El reconocido guitarrista, cantante, compositor y arreglador, Rubén Goldín, uno de los fundadores de la mítica Trova Rosarina, vuelve este sábado a su ciudad natal para repasar canciones de diferentes épocas y compositores, algunas de las cuales forman parte de Girasoles, el octavo disco de su carrera, que editó en 2017 y que ya se puede escuchar en las principales plataformas digitales, al tiempo que en pocos días tendrá su esperado formato físico tradicional.
El material, “el más ambicioso” de su carrera, tal como lo definió el propio músico, contó con invitados de lujo y un repertorio basado en el folclore latinoamericano más dos canciones de su autoría: “Las cosas que uno quiere” y “Girasoles”.
Girasoles tardó dos años en ver la luz porque su autor, según dijo, necesitó tiempo “para afinar el lápiz con el repertorio”.
El material abre con el tema que da nombre al disco, que el propio Goldín escribió basándose en la obra del genial pintor holandés Vincent van Gogh, el cual, según contó, lo inspiró para dar a luz a esta bella canción.
Músicos de Brasil, Perú, Paraguay, Venezuela y Argentina como Jorge Cumbo, Rodolfo García, Franco Luciani, Ernesto Hermosa (guitarrista de Susana Baca) y Thiago Big Rabello (baterista de Djavan), entre otros formaron parte de la grabación de este material con el que Goldín se entusiasma en volver a Rosario para mostrar íntegramente. “Hay unos cruces impresionantes en todo el disco que a mí me encantan”, dijo el autor de “Sueño de Valeriana” a El Ciudadano.
En Rosario, Goldín estará acompañado por el músico Martín Neri, guitarrista del Dúo Salteño, con quien tiene un bello proyecto por delante: abordar al dúo, una postal que se podrá ver como anticipo en este concierto del que además, en carácter de invitados, formarán parte la cantautora Sandra Corizzo, el pianista Rodrigo Zacarías y otros amigos de la vida del autor.
—¿Estás tocando estas canciones en vivo?
—No lo estoy presentando en vivo completo porque no tengo el disco físico que pronto estará. Lo que hago es adelantar algunas canciones. En los conciertos, estoy haciendo los clásicos y, entre ellos, no pueden faltar “Sueño de Valeriana”, “Otro ángel” o “El ogro y la bruja”, esos siempre están, y les agrego algunas versiones del rock nacional de Charly García, de Luis Alberto Spinetta, de Fito Páez, de Los Abuelos de la Nada. También hago folclore. Me doy el gusto de cantar cosas que puedo y que me gustan. Están las canciones de mis discos y también cosas que no grabé aún, inéditos para la gente. En total, termino cantando más de veinticinco temas en estos shows.
—Cuando venís a dar un show a Rosario, el público no te deja bajar del escenario; siempre hay espacio para un tema más…
—Yo estoy bien, de buen humor, bien físicamente, mi voz está bastante sana y siento que puedo cantar cualquier cosa. Puedo cantar dos horas y seguir como empecé. El show está lindo y me gusta sumarle invitados: Sandra cantará, improvisará con su voz, pero además