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Tendencias de transporte

Se triplicaron viajes de rosarinos en avión a destinos internacionales

A su vez Rosario se ha convertido en uno de los cuatro sitios predilectos para visitar por parte de turistas provenientes de Buenos Aires, que durante las recientes vacaciones de invierno eligieron al tren como medio de transporte.


Vengo en tren; voy en avión. Los rosarinos se vuelcan cada vez más por la vía aérea en busca de los nuevos destinos internacionales que ofrece el aeropuerto ‘Islas Malvinas’. Y a su vez Rosario se ha convertido en uno de los cuatro sitios predilectos para visitar por parte de turistas provenientes de Buenos Aires, que durante las recientes vacaciones de invierno eligieron al tren como medio de transporte para llegarse a la ciudad Cuna de la Bandera.

Desde Rosario, en avión

El Aeropuerto Internacional Rosario incrementó sus destinos al exterior. Y en el primer semestre del año, desde la aeroestación de Fisherton se triplicaron los viajes de pasajeros hacia el extranjero con relación al mismo período de 2015. Así lo determina un relevamiento realizado por la Empresa Argentina de Navegación Aérea (Eana), a través de datos proporcionados por el Sistema Integrado de Aviación (Siac).

Entre 2015 y 2017 crecieron las conexiones internacionales sin tener que despegar o hacer transbordo en el Aeroparque Metropolitano ‘Jorge Newbery’ de Capital Federal. Según el informe del Siac, en lo que va del año se registraron 243 mil viajes de pasajeros al exterior desde Rosario. O sea, una cifra que se triplicó con relación al primer semestre de 2015.

El sector aerocomercial argentino sigue creciendo a través del plan denominado ‘La revolución de los aviones’ que impulsa el gobierno nacional. De hecho entre enero y julio de este año volaron entre Rosario y el exterior unos 243 mil pasajeros. En el mismo período pero de 2015, se registraron 82 mil vuelos internacionales desde Fisherton. Además la cifra actual duplica los reportes de 2016, cuando viajaron 108 mil pasajeros al extranjero.

En dos años, el aeropuerto de Rosario pasó de ofrecer 3 a 5 conexiones internacionales. Y ahora opera con San Pablo, Río de Janeiro, Panamá, Lima y Santiago de Chile. En el ámbito nacional, la tendencia se replica en el crecimiento exponencial de pasajeros al exterior, sin tener que transportarse hasta Buenos Aires.

A nivel nacional se duplicó la conectividad de pasajeros que desde el interior del país buscan destinos internacionales. En el primer semestre de 2017, viajaron un total de 1.148.000 personas. Se trata de más del doble de personas que voló en el mismo período de 2015 (561 mil pasajeros) y de un 65 por ciento más que el 2016 (695 mil pasajeros).

Las cifras récord del sector aéreo argentino se deben a una ampliación en la red de vuelos federales. Es que el Ministerio de Transporte de la Nación, en 18 meses de gestión, sumó nuevas provincias que conectan con el exterior y 20 nuevas conexiones entre ciudades del interior del país con destinos internacionales.

Por ejemplo, la ciudad de Córdoba que en 2015 operaba 6 rutas hacia el exterior, ya suma 10 destinos: Panamá, Lima, San Pablo, Río de Janeiro, Salvador de Bahía, Porto Seguro, Madrid, Asunción, Santiago de Chile y Santa Cruz de la Sierra.

Hacia Rosario, en tren

Entre el 14 y 28 de julio pasados se vendieron 5.812 pasajes de tren con destino a Rosario. Es decir, 415 por día. El dato también surge de un informe del Ministerio de Transporte de la Nación. La cifra, nada despreciable, evidencia que aun con un servicio que dista de ser óptimo, mucha gente sigue eligiendo viajar por ferrocarril.

En vacaciones de invierno se vendieron 5.812 pasajes en tren rumbo a Rosario.

Contrario a los malos pronósticos de los gurúes de la rentabilidad, el ferrocarril resiste. Durante las vacaciones de invierno, 40.031 pasajeros partieron desde Buenos Aires a distintas localidades del interior. El destino predilecto fue Mar del Plata, con 15.713 viajes. Rosario ocupó el cuarto lugar: 5.812 personas decidieron visitar la ciudad durante el receso invernal. La precedieron Bahía Blanca y Tucumán, con 6.935 y 6.107 viajeros, respectivamente.

La desventaja de viajar en tren desde y hacia Buenos Aires radica en las horas de viaje. Durante gran parte del siglo XX, en poco más de 4 horas el pasajero llegaba a la porteña estación Retiro o a Rosario Norte. Como una maldición del tiempo, la velocidad del tren en 2017 es la del siglo XIX. El viaje dura ocho horas.

Desde la operadora estatal Trenes Argentinos y de la con-cesionaria Nuevo Central Argentino no hay comunicados oficiales sobre tamaña dilación en el servicio. Reducir el tiempo de viaje es crucial para que el ferrocarril vuelva a ser un medio de transporte sustentable y no una aventura pintoresca.

Además de Rosario, otro destino popular fue Córdoba, que registró 3.874 boletos vendidos desde la Estación Retiro durante el receso invernal. El problema de viajar a las provincias es conseguir boleto. Según numerosos testimonios de pasajeros, hay que sacar pasaje por lo menos un mes antes de la partida, lo que resulta engorroso y poco práctico ante cualquier contingencia.

El servicio de ferrocarril de larga distancia dista de ser ideal. También está lejos de lo que alguna vez fue antes del desguace sistemático de años 90. Como sea, la gente sigue soportando los viajes interminables, las escasas frecuencias y la odisea de conseguir boleto.

Las ventajas son la seguridad de evitar las peligrosas rutas argentinas, el precio accesible y, ya en el orden humano, la posibilidad de establecer vínculos con los demás pasajeros.

Hoy, los viajes de larga distancia son en coches nuevos y climatizados. Las formaciones cuentan con un vagón comedor donde se puede comprar comidas y bebidas, que además tiene asientos y mesitas para disfrutar un desayuno, almuerzo o merienda.

Se puede viajar en asientos de primera clase (dos filas de dos asientos cada una) y pullman (más amplios, distribuidos en una fila de una sola plaza y otra de dos). Algunos destinos cuentan con un coche dormitorio especial o camarote. Hay un baño por cada coche y otros adaptados para personas con movilidad reducida. Algunos trenes tienen hasta biblioteca para leer durante el viaje.