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Emblema

Se cumplen 60 años de la emblemática foto del Che Guevara

La imagen del “Guerrillero heroico” que recorrió el mundo entero y aún sigue vigente, nació durante el entierro de las víctimas del sabotaje al vapor francés La Coubre en el puerto de La Habana


El 5 de marzo de 1960, hace hoy 60 años, el fotógrafo cubano Alberto Díaz, más conocido como Korda, captó la imagen de Ernesto Che Guevara que se convertiría en un ícono del siglo XX: bajo su impecable boina negra, el guerrillero argentino mostraba su mirada penetrante y desafiante.

La imagen del “Guerrillero heroico” que recorrió el mundo entero y aún sigue vigente, nació durante el entierro de las víctimas del sabotaje al vapor francés La Coubre en el puerto de La Habana.

“Desde el ángulo donde yo estaba, a unos ocho metros de la tribuna, al Che no se le veía, él estaba en un segundo plano”, recordaría Korda años después.

“Entonces, yo estoy paneando mi cámara, retratando a todos los ministros, las figuras, el discurso de Fidel y eso y, en un momento impreciso, indeterminado, no pensado, emerge desde el segundo plano hacia el borde de la tribuna el Che”, narró el reportero gráfico.

Imagen influyente

Impactado por la intensa mirada del revolucionario argentino, Korda apenas tuvo tiempo de realizar dos disparos. “Uno primero, que tomo con la cámara en horizontal, y después tomo uno con la cámara en vertical. Inmediatamente, a los 45 ó 50 segundos de su presencia ahí, se marcha para la parte de atrás de la tribuna. Así fue como casi por casualidad, no pensado, no premeditado, no pedida una pose al retratado ni nada, queda la foto”, relataba Korda.

La imagen del Che Guevara de aquel 5 de marzo, a pesar de haber sido reproducida hasta la saciedad en todo tipo de soportes, es una de las más icónicas no sólo del siglo XX sino de la historia. Al menos, así la consideró la revista Time al incluirla entre las 100 imágenes más influyentes de todos los tiempos desde la invención de la fotografía en el siglo XIX.

La Habana de Korda

Alberto Díaz Gutiérrez, que era el verdadero nombre de Korda, nació en 1928 en La Habana, Cuba y era hijo de un telegrafista en el ferrocarril y de un ama de casa. Alberto fue hijo único y trabajaba en publicidad para una empresa que era filial de otra norteamericana. Luego se hizo vendedor de máquinas de escribir y cajas registradoras para otra firma estadounidense.

Korda contó cómo obtuvo su primera cámara: “Alguien le regaló a mi padre una pequeña cámara de 35mm. Yo la cogí y la llevaba conmigo a donde quiera que iba.” Evidentemente eso le gustó mucho y pronto abandonó las ventas y el trabajo como oficinista para hacerse fotógrafo social (trabajó en bodas, bautizos, banquetes empresariales) y luego se asoció con Luis Pierce, otro fotógrafo; la dupla inició así un estudio de fotografía comercial especializado en la moda. Díaz Gutiérrez adoptó entonces el seudónimo “Alberto Korda” o, simplemente, “Korda”. “El apellido Díaz era muy común en Cuba, y Alberto, que daba sus primeros pasos como fotógrafo de publicidad y moda, había visto un film de los hermanos húngaros Alexander y Zoltan Korda. Los dos socios pensaron que Korda sonaba a Kodak y que sería fácil recordar un estudio llamado así.” Korda conoció a una modelo alta y elegante llamada Natalia Méndez, mejor conocida como “Norka”, quien se convertiría en modelo, musa y amante de Korda, que finalmente terminaría consagrándose  como el mejor fotógrafo de moda en Cuba.

