Ciudad

Inesperada caída

Se la tragó una alcantarilla y vive para contarla: “Creí que me moría ahí adentro”

Laura salía de su casa de 3 de Febrero y Suipacha para cruzarse a la panadería cuando "desapareció" en una boca de tormenta. Estuvo dos días internada, tiene inmovilizado el cuello, presenta hematomas en todo el cuerpo y permanece en reposo a una semana del suceso.


Laura tiene 47 años, trabaja en una empresa y vive con sus dos hijos. Tiene inmovilizado el cuello, presenta hematomas en todo el cuerpo y permanece en reposo en su casa de 3 de Febrero y Suipacha, mientras se recupera de la pesadilla que le tocó vivir hace exactamente una semana. “Creí que me moría ahí adentro”, reflexiona la mujer que literalmente desapareció en una alcantarilla sin tapa de la cuadra, cuando cruzaba para ir a hacer compras a una panadería.

La mujer fue socorrida por vecinos y por ocasionales transeúntes que circulaban por el lugar. “Me empezaron a sacar de los brazos y hasta de los pelos. Entre varios hicieron fuerza y lograron sacarme. Me había agarrado una sensación de desesperación porque creí que no podía salvarme. Se me cruzaron muchas cosas en ese momento. Le pedí a Dios que alguien me viera y me saque”, manifestó sobre lo acontecido el jueves pasado tras caer a una alcantarilla sin tapa.

“Entré en pánico y shock. Empecé a transpirar y a desesperarme. Creía que nadie me había visto. Sentía que me iba más para abajo que para arriba. Golpeé mi cabeza contra un caño. Mi pierna había quedado trabada en la boca de tormenta y deseaba que alguien me viera para asistirme. Por mis propios medios me daba cuenta de que no podía salir”, describió al rememorar su desaparición por el desagüe pluvial.

Con desesperación dieron aviso a un servicio de emergencias y a los minutos llegó una ambulancia para asistir a Laura. “Como vieron que no había perdido el conocimiento me colocaron un inyectable, mientras mi hijo discutía con una médica porque no querían trasladarme a un hospital”, relató la mujer. Al día siguiente acudió a la guardia del Hospital Centenario y allí permaneció internada hasta el sábado por la tarde, cuando le dieron el alta.

Laura es celíaca y más allá de los golpes ocasionados por la caída, se levantó descompuesta al día siguiente. “Estaba con vómitos y diarrea. Fui al hospital y me dejaron internada. Me hicieron radiografías y tomografías. Cuando volví a mi casa ya estaba tapada la alcantarilla. El pozo tenía una profundidad impresionante. Tuve una desgracia con suerte. Si se hubiera caído un anciano o un niño, era mucho más grave. Aquella noche salí de mi casa por 10 o 15 minutos y demoré dos horas y media en volver”, recordó.

A una semana del episodio, Laura permanece en casa y aún no pudo reincorporarse al trabajo. “No puedo mover un brazo ni tampoco la cintura. Y todavía siento dolores por los hematomas que tengo. Sé que me voy a recuperar; pero también podría haberme muerto ahí adentro. Mis jefes han sido comprensivos de la situación que estoy atravesando”, contó.

“Salgo a trabajar todos los días a las seis y media de la mañana. Y soy cuidadosa para que no me golpeen ni me roben. También me cuido de que nadie pase a los tiros por la cuadra y recibir un balazo. Ahora no sé si mirar hacia los costados, hacia adelante y hacia el suelo para evitar terminar en un pozo”, ironizó Laura.

En una ciudad como Rosario signada por los frecuentes hechos de violencia armada, Laura decidió enviarle un mensaje a dirigentes políticos. “Ya que no nos pueden solucionar el problema de las balaceras y podemos morir en cualquier momento, al menos que podamos caminar por las veredas y cruzar las calles con seguridad, sin miedo de caernos a un pozo. Es lo mínimo que nos merecemos para no terminar lastimados”, cerró la mujer.

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