Espectáculos

La revolución se hace bailando

Sara Hebe: “Mi tarea es ponerle rima a lo que ya está escrito en la calle”

La referente del hip hop argentino en el mundo le pone lírica y perreo a la crisis. Una entrevista previa a la presentación de "Politicalpari", su nuevo disco


Fotos: Facundo Nívolo (Cosecha Roja)

Por Matías Máximo / Fotos: Facundo Nívolo (Cosecha Roja)

El nuevo disco de Sara Hebe es la banda de sonido de una sociedad sacudida por el discurso neoliberal, que se organiza y construye desde los escombros de un lugar donde la revolución se hace bailando. Sara bebió del licor amargo del macrismo y le pone lírica y perreo a la crisis: con temas bien arriba, donde se escuchan latidos de hip-hop, cumbia y reggaetón, y rodeada de una familia musical unida por la certeza de que la poesía cura. Politicalpari (pari es party en jerga) es la fiesta a la que sí te van a invitar. Previo a la presentación que se hará el sábado en el estadio Atenas de La Plata, Cosecha Roja compartió una tarde con la referente del hip hop argentino en el mundo para explorar sus metáforas.

—Aunque tus letras están llenas de denuncia, los temas de este disco son súper bailables ¿Dónde te gusta que se escuchen estas canciones?

—Me gusta cuando hacen videos de las movilizaciones, de las marchas, y ponen algún tema del disco o de los anteriores. Me ceba. Y después también me gusta cuando algún dj productora productor lo hace un remix y suena en una fiesta o en algún club. Creo que no hay manera de que estas canciones sean usadas en mi contra por la derecha ni tampoco por multinacionales porque son bastante claras. Creo que esto no le sirve a las grandes marcas.

—En una de las letras contás una escena de violencia en un aeropuerto, donde te llevaron a un cuarto y te interrogaron. ¿Eso te pasó a vos? 

—En el tema que hago feat con Sasha Sathya hablo de una secuencia que viví en el aeropuerto de Galicia con un guardia civil que me trató horriblemente. Yo estaba sola yendo a tocar a un festival solidario en Galicia por presas y presos políticos y cuando llegué a tocar este guardia me vio hippie, supongo porque llegaba con una mochila, y entonces me llevó a un cuarto. Me dijo “de tu país Sudamérica mandan chicas para la trata”, se quiso hacer el papá bueno y terrible facho, pidiéndome que le demuestre que era cantante. Me daba miedo darle mi nombre porque hay mucha persecución a la libertad de expresión. Todo pasó exactamente, no tuve que inventar mucho más, sólo acomodar un poco las rimas. Me angustié un montón.

—Muchos de los temas de este disco llegan a un público diferente, más pistero.

—Sí, por ejemplo La Noche con Missil, una amiga de Paraguay. Me encanta el reggaetón desde siempre y la conocí a Missil desde la movida del neoperreo, que admiro mucho. Me encantan los temas que hacen, la estética que tienen, todo lo que producen. Pero no es nuevo mi gusto por el reggaetón, está desde que empecé. “Tuve que quemar” la hice con una base que me hizo Mariano Costa, que es mi amigo, para poder meter una instrumental original, pero en realidad la había hecho con la instrumental de batabata fresh, uno de los reggaetones más viejos. Ella se arrebata batabatabata. Cuando saqué el primer disco en 2007 escuchaba a pleno, amo el reggaetón, lo admiro profundamente y lo hago a mi manera, con mis letras.

—¿Cómo es vivir haciendo música desde el culo del mundo?

—Yo soy independiente total, lo que no quiere decir que haga las cosas sola, pero las banco yo y siempre estoy pensando en cómo hacer un mango para seguir haciendo. Y este disco lo grabamos en el estudio de La Casona en Haedo, a diferencia de los demás que fueron más caseros pero este tiene un pasito más, el máster de este lo mandamos a un chabón de Estados Unidos medio random. Ahora muchas cosas están saliendo de acá donde tenemos que ser más creativas para producir. Porque en Europa tienen más dinero, por más que estén en crisis es diferente. Acá tenemos más sacudones y también somos una sociedad con grandes ejemplos de lucha, las Madres, las Abuelas, el movimiento Ni Una Menos, todas las cooperativas de travestis, la Ley de Identidad. Toda esta cultura de lucha que hay acá es súper riquísima culturalmente, es una inspiración. Pasan algunas cosas en otros lugares y son interesantes. Intento viajar bastante, ir con la música, ver lo más que pueda otras ciudades pero siempre me encanta volver acá .

—¿Cómo vivís dentro de la escena del hip hop y de la música actual ser mujer?

—Gracias al recorrido de tantas mujeres en la historia hay espacios que hemos ido creando donde tocar, laburar, no solo en la música sino en todos los ámbitos. En el periodismo, en la política, en la salud, en todos lados hay mujeres ocupando cargos que antes no habían. Esto implica más responsabilidad. En lo personal voy creciendo y aprendiendo de toda la información nueva que circula, las chicas jóvenes tienen mucha información, están re pillas. Hay tantas luchas que hay que estar atenta.

—Viendo las colaboraciones se siente que lo hiciste en familia, que no es simplemente que se juntaron a grabar un tema y chau.

