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De Garay a los roedores indeseables

Sagrada propiedad privada: country robó laguna a carpinchos y reserva, y ahora matan a los animales

El desarrollo inmobiliario de 300 hectáreas y 20 barrios se promociona como una oportunidad de vivir en contacto con la naturaleza sobre una propiedad que fue de los patricios Pereyra Iraola. Algunos vecinos entendieron mal el concepto. Hay una causa abierta, y dependencias provinciales bajo la lupa


Los carpinchos fueron expulsados en abril. Desde entonces, todos los días, se quedan frente al alambrado mirando la laguna y el espacio en el que vivían. Uno de ellos fue muerto de un tiro y ya hay una causa judicial.

El Country Abril está en la ciudad de Hudson, en el partido de Berazategui, al sur del Gran Buenos Aires. “Su hermosa forestación está compuesta por diferentes tipos de arboledas, con un impactante lago y un campo de golf”, publicita su página web. Un detalle: el lago aludido es parte de una reserva natural y hábitat de animales típicos de la zona: los carpinchos, que estaban allí antes de que, en 1997, comenzaran a urbanizar y vender más de 1100 lotes en lo que fue parte de la herencia de la patricia familia Pereyra Iraola. A los residentes actuales del barrio cerrado –en realidad son varios, casi 20, en el terreno– les molestan los roedores, y entonces cercaron con alambrado el territorio en el que se mueven. Se quedan del otro lado del tejido añorando el agua. Sin ella, es posible que no sobrevivan, pero además comenzaron a matarlos, y hay una denuncia penal por eso.

Ustedes que siempre me ayudan a hacer ruido, es lo que necesitamos. 

No es sólo una cuestión de lástima o respeto por los animales, aunque hubo crueldad para con ellos. Dos carpinchos fueron heridos en las afueras del country. Uno murió. La Justicia ya abrió una investigación para determinar quiénes fueron los responsables.

La organización Alerta Galgo hizo una denuncia, y la fiscal Silvia Borrone, a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio 2 descentralizada de Berazategui, encabezó el domingo pasado una inspección ocular al barrio cerrado. Fue junto a guardaparques, personal de Policía Científica, Dirección de Veterinaria y Bromatología y otros funcionarios.

“Los animales están obsesionados mirando el alambre y a través del alambre, la laguna. No tienen actividad normal, los carpinchos pastorean y comen permanentemente, porque son roedores y tienen los incisivos que crecen. Son animales de agua, pero no están en el agua. Este es un carpincho domesticado, por eso está triste y quiere volver a su lugar”, contó a La Izquierda Diario Alba Ale, jefa de Guardaparques de la reserva bonaerense Pereyra Iraola, un parque lindero al country.

El lago, adentro

Lo del lago es singular. La guardaparques acusa al emprendimiento inmobiliario, desarrollado por Irsa Inversiones y Alto Palermo, de quedarse con todo el espejo de agua cuando por catastro sólo “le corresponde” la mitad. “En realidad, la línea que divide el country del parque está corrida. Si se hubiese respetado el límite del parque, el alambre tendría que pasar casi por el medio de la laguna, y así una costa de la laguna quedaba en el parque. Eso nosotros lo sabemos bien, y a las autoridades se lo hemos dicho. Piensan que es algo romántico y no lo toman como algo importante, incluso hoy. El country Abril se robó media laguna a la reserva parque Pereyra, y las autoridades no objetaron en su momento”, se queja Alba Ale.

La guardaparque recordó que lo de los carpinchos no es el único atentado contra la fauna de la zona. Algunos de los habitantes del club de campo, que es un desarrollo inmobiliario con 20 barrios de diferentes características, habían sacado crías de zorro de forma clandestina. La funcionaria destacó que hay fotos de los animales, sus crías, hacinadas en jaulas.

Carpinchos y zorros, presencias ingratas

“Hace tres meses me llamó gente del country contándome la situación”, contó Alba a La Izquierda Diario. “No con carpinchos, sino con cachorros de zorros. Querían hacer la denuncia, pero estaban asustadas. Les dije que me juntaran evidencia, filmaciones, y que yo la hacía”.

Lo más reciente tuvo por víctimas a los también conocidos como capibaras o chigüires, de la especie Hydrochoerus hydrochaeris. Son los roedores vivientes de mayor tamaño y peso del mundo. La administración del Country Abril encerró a los animales en jaulas para trasladarlos fuera del predio porque algunos residentes habían presentado denuncias. Dijeron sentirse “invadidos”. Algunos hasta se se animaron a decir que habían sufrido “ataques”.

Los animales expulsados se quedaron cerca del alambrado del country, esperando para volver a su hábitat natural. La afrenta siguió allí: algunos vecinos se mofaron de la actitud calificándola como una protesta o piquete.

“Desde hace unos meses, habitantes del Country Abril nos vienen contando la situación de que hay personas del lugar a las que les molestan los animales silvestres de la laguna y dan órdenes permanentes de sacarlos”, señala un comunicado del grupo Guardaparques del Parque Pereyra, en su página oficial de Facebook.

