Edición Impresa

Homicidio de Guadalupe

Se entregó joven por el crimen de la nena

Es uno de los muchachos señalados por los vecinos el primer día. En la investigación hay un prófugo, conocido como Wititi.


Un joven sindicado como una de las personas que participó del abuso sexual seguido de muerte contra Guadalupe Medina, de 12 años, el 25 de mayo pasado en una precaria vivienda de Lima al 2900, en Villa La Boca, quedó detenido. Por ese caso hay un chico de 16 años detenido (ver recuadro). Además, una joven, que hasta ahora no está acusada por el crimen de Guadalupe, fue imputada por amenazar a los vecinos un día después del crimen. Mientras tanto, un joven apodado Wititi que fue señalado por los vecinos como una de las personas que estuvo con la niña antes de su muerte sigue prófugo. Ayer, miembros de la Coordinadora Barrial de la provincia se manifestaron frente a Tribunales y denunciaron que la banda de Pandu (un joven que está preso por matar a Javier Barquilla en febrero de 2015) sigue operando en el barrio con complicidad policial y tiene a maltraer a los vecinos a través de su cuñado Wititi (que firmó un abreviado en el marco del crimen de Barquilla).

El vocero de la coordinadora fue Pascual Duarte, quien dijo a los medios que la familia Medina no iba asistir a la manifestación porque le dijeron que habían detenido a Jésica y a Wititi.

Detenido

Sin embargo, el detenido fue Mauricio C., alias Chueco, y su mujer Jésica V. La secuencia de las detenciones comenzó anteayer cuando la Policía realizó una serie de allanamientos en la zona y en ese contexto encontró en uno de los operativos a Jésica. El fiscal Florentino Malaponte, que entiende en la causa, les pidió que llevaran a la joven a la Fiscalía. Es que los familiares de Guadalupe escucharon un rumor que daba cuenta de que Jésica estuvo en el lugar donde la niña fue violada y que filmó el abuso sexual. Pero no es nada más que un dicho, ya que no hay testigos directos del hecho ni un video en circulación.

Sin embargo, varios vecinos dijeron que, después del entierro de la nena, Jésica y su hermana Romina (que es la mujer de Pandu) aparecieron armadas en el pasillo y amenazaron a los vecinos del lugar. Es por eso que el fiscal la imputó por amenazas coactivas agravadas, pero quedó en libertad.

De todos modos, como testigos mencionan que podría haber participado del hecho, el fiscal pidió medidas. Los vecinos dijeron que la chica que estuvo en la escena del crimen tenía un rasguño en la cara. Pero Jésica no lo tiene; de todos modos se cotejará su ADN con el hallado en el lugar para determinar o descartar su participación. Ayer Jésica volvió a Tribunales para someterse a las pruebas que le ordenó la Fiscalía. Y llevó un oficio donde aseguraba que su marido, Mauricio, estaba en el Tribunal. Se había presentado ante la defensora oficial del viejo sistema, que lo presentó en el Juzgado de Sentencia que lo había condenado a cuatro años y medio de prisión por robo. En 2015 le habían dado una salida transitoria y no volvió, hecho por cual tenía un pedido de captura. Es por eso que quedó detenido, y hoy será sometido a una audiencia imputativa por el abuso y la muerte de Guadalupe.

El 25 de mayo por la mañana un vecino de Villa La Boca se acercó para mirar adentro de una casa en construcción, a medio terminar y usada como aguantadero, porque los perros callejeros ladraban y daban vueltas en la entrada de esa casa ubicada en el pasillo de Lima 2970. Apenas se asomó, se encontró con el cuerpo sin vida semidesnudo de una nena tirado sobre un colchón. Los investigadores determinaron que la pequeña tenía signos de abuso, golpes y estrangulamiento.

Vivir en un container

Hasta su detención hace una semana, Gabriel dormía en un container de Villa Banana.

Llegó así a los 16 años tras pasar los últimos seis viviendo en la calle en una situación de extrema vulnerabilidad que nunca atendió ningún organismo estatal. El jueves pasado, el pibe miraba junto con otros vecinos del barrio cómo numerosos policías allanaban una vivienda en busca de los autores del crimen de Guadalupe Medina, la nena de 12 años violada y asesinada. Miraba la escena, descalzo y con una campera verde, cuando de pronto lo metieron en un patrullero y se lo llevaron detenido como uno de los autores del hecho. Fuentes judiciales dijeron que el menor, de origen chaqueño, terminó preso en el Irar, a instancias de la Justicia de Menores, por un “testigo reservado” del fiscal Florentino Malaponte que dijo haberlo visto entrar a la misma construcción abandonada donde fue hallada la niña. En la detención Gabriel siguió descalzo, pero sin la campera que le sacaron para peritar ya que, al parecer, se la “prestaron”.

Más allá de los resultados de las investigaciones, la sórdida vida de Gabriel es un reflejo del fracaso de los dispositivos estatales creados para restituirles derechos a los niños.

Una vez más, las instituciones aparecen para perseguirlos y están ausentes cuando no son noticia.

Comentarios