País

Encubrimiento en la Iglesia

Secretario del arzobispo de Paraná a juicio por los abusos

El proceso que terminó en pena de 25 años de prisión al cura Justo Ilarraz por delitos contra siete seminaristas de entre 10 y 14 años es una Caja de Pandora: el religioso más cercano a Juan Puiggari ocultó lo que sabía y amenazó a una víctima. Un cordobés extorsionó para que lo ordenen sacerdote


Elevaron a juicio oral la causa en la que se imputa por falso testimonio al cura Mario Javier Gervasoni, secretario privado del arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari.

El cura Justo José Ilarraz quedó condenado hace cuatro meses a 21 años de prisión por el abuso de siete chicos de entre 10 y 14 años cometidos mientras se desempeñaba como prefecto de disciplina y guía espiritual en el Seminario Nuestra Señora del Cenáculo de Paraná, entre 1985 y 1993. Hubo reticencias de la Iglesia entrerriana para colaborar con la Justicia en el proceso, que comenzó a instruirse hace cuatro años. Ese encubrimiento tiene al menos un nombre y apellido y, ahora, proceso. La jueza de Garantías Marina Electra Barbagelata resolvió este miércoles la remisión a juicio oral de la causa en la que se imputa por falso testimonio al cura Mario Javier Gervasoni. No es un religioso cualquiera: es el secretario privado del arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari.

Gervasoni está acusado por los delitos de falsedad y reticencia en su declaración como testigo –en la etapa de instrucción– de la causa que investigó los abusos y corrupción de menores de Ilarraz en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo, de Paraná. La condena de primera instancia, ya apelada, fue de 25 años de cárcel.

El secretario privado del arzobispo paranaense declaró el 8 de abril de 2015 en los Tribunales de la capital entrerriana. No contó todo lo que sabía del caso Ilarraz y de los abusos en el Seminario. Esa conclusión sacó la Procuración en base a los testimonios de Hernán Rausch, una de las víctimas de Ilarraz, y de los testigos José Carlos Wendler y Leonardo Tovar. Todos ellos serán testigos en el juicio a Gervasoni. El fiscal Juan Francisco Ramírez Montrull quiere también que declaren los sacerdotes José Estanislao Zapata y Jorge Charreun, y el abogado Milton Ramón Urrutia. Si Gervasoni es considerado culpable, le cabe una pena de prisión condicional de un año y medio por el delito de falso testimonio.

El juicio contra Ilarraz, que abre derivaciones múltiples, es el segundo en Entre Ríos contra un integrante de la Iglesia católica por abusos. El anterior terminó hace exactamente un año con la condena a 25 años de prisión efectiva al cura Juan Diego Escobar Gaviria.

Fidelidad debida

Gervasoni intentó eludir la acusación en su contra, pero no lo consiguió. La jueza Barbagelata rechazó este miércoles un planteo de nulidad del representante legal del cura, Guillermo Vartorelli. El abogado invocó un acta firmada por el vicecanciller de la curia, José Rodríguez, con un “juramento de fidelidad” por parte de Gervasoni a la Iglesia. Argumentó que ese compromiso lo exime de cualquier acusación de retacear información sin antes ser relevado del secreto profesional del oficio de cura. El fiscal Montrull lo cruzó: “Se le recibió declaración con todas las garantías. Y se le hizo notar la importancia del deber cívico de declarar. No tenía ningún deber de guardar secreto. En su declaración fue reticente”. Y continuó: “¿El secreto para qué? ¿Para resguardar al arzobispo? Pero el arzobispo declaró, aunque lo hizo por escrito, y no alegó ningún secreto cuando declaró en la causa Ilarraz. Acá no se afectó ninguna garantía que amerite nulidad”. La jueza avaló el rechazo a ese descargo: “El secreto –dijo– se refiere a hechos que pudiera conocer en confesión, pero no a actos administrativos propios de la Iglesia, como una investigación interna”.

El Ministerio Público Fiscal acusa a Gervasoni por “haberse pronunciado con falsedad y reticencia, ocultando datos al juez, datos que no podía ignorar por el rol protagónico de secretario del arzobispo, con quien convive” en la residencia episcopal de la Costanera Alta. Fue cuando Gervasoni declaró como testigo en la causa Ilarraz, en 2015.

“No te metas con el arzobispo”

El fiscal Montrull citó un incidente que protagonizó una de las víctimas de Ilarraz, Rausch, quien luego se trabajó como administrativo en el Colegio del Huerto, cuyo edificio es vecino al de la curia. Hasta allí se acercó Gervasoni para amedrentar al testigo: “No te metas con Puiggari”, le dijo en relación al juicio tramitado contra Ilarraz que, en algunos aspectos, toca al arzobispo. El 12 de abril último, a horas del inicio del juicio por abuso sexual y corrupción de menores que enfrentó Ilarraz, el arzobispado de Paraná pidió perdón en un comunicado “por no haber sabido cómo actuar en el caso”. Las víctimas y sus familiares no lo aceptaron.

Caja de Pandora: acusador y extorsionador

Hay más circunstancias que comprometen al secretario del arzobispo. Varios testigos del juicio a Ilarraz hicieron mención a una tensa charla de 1998 en el Seminario de la que, entre otros, participaron Gervasoni y el ahora sacerdote cordobés Néstor José Pucheta, en ese momento seminarista. El joven mediterráneo estaba enojado. Las autoridades eclesiásticas de Entre Ríos, donde estudiaba, le frenaban su ordenación en base a los malos conceptos que tenían de él. Peleó por sus aspiraciones, y de la peor manera aunque con éxito. Amenazó con contar lo que sabía sobre los abusos del hoy condenado Ilarraz. “Modifiquen esos informes porque, si no, al otro día van a tener las cámaras de televisión en la puerta del Seminario porque voy a contar lo que El Gallego les hizo a los chicos”, repitieron algunos testigos en mayo pasado esas palabras de hace 20 años. Al cordobés le limpiaron las malas notas y siguió su carrera religiosa, pero ahora está acusado por extorsión en base a esas revelaciones, que Gervasoni no mencionó. Pucheta conocía desde 1995 los abusos con los que extorsionaba. Lo sabía por los relatos de uno de sus entonces colegas seminaristas, víctima de Ilarraz que declaró en el juicio en su contra bajo las iniciales DC.

La Oficina de Gestión de Audiencias de Paraná debe resolver ahora la fecha del juicio contra Gervasoni.

 

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