Sociedad

Entrevista a Daniel Fridman

“Se propaga un ímpetu emprendedor para lidiar con los problemas laborales”

Con la idea de abordar los modos en que el neoliberalismo delinea nuevas subjetividades, el sociólogo Daniel Fridman se sumergió en los libros de autoayuda financiera


Julieta Grosso / Télam

Con la idea de abordar los modos en que el neoliberalismo delinea nuevas subjetividades, el sociólogo Daniel Fridman se sumergió en los libros de autoayuda financiera –un rubro cuyo éxito apuntaló el norteamericano Robert Kiyosaki con su saga “Padre rico, padre pobre”– y montó un revelador territorio de operaciones que describe en “El sueño de vivir sin trabajar”, ensayo donde analiza cómo el paradigma emprendedor convoca desde una empresa hasta un desempleado que vende productos por internet.

El emprendedor se abre paso en un mundo volátil que restringe las oportunidades laborales y magnifica las exigencias a quienes forman parte del plantel asalariado: ya no es solamente un nicho redituable del mercado editorial que aglutina a lectores solitarios, sino una categoría social que promueven muchos gobiernos como una estrategia de política pública para atenuar el impacto de la desigualdad, la pobreza y el desempleo.

Hace poco más de una década, el emprendedorismo era todavía un fenómeno en ciernes pero el investigador Daniel Fridman, doctorado en la Universidad de Columbia (EE.UU.) y que trabaja actualmente en el archivo de la Universidad de Texas, detectó que podría funcionar como un desvío interesante para abordar el impacto del neoliberalismo sobre la configuración del yo: deseaba obtener evidencia de cómo opera un sistema que promueve precisamente el individualismo y el libre mercado.

—¿No es paradójico que el sistema neoliberal que alienta a los individuos a incorporarse al mercado con prácticas autogestivas sea el mismo que los expulsa de él ya que en muchos casos los adeptos al emprendedorismo son aquellos que han perdido su trabajo?

—Sí, así es. Estamos viviendo tiempos donde se propaga un ímpetu emprendedor cuando en realidad se trata de una manera de lidiar con las dificultades del mercado laboral. Aún así, lo que me llamó la atención son los testimonios de mucha gente que enuncia cierta vergüenza por haber preferido en algún momento la seguridad del empleo por sobre la aventura y la incerteza que te da el mundo de las inversiones. Ese tipo de relatos son contundentes para ilustrar la construcción de una nueva subjetividad impulsada por el neoliberalismo.

—¿En qué medida a los gobiernos les resulta cada vez más útil apropiarse del argumento según el cual los individuos deben librarse de la dependencia que provoca la sociedad de bienestar?

—Eso es lo más fuerte del discurso de la autoayuda financiera: la idea de que nunca los resultados de cualquier iniciativa económica se pueden atribuir a lo que hay por fuera de las decisiones personales. En el contexto argentino la primera reacción es explicar los fracasos por la desestabilización y los continuos vaivenes económicos. La autoayuda financiera trata de desactivar esos discursos bajo la convicción de que esas son excusas, y que si uno obtiene inteligencia financiera y pierde el miedo, la contingencia argentina pasa a ser un dato de la realidad que incluso se puede aprovechar.

—¿Qué lugar ocupan las emociones y las relaciones sociales para ese sujeto económico que analiza el libro, tan autónomo e individualista?

—El neoliberalismo pone el acento en prescindir de la dependencia de todo lo que implique una organización colectiva, ya sea una relación con el Estado, la seguridad social o el empleo. Según la mirada canónica de los libros de autoayuda financiera, todo lo colectivo provoca un achatamiento en el sujeto. Desde la perspectiva neoliberal, el individuo siempre es la fuente de toda la innovación y lo único que hacen las organizaciones colectivas es ahogar esa iniciativa. La familia también aparece de dos maneras: por un lado como aquellos que te educaron para desear seguridad en lugar de libertad, los que te instan a estudiar y tener un trabajo: una estructura que moldea un tipo de sujeto que no es el que pondera el neoliberalismo. Por otro lado, irrumpe al mismo tiempo como motivación, porque muchos expresan que quieren tener libertad financiera para poder disfrutar justamente de la familia.

—Si uno observa el nuevo modelo de negocios que impulsan Uber, Airbnb o Glovo, el emprendedorismo funciona también como una fachada para encubrir la destrucción de los derechos laborales…

—Lo que hacen este tipo de empresas es tomar objetos de consumo personal como el auto en el caso de Uber y la casa en el de Airbnb, para convertirlos en activos con los que se puede obtener ganancia. Estos emprendimientos te hacen ver que tu vida es una inversión y que tus pertenencias forman parte de esa inversión. Todo esto en un contexto en el que los lazos laborales son mucho más precarios que antes. En las sociedades actuales se afianza cada vez más la idea de que uno tiene que convertirse en empresario de sí mismo. Esto está alimentado también por el fenómeno de los rankings, ponerle puntajes al que te lleva en auto o el que te alquila la casa. Así, el puntaje que te coloca una persona que toma tu servicio pasa a ser parte de tu capital.

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