La revolución

A pesar del gusto de Korda por las mujeres y un estilo de vida disipado, en sus recorridos por La Habana como vendedor de máquinas de escribir comenzó a tomar fotografías de los temas que turbaban su corazón: “Comencé a fotografiar a niños empobrecidos que fabricaban juguetes con lo que encontraban en las calles”, contaba. Cuando la Revolución Cubana irrumpió en la isla, Korda se adhirió rápidamente a la causa con una de las armas más poderosas: su cámara y comenzó a trabajar con Raúl Corrales, el fotógrafo oficial de Fidel Castro. No pasó mucho tiempo hasta que Korda, Corrales y otro fotógrafo llamado José Figueroa se convirtieron en los grandes documentadores de la revolución cubana. Así, casi sin preámbulo, Korda se convirtió en un ferviente partidario de la revolución y ese cambio de rumbo le abrió la puerta para ir eliminando la “frivolidad” que él mismo consideraba que tenía el modo de entender la fotografía.

Un hueso duro de roer

La curadora de arte Cristina Vives apuntó sobre la obra del fotógrafo: “Korda aplicó toda la experiencia de su trabajo de publicidad al nuevo centro de su obra; sustituyó a Norka por los líderes revolucionarios, pero utilizó el mismo lenguaje de la moda para construir y vender una imagen de contenido simbólico”. En 1959 Korda empezó a publicar sus imágenes de la revolución. Primero siguió a Castro por la Sierra Maestra y de ese modo empezó a relacionarse con  Ernesto Che Guevara. Sin embargo el médico argentino no se lo hizo fácil: le obligó a trabajar con otros obreros y campesinos cortando caña: “Me hizo trabajar durante una semana antes de permitirme hacerle  algunas fotos. El Che Era un hueso duro de roer”, contaría más tarde. El 4 de marzo de 1960, una explosión destruyó una parte sustancial del navío La Coubre en un atentado perpetrado en el puerto de La Habana. El incidente dejó casi 100 personas muertas y otras 200 heridas. Media hora después de la primera detonación ocurrió una segunda, que esta vez ultimó a todos aquellos que se apresuraron a realizar el rescate de los primeros muertos y heridos cuyo número definitivo jamás fue confirmado. Los revolucionarios atribuyeron el atentado a mercenarios estadounidenses.

La mirada misteriosa

Un día después del incidente, se realizó un servicio funerario masivo. En una atestada plaza se armó un templete donde se honraría a los fallecidos. Korda estaba en primera fila y de ese modo tomó fotos Castro, y también de Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, que estaban en Cuba y habían asistido al homenaje. Cerca del mediodía Korda se acercó a unos ocho metros de  detrás del escenario, y vio asomarse al que en ese momento era el ministro de Industria. De apenas 31 años, Ernesto Che Guevara no pudo contener la ira, el dolor y la frustración. Los ojos del guerrillero parecieron concentrar todos sus sentimientos. Esa mirada que parece misteriosa, “es la pura ira por las muertes ocurridas el día anterior, y el dolor de sus familias”, según se leyó luego del aspecto del revolucionario en la famosa foto de Korda que daría la vuelta al mundo.

El recorte

Producto de su pericia, Korda capturó el codiciado “instante decisivo” que pregonaba con tanto ardor el fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson. Sin embargo la toma no era perfecta: en la imagen original horizontal aparece un hombre de perfil a la izquierda y las hojas de una planta a la derecha. La toma vertical no era tan afortunada, pues ahora aparecía el hombre tras el hombro derecho del Comandante y aún se colaba la planta. Korda eligió la fotografía horizontal como la más afortunada. Korda no tuvo las condiciones para una toma perfecta pero no había ninguna otra posibilidad. El fotógrafo disparó en el momento justo, y jamás ocultó que recortó la imagen, lo que ofreció un nuevo criterio para el futuro: a veces, cuando no hay más remedio, hay que cortar la imagen.

Otra versión

Existe otra versión sobre el porqué del recorte. El escritor disidente Guillermo Cabrera Infante señaló: “Cuando Korda le enseñó la foto a Feltrinelli y a Riva (editores italianos) ambos repararon en la cara del Che nunca en primer plano. Fue el doble ojo de esos editores quien descubrió la foto como close-up. Los italianos le pidieron a Korda que aislara y ampliara la cara del Che y de ese modo se produjo la imagen que todos conocen y nadie nunca se enteró que no la había hecho Korda”. No hay fuentes suficientes para saber si fue el ojo de Korda o el de los editores para ese recorte. En cualquier caso, la forma en que quedó la foto eliminó esas partes que distraían la atención para poder centrarla en el punto de interés: el Che.

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