—Sí, totalmente. Con Sasha Sathya nos conocemos hace varios años en movidas, en recis de Kumbia Queers, la admiro profundamente y la invité en ese tema que la rompe. Con Missil pasó lo mismo, ella es nueva, una dulce. Con Ramiro Jota siempre, también con Nahu666, de Uturunco Producciones, un pibe que conozco hace varios años, que es murguero e hizo el beat de Mándame tu luz. Después con gente nueva como Astroboy, que hizo el beat de la noche y de MMQTF, que lo contacté por internet por raperos que conocía. Después Movimiento Social El Deseo y Rayan con beats de Kindle du, que es de Francia. En los videos en MMQTF bailan y actúan Raymi Guggiari y Agustín Romero, amigos hace años. Y también el último video que lanzamos, No te dejés, está protagonizado por Ofelia Fernández.

 

 

—¿Qué esperas que pase cuando alguien escucha tu canción?

—Para mí el sentido de la música y de la cultura es una operación vital. Y creo que tiene que ver con las operaciones vitales que propone la escritura y la cultura en general. Todo esto confluye en una operación como matemática que habla de la vitalidad del momento: las expresiones de lo que va pasando hablan de ese signo de la época, son ese texto de lo que está pasando. Mi tarea es ponerle rima a lo que ya está escrito en la calle. Vengo diciendo mucho que lo que yo intento es poesía urbana, soy admiradora de la poesía. Pero también estoy convencida del sentido vital que genera escribir nuestros propios textos, que cada uno, cada una, imprima eso. Escribir no solamente con palabras, sino hacer. Y no me refiero en el sentido de productividad capitalista, sino en la potencia vital y creadora. Hacer desde el deseo, ahí está lo vital. El sentido para mí es que nosotres escribamos la historia, nuestra historia, y no dejemos que otres la escriban por nosotres. Entonces tiene mucho sentido que todo el mundo escriba sus textos, saque sus fotos, baile sus ritmos actúe sus obras. Se me ocurre también un sentido super individualista: para mí tiene un sentido vital que me saca de la muerte hacer canciones, organizar recitales, y trabajar. Tengo mucha suerte de trabajar de lo que me gusta, aunque a veces me re bajoneo porque es muy difícil.

—Ese deseo se percibe en la música y letras ¿cómo vivís los procesos creativos?

—Por lo general me mandan beats, muchos Ramiro Jota con quien trabajo desde hace mucho y algunos de otros, y sobre eso pienso una letra. Pero son diversos mis procesos creativos. A veces se me ocurren melodías, otras veces voy por los bares cuando estoy de viaje y tomo notas. No es que estoy todo el día escribiendo ni que tenga un momento en el que diga este “es el horario de ponerme a escribir”, aunque sería bueno y tal vez lo haga en algún momento. Por ahora voy anotando a veces, cuando tengo ganas, y después veo cómo sigue en cada caso particular.

—Una de las canciones más potentes del disco es A.C.A.B., donde caminan con Sasha Sathya con las compañeras de Constitución y repiten como himno que “Nadie se suicida en una comisaría” y “Donde no hay poder hay vida”.

—Donde no hay poder sobre el cuerpo de los demás, ahí puede seguir la vida, desarrollarse la vida, la cultura. El poder y el control son como asesinatos a la libertad y a poder desarrollarnos y decidir. El poder está ahí para coartar las libertades de movernos, de migrar. Decir donde no hay poder hay vida también se refiere al poder que quiere coartar con el deseo, con las maneras de amar, con las maneras de ser diversas o con la decisión de las mujeres sobre sus cuerpos para decidir si quieren abortar.

 

 

—¿De dónde viene el nombre del disco, Politicalpari?

—Politicalpari también podría ser poetical pari. Se me ocurrió en un festival en Alemania, un súper festival que adoro que es organizado hace veintipico de años por colectivos anarquistas antifascistas. No hay una puta marca, no hay un solo policía. Todo el control y la seguridad es de esta misma gente. Hay cien mil personas y todo así con consumo responsable… Escuché en una conversación “This is a political party”. Y dije ¡es esto! Porque es un poco también lo que está pasando por acá: hay muchas fiestas con texto, este momento histórico tiene un correlato cultural. En las movilizaciones se ve mucha expresión artística, djs, la música, el baile, es un momento de potencia vital en la fiesta como respuesta a tanta opresión y afectación triste. Y hay tanto movimiento político, tanta gente joven metiéndose en la política… La política se enriqueció como espacio y escenario desde donde se pueda trabajar y transformar la realidad. Fijate lo que era en los 90, ahora estamos mucho mejor. Mucha gente joven, candidatas, y pari es una ironía también en cómo el lenguaje del imperialismo se mete entre nosotros tan en manera micro, en la piel, en las maneras de hablar. Es como una ironía de una latinoamericanización de los anglisismos. También se puede leer como partido político porque political party es partido político en inglés. Y en lo personal es un momento más político mío, de construcción. Mi disco anterior Colectivo Vacío era bastante oscureli, pesado. Ahora hice algo más luminoso. Estoy más luminosita. Es como si el Colectivo Vacío se hubiera llenado para ir a una fiesta.

 

Galería de fotos

Comentarios