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Se conoció la letra chica de la sentencia contra Martín Santoro

Por Carina Ortiz.- Para la presidenta del Tribunal hubo prueba suficiente para condenarlo. Para una de las juezas, no fueron suficientes.


verdulero

Durante la mañana de ayer se conocieron los fundamentos del fallo que condenó a Martín Santoro a prisión perpetua por los homicidios de Concepción Lavore, Susana García y José Savini. En su voto, la presidenta del tribunal María Isabel Mas Varela efectuó una recopilación del material probatorio que se escuchó en la audiencia y se explayó sobre su visión del caso; consideró acreditado con certeza que el acusado fue el autor de los tres hechos, aunque en un voto minoritario la magistrada Roxana Bernardelli sostuvo, en base a la teoría fiscal que habló de una gavilla que participó en los asesinatos, que los elementos indiciarios en el caso no determinaron la participación que el acusado tuvo en los hechos, a lo que agregó que los elementos secuestrados en el domicilio y vehículo de Santoro no determinan la autoría de los crímenes, como le fue endilgado (ver recuadro).

El fallo que condenó a Martín Santoro por el homicidio criminis causa de tres ancianos se basó en la decisión mayoritaria de los magistrados María Isabel Mas Varela y de Juan José Tutau (en adhesión). En el primer voto, la magistrada efectuó un detalle pormenorizado de los elementos probatorios que se apreciaron en las audiencias y sostuvo que no hay prueba directa en el caso, aunque entendió que los elementos indiciarios existentes fueron suficientes para confirmar la autoría de Santoro en los hechos y condenarlo a prisión perpetua.

La jueza afirmó que en los tres casos hay elementos en común: las víctimas eran de edad avanzada y vivían solas, sus casas estaban revueltas y desordenadas, se acreditaron faltantes de efectos y los ingresos no estaban violentados. Mas Varela entendió la existencia de un modus operandi donde infirió que las personas fallecidas conocían al autor con el que tenían algún tipo de relación, a lo que sumó la cercanía de la verdulería donde trabajaba el acusado con la vivienda de dos de las víctimas y la entrega a domicilio de mercaderías por parte de Santoro. Además, sostuvo que, en el caso de Savini, una empleada del local era hermana de una mujer que vivía en Zavalla, conocía al anciano y era quien cuidaba al hermano de Savini.

La jueza le dio gran relevancia al testimonio del entonces comisario de la seccional 5ª (Silvio Marciani) que sostuvo que en las casas de García y Lavore había bolsas con verdura, dato que comenzó a hilvanar la teoría del caso, según el fallo.

A lo que sumó el secuestro, en la vivienda y el utilitario de Martín Santoro, de elementos que pertenecían a las tres víctimas. A ello sumó la incautación del celular de García –que estaba en poder del acusado– y unas huellas de zapatillas en la casa de Savini que fueron peritadas con el calzado hallado en la casa de Santoro, cuyo resultado fue positivo.

Mas Varela además tuvo en cuenta los testimonios de algunas personas que fueron vinculadas con la causa y luego sobreseídas, quienes hicieron referencia a conversaciones que tuvieron con Santoro donde éste habría contado que robó en una casa donde había un vehículo que quería sacar (dato que coincide con el automóvil encontrado en la casa de García) o que tuvo que matar y colgar al picaporte de una puerta a una persona porque a su hermano se le vio el rostro, lo que temporalmente la jueza vinculó con los crímenees de García y Lavore.

Con estos elementos, la magistrada concluyó que Santoro ingresó al domicilio de García y Lavore con un pedido y haciendo uso de esa confianza las mató estrangulándolas para poder robar. Mientras que, en el caso de Savini, la jueza consideró probado que Santoro estuvo en Zavalla, donde realizó una compra en una casa de electrodomésticos, a lo que sumó que frente a la vivienda de la víctima fue vista una chata con características similares a las del acusado, y consideró probado que Santoro fue quien asesinó al anciano.

En el año 2010 se produjeron en barrio Parque una serie de homicidios que tenían como víctimas a ancianos que vivían solos.

De los distintos hechos investigados, sólo tres llegaron a juicio: el crimen de Concepción Lavore, de 73 años, ocurrido en febrero de 2010 en una vivienda de Suipacha al 2100; el homicidio del músico José Savini, de 74, sucedido el 13 de mayo de mismo año en la localidad de Zavalla, y la muerte de Susana García de Giménez, de 75, asesinada 14 días después en su casa de Riobamba al 3000. Durante la instrucción se ordenó el arresto de Martín Santoro, que se efectivizó el 5 de junio de 2010 y generó una seguidilla de detenciones. Otras once personas, entre ellas otros tres integrantes de la familia Santoro, fueron arrestadas aunque todos quedaron desvinculados a excepción de Martín.

Otros crímenes

Cuando los crímenes de ancianos se hicieron reiterativos, los casos dejaron de investigarse como hechos aislados y la Justicia comenzó a buscar un denominador común para todos ellos. De esa manera llegaron al verdulero Santoro, varios integrantes de su familia y también allegados, vecinos y hasta trabajadores de la verdulería. No obstante, varios casos quedaron irresueltos.

El primer caso de este tipo ocurrió un año antes de que comenzara la llamada saga de barrio Parque. Fue el 20 de enero de 2009 y tuvo como víctima a María Inés Gómez, de 78 años, quien fue hallada muerta en su casa de pasaje Coffin 3033. En un principio, la Justicia consideró este hecho como el primero de la saga, cuyo modus operandi se repetiría en los demás crímenes, todos ocurridos durante el año siguiente. Como dato, se mencionó que María Inés Gómez vivía en la misma cuadra que Roberto Santoro –el dueño de la verdulería– y sus hijos Martín, Cristian y Federico. Pero ese hecho no fue sumado al juicio.

Los otros casos que en un principio se investigaban en el marco de los crímenes de ancianos de barrio Parque fueron el de Alfredo Ciro Nasurdi, de 78 años, ocurrido el 8 de enero de 2010 en Moreno al 2100; y el de Olga Osello de 88 años, muerta en su casa de Viamonte 1520 el 2 de junio del mismo año. Estos hechos no fueron en barrio Parque sino en una zona lindera conocida como barrio del Abasto, donde la familia Santoro poseía por entonces tres verdulerías.

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