Después de dos valiosas experiencias de cine compartidas y del rodaje de un documental, el realizador Alejandro Montiel llega a su primera ficción en solitario con Extraños en la noche, comedia romántica y de suspenso que se conocerá mañana en los complejos de cine locales (y de todo el país), y que registra el regreso del popular cantante y actor Diego Torres al cine tras un paréntesis de nueve años, a quien acompañan en la pantalla grande Julieta Zylberberg, Fabián Vena, Betiana Blum y Daniel Rabinovich.
La comedia Las hermanas L, codirigida con Santiago Giralt, Eva Bar y Diego Schipani; el docu-ficción 8 semanas, con Schipani, y el documental Chapadmalal, son las obras de Montiel que preceden a esta experiencia.
De este modo, el creativo realizador cumple el sueño de la película propia con un género que el cine argentino supo cultivar en la década del 40 que, cuando es de calidad, suele tener una muy buena respuesta de parte del público.
La trama de Extraños en la noche tiene como figuras centrales a Martín (Diego Torres), que sueña con ser concertista de piano, y a Sol (Julieta Zylberberg), que desea tener su propia banda de rock. Porque no se deciden o bien porque la suerte no los acompaña, ambos personajes pasan sus noches sin altibajos: él tocando, y ella cantando, en shows armados para turistas en hoteles de categoría, donde desahogan su soledad.
Lo que ocurre es que, al mismo tiempo en que ambos se entusiasman con poder cumplir alguna vez con sus deseos, una serie de coincidencias los alertan de un suceso en el mismo edificio en el que viven.
“Estamos muy lejos, pero Woody Allen es un referente, incluso su humor, y Martín, el personaje de Diego, tiene esa cosa física de Allen; son personajes que se sienten preocupados por el fracaso, y eso es algo que Diego supo entender muy bien”, explicó el director en diálogo con la agencia de noticias Télam.
“La referencia también está en el cine clásico de Hollywood, de trabajar los decorados de calidad, algo poco frecuente en el cine argentino, del mismo modo que la banda sonora, tratando de seguir una línea estética”, aseguró el director.
“Me parece importante, porque un modelo de producción y un modelo de cine es también equilibrio, es decir: que no resalte un sólo aspecto sino todos a la vez, como la música, la producción, el arte, la cámara, y creo haber alcanzado ése equilibrio que estaba buscando”, expresó.
“Pero además se trata de encontrar el tono justo”, agregó Montiel, quien detalló: “Hay algo posmoderno en la mezcla de comedia, thriller y romance, que me parece que era fundamental sostener de principio a fin”.
“Me preocupaba empezar desde un género y, poco a poco, ir mezclando lo romántico y el thriller, algo que, me parecía, podía darle una personalidad fuerte a la propuesta”, explicó el cineasta, egresado de la Universidad del Cine de Buenos Aires.
“Ese tono estuvo muy trabajado, seguido de cerca desde el guión, y en la dirección, porque quería que la cámara expresara eso, y por encima de todo trabajarlo en la actuación”, dijo Montiel.
Respecto a la elección de Zylberberg, actriz de vasta trayectoria teatral y televisiva, apuntó: “La vi en el cortometraje La fiesta de casamiento con un tono bastante cercano al que me parecía debía tener mi película, y me encantó como lo manejaba”.
“El tono de su personaje era parecido al que yo estaba buscando para Sol, y me pareció que era bárbara para ese rol, por eso fue la seleccionada a partir del casting”, reconoció el cineasta.
Con respecto al personaje de Diego Torres, Montiel expresó: “Martín nació hace un montón de años, en el marco de un guión muy querido que escribimos con Milagros Roque Pitt cuando estudiábamos cine”.
“Era para Diego: el músico que se ríe de sí mismo a través de un músico que viene de la clásica y que deviene compositor pop, que resalta todo lo que el artista tiene que hacer para ser popular”, aseguró Montiel respecto del personaje pensado para el hijo de la recordada Lolita Torres.
“A Diego le encantó el personaje desde que lo leyó, y fue el primer proyecto que logró entusiasmarlo en mucho tiempo”, expresó, al tiempo que insistió: “La química entre Diego y Julieta fue perfecta, mejor imposible”.
“Los dos se conocieron allí, durante el rodaje, porque mucho ensayo no tuvimos, pero trabajaron mucho en su relación, en construir sus personajes, para lograr esto que se ve hoy en la película”, agregó Montiel
“La producción es grande y se ve en la pantalla, y mi deseo es que sea comercial, y eso puede ser un impulso para que se pueda seguir haciendo un cine de este tipo”, sostuvo el director.
“No obstante –expresó–, creo Extraños en la noche tiene algo diferente dentro de ese esquema, el de comedia un poco más elegante, que no es tan frecuente de ver en el cine nacional. A mí como espectador me gusta que exista este tipo de películas y hablar un poco de cine cuando hacemos cine aunque sea de una forma sutil, no muy encriptada”.
“Mi idea –continuó– es que a partir de este tipo de guiños puedan acceder espectadores más comunes, no cinéfilos, pero que a la vez un cinéfilo se pueda dar el gusto de descubrir ciertas referencias. Es decir: lograr un película masiva, como nació el cine, pero que por otro lado pueda tener un par de capas de lectura, que deje en claro que para ser masivo no necesariamente se debe bajar de nivel”.
Finalmente, Montiel se confesó: “Hago películas para mí, y siempre escribo y filmo para el espectador que a fin de cuentas soy, uno que además se dedica a dirigir cine, pero siempre, sin excepción, lo hago desde ese lugar de espectador. Hago el cine que me gustaría ver y por eso, cuando lo hago, pienso qué me va a pasar a mí emocionalmente cuando vea la película. En definitiva, cuando filmo, no abandono nunca el lugar de espectador, que fue el que me motivó para hacer cine, y no pienso cambiar”.
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