No son todos los habitantes del club de campo, que publicita el emprendimiento con el agregado de valor del “contacto con la naturaleza”. Varios vecinos denunciaron los maltratos animales en redes sociales y afirmaron que sólo “son un grupo de 10 personas” los que se quejaron de su presencia.

Los carpinchos son particulares. Tienen una vida gregaria, de parejas con sus crías y a veces grupos mayores. Ahora, varias de esas “familias” quedaron separadas por el alambrado del country, que cubre nada menos que 312 hectáreas en las que hay 10 canchas de tenis, tres de fútbol y espacios para prácticas hockey, paddle, squash, básquet. Hasta un club hípico, además de comercios y un colegio.

“Esto lo tendrían que haber solucionado desde el mismo gobierno de la provincia de Buenos Aires a través de la Dirección de Fauna. No sabemos cuánto tiempo más van a durar esos animales vivos y sanos en esta situación. Ahora la decisión le toca a la Justicia”.

Fauna, en falta

Los carpinchos desalojados a fines de abril siguen firmes contra el alambrado del country, con la vista fija en la laguna en la que se criaron. “El veterinario perito nos explicó que los carpinchos viven en familia pero ahora ha quedado una parte adentro y otra afuera. La misma Dirección de Fauna estableció que el lugar de reposo, refugio y bañado está dentro del country”, señaló la fiscal Silvia Borrone. “El Parque Pereyra podría ser un ámbito propicio para que desarrollasen su vida, pero si se hubieran criado en forma silvestre”, agregó la funcionaria.

Borrone puso la mira en la Dirección de Fauna, como la guardaparque Alba Ale. “Desde el club de campo le solicitaron a Fauna que sacaran a los animales o que arbitrasen los medios necesarios para hacerlo. Se inició un expediente en esa dependencia. En marzo hubo una inspección en la que se verificó que eran unos 10 carpinchos, incluidos varias crías”, relató la fiscal. Y continuó: “Fauna les informó que como ellos no tenían empresas registradas dedicadas a la captura y reubicación de esta especie, que lo busque en forma privada. Y hay un mail de la misma persona que hizo la inspección en el que sugiere espantar a los carpinchos hacia el campo lindante que es el Parque Pereyra Iraola. Eso es lo que terminaron haciendo los administradores del country”.

Larga historia de alambrados, de Garay a los Pereyra Iraola

El club de campo Abril se conjuga con la historia de la estancia homónima y otra, de la que formó parte: la San Juan. Y remite a la conquista española y la saga de expropiaciones de tierras americanas.

En 1580, Juan de Garay distribuyó 30 territorios entre sus capitanes, que se asentaban en una lonja que va desde la localidad de Wilde hasta Ensenada. Le siguieron a esos alambrados una serie de sucesiones dominiales.

En 1840, el agrimensor Federico Chiclana midió parte del bañado para Faustino Ximenez y delimitó la estancia “Las Conchitas”, de nada menos que 13 mil hectáreas. Una década después, Rita PInto de Ximenez, viuda de Pedro Capdevila, vendió el predio a Simón Pereyra. Incluía ocho puestos: Santa Rosa, La Calera, Las Ánimas, Del
Centinela, San Pedro y Villalba. Y la costa del Río.

Simón Pereyra estaba casado con María Ciríaca de Iraola Brid. Cuando muere, dos años después de comprar “La Conchita”, hereda su hijo mayor Leonardo Higinio. Puso su marca: rebautizó esas propiedades como “Estancia San Juan”.

Leonardo, junto a su primo Martín, vuelven poco tiempo después de un periplo europeo fascinados con nuevas tecnologías de explotación agropecuaria y la importancia creciente de las técnicas de forestación para preservar los suelos de la erosión. Le encargan al paisajista holandés Carlos Vereke los primeros parques en sus propiedades. La estancia “San Juan” se transformó, además, como la cabaña madre de la cría de ganado Hereford.

Leonardo Higinio, ya con su doble apellido Pereyra Iraola, murió en 1899. La estancia San Juan se dividió entonces entre sus hijos. Una división conservó el nombre, y sus 9 mil hectáreas pasaron a manos de Leonardo. La llamada Santa Rosa, de 500 hectáreas, quedó para Martín. Otras cuatro, más pequeñas, a cada una de sus hijas: María Luisa (El Carmen), María Antonia (Las Hermanas), Sara (La Porteña) y Laura (Abril).

En 1997, la sociedad compuesta por Irsa Inversiones y Representaciones SA y Alto Palermo SA compra la Estancia Abril de los Pereyra Iraola, para desarrollar el negocio inmobiliario ofrecido como una oportunidad de vivir en contacto con la naturaleza, incluida la centenaria forestación encomendada por Leonardo Higinio y los animales autóctonos que ahora algunos de sus habitantes rechazan. Vivir en la naturaleza sin bichos, la contradicción.

 

 

 

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