Espectáculos

Santa Fe ya tiene El Molino Fábrica Cultural

El ex Molino Franchino, sobre el boulevard principal, es ahora un espacio de inclusión que busca expandir el concepto de cultura y su relación con el trabajo, según la ministra de Innovación y Cultura Chiqui González.

Luego de quince años de abandono, uno de los edificios emblemáticos de la ciudad de Santa Fe, que en 1895 se levantó como el Molino Harinero Franchino, reabrió sus puertas el domingo, reconvertido en una fábrica cultural tendiente a proponer cruces entre imaginación, cuerpo y espacio.

Con una multitudinaria velada inaugural que contó con la participación de un centenar de artistas de diversas disciplinas, además de autoridades provinciales, municipales, eclesiásticas e invitados especiales, El Molino Fábrica Cultural fue escenario de múltiples shows artísticos, desde la danza y el teatro hasta las proyecciones y la música.

“Había una sensación tremenda de pertenencia de los santafesinos al ver un espacio recuperado que vuelve en un contexto cultural de trabajo”, expresó la ministra de Innovación y Cultura de Santa Fe, María de los Ángeles Chiqui González, en diálogo con El Ciudadano.

Con una inversión que superó los 12 millones de pesos, la colosal obra pone el eje en el pasado, pero se remonta al presente convertido en un espacio generador de bienes culturales, fábrica para diseño, construcción y circulación de objetos culturales.

A cargo de la planificación conceptual del espacio, la ministra dijo que una de las intenciones de El Molino “es desenclavar el concepto de cultura para que no sea sólo espacio del arte y el espectáculo, y llevarlo

a más lugares para que cultura sean las palabras, las grandes expresiones, los medios, tecnologías e identidad, los nombres y esencialmente la intervención social, lo que sentimos y somos”.

En la búsqueda de proyectar una nueva concepción sobre lo referente a los bienes culturales, El Molino promueve un acceso irrestricto a la ciudadanía que incluye no sólo arte sino creaciones en todos los lenguajes, medios y soportes. En este sentido, se descubrieron trece “bóvedas cáscaras” pertenecientes al arquitecto argentino Amancio Williams, que fueron donadas por sus familiares y que concentran la atención del patio principal del predio.

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