí efectivamente participativo, democrático, horizontal, federal y de incidencia directa en la transformación social. En ese momento no imaginábamos que en el 2020 íbamos a tener nuestro objetivo cumplido”.

Con motivo del tercer aniversario de la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, este 30 de diciembre, desde Católicas expresaron: “En tiempos en que el poder amenaza los derechos y conquistas más elementales, en momentos convulsos que nos mantienen en alerta para defender las bases mismas de esa democracia que tanto nos costó, volvemos a abrazar la potencia de la lucha colectiva y la unidad”.

Actualmente, la organización cuenta con la Red de Jóvenes Católicas y la Guardia Feminista de Abogadas Católicas por el Derecho a Decidir. También realiza un trabajo intercultural con mujeres de los pueblos originarios y tareas de incidencia con los diversos niveles del Estado en favor del cumplimiento de las leyes vigentes. A su vez, desde el espacio ecuménico que coordina Rodríguez, dialoga con creyentes de otras religiones.

 

Un encuentro con el Papa

“Muchas veces se nos ha cuestionado si somos realmente feministas por ser católicas y otras veces nos cuestionan si verdaderamente somos católicas por estar en espacios feministas”. Quien habla es Milagros Acosta, catequista e integrante de la Red de Jóvenes Católicas, que reúne a 25 jóvenes de Córdoba, Santiago del Estero, Salta, Río Negro, Chaco y Buenos Aires. 

Oriunda de Santiago del Estero, Acosta fue una de las participantes del documental “Amén. Francisco responde”, que muestra el encuentro del Papa con diez jóvenes de diferentes edades y procedencias para tratar temas como el derecho al aborto, la diversidad sexual y la igualdad de mujeres en la iglesia.

“¿Si no fuera feminista, sería mejor cristiana?”, le preguntó Milagros a Francisco durante ese encuentro. Además, le entregó el pañuelo verde que simboliza la lucha de las mujeres por el derecho a abortar. Tras esa experiencia, la joven reflexiona: “Si bien el Papa Francisco tiene un discurso mucho más flexible en cuanto a la escucha, creo que se queda solamente en la escucha. Por ejemplo, con la identidad de género: hay una apertura dentro de la Iglesia en cuanto a que las puertas están abiertas. Pero de ahí a que en la práctica realmente no haya violencia, dejame dudarlo. Con otras cuestiones como el aborto o la teología feminista, hay muy pocos avances”.

Y cita otro ejemplo: “A veces cuando una mujer denuncia que sufrió violencia de género por parte de su pareja, en lugar de apoyarla le dicen que el amor soluciona todo y que tiene que aguantar porque es su familia”. Para la joven, “la Iglesia podría ocupar un rol fundamental de sostener y cuidar, pero muchas veces ejerce más violencia y obstaculiza los derechos de las mujeres”.

Notar esas situaciones de injusticia no la alejan de su fe, sino al contrario. “Católicas por el Derecho a Decidir me ayudó a poder cuestionar las estructuras de la Iglesia y denunciar las violencias que existen en esos espacios, para construir un espacio común seguro y de justicia social”. Y añade: “Cuando me escuchan decir que soy católica y feminista, muchas veces hay sorpresa. Esto muestra la importancia de no renunciar a tus derechos y a la vez vivir una fe con libertad”.

En el final de su testimonio, Acosta es contundente: “Yo pensaba que apoyar el aborto legal iba a ser contradictorio con mi identidad católica. Pero gracias a Dios pude conocer esta organización que me permite defender mis derechos y posicionarme como militante, católica y feminista. Me parece importante que todas las personas que tengan fe, porque hay muchas personas aquí en Argentina que tenemos una fe muy fuerte, sepan que pueden conservarla y asimismo cuestionar las violencias que ocurren dentro de la institución. Eso no te hace ser menos católica”.

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