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Salarios y ganancias: elementos para el debate

En los últimos años, al reducirse la desocupación y ampliarse las negociaciones paritarias el costo salarial aumentó.

¿Cómo será la evolución a futuro del salario real en la  Argentina? ¿Y qué pasará con la tasa de ganancias de las empresas? La “puja distributiva” de la que hablan distintos analistas será de seguro uno de los ejes principales de los debates durante el segundo mandato de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

El Cuarto Congreso Anual de la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina (Aeda), que nuclea a economistas en su mayoría jóvenes y heterodoxos, fue uno de los ámbitos donde se debatió sobre este tema “caliente” de la realidad nacional.

En uno de los paneles, Pablo Manzanelli, investigador del área de Economía y Tecnología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), advirtió que “la tasa de ganancia sobre el stock de capital” fue mucho mayor en el período 2002-2010 que durante la convertibilidad.

“El índice de rentabilidad del capital fijo fue de 37,2 por ciento en el período 2003-2010, un 50 por ciento mayor que durante el decenio de 1990 (24,8 por ciento)”, aseguró el especialista, en un estudio presentado durante el congreso.

Para Manzanelli, “este formidable «salto de nivel» de la tasa de ganancia promedio de la economía no experimentó oscilaciones sustanciales en el marco de la posconvertibilidad”.

De todos modos, el investigador subrayó que “el año 2007 constituyó un punto de inflexión” ya que “la tasa de ganancia alcanzó su máximo registro, para luego estabilizarse en los años siguientes”.

Al reducirse la desocupación y ampliarse las negociaciones paritarias el costo salarial aumentó.

“Se trata de una puja distributiva muy particular, puesto que los salarios no habían recuperado aún lo perdido luego de la megadevaluación de 2002 (incluso, en 2010, eran más bajos que los registros de la década de 1990), y los poseedores de capital no están dispuestos a resignar los extraordinarios niveles de sus beneficios”, advirtió Manzanelli.

El experto evaluó que “para empezar a revertir la fuerte dependencia a los bajos costos laborales, un aliciente fundamental sería el de promover una mayor ampliación de las capacidades productivas en las industrias no dependientes de los recursos naturales y la creación de nuevas actividades con ventajas comparativas dinámicas que tiendan a ocupar los eslabones truncos de la cadena productiva”.

A su vez, el investigador del Conicet Julio César Neffa destacó que en el último decenio se observaron “sustanciales mejoras en la relación salarial”, aunque también advirtió sobre los desafíos que afectan a los trabajadores en la nueva etapa.

“Los salarios reales de las tres categorías de la relación  salarial (empleo privado registrado, empleo privado no registrado y empleo público) que a causa de la devaluación habían sufrido una reducción de casi 75 por ciento, comenzaron a recuperarse paulatinamente pero de manera heterogénea, según el  estatuto de la relación salarial”, dijo Neffa.

A su vez, la “distribución funcional del ingreso”, a la que suele aludir Cristina Kirchner cuando habla de apuntar a un “fifty  – fifty” entre el capital y trabajo “comienza a revertir suavemente la tendencia desde 2005”.

También benefició a los asalariados y sus familias “la cobertura del sistema de seguridad social” que “fue ampliando progresivamente su universo de beneficiarios”.

“Se observa un cambio en las relaciones de trabajo. El  incremento de las tasas y del número de empleos, el contexto institucional favorable a los intereses de los asalariados y las mejoras obtenidas crearon las condiciones para aumentar las  tasas de afiliación y consiguientemente el poder, prestigio y capacidad reivindicativa  de los sindicatos”, explicó también  Neffa.

De todos modos, el especialista subrayó que “tanto en materia de salarios directos e indirectos, como de la estructura y funcionamiento del mercado de trabajo predomina una heterogeneidad sectorial, regional y provincial que ha sido por lo general creciente”.

De todos modos, destacó que “la evolución de la relación salarial en Argentina desde 2002 se diferencia sensiblemente de lo ocurrido en los países capitalistas industrializados”, que entraron en una fuerte crisis.

Para Neffa, la “nueva” situación de los asalariados enfrenta una serie de desafíos como las “bajas tasas internas de inversión directamente productiva” y la “escasez del crédito para inversiones directamente productivas, elevadas tasas de interés real y fuertes exigencias en materia de garantías, que desalientan la inversión de las pymes”.

Y también el “proceso inflacionario debido a la concentración de la producción en un reducido grupo de grandes empresas de tipo transnacional o donde predomina el capital extranjero y su comportamiento oligopólico que reduce la competencia y fija precios muy por encima de los costos, provocando presiones sindicales para aumentar los salarios”.

Entre otras, estas reflexiones sobre la situación de la evolución salarial y de la rentabilidad empresaria abundaron entre los participantes del congreso de Aeda, una entidad que nuclea a jóvenes funcionarios y expertos de áreas económicas, con una mirada heterodoxa de la economía.

Los desafíos que enfrenta el sistema productivo, así como la distribución del ingreso y la inserción internacional de la Argentina requieren de este tipo de debates –desarrollados con alto nivel técnico y honestidad intelectual–, así como muchos otros que permitan echar luz sobre la situación de una Argentina en permanente cambio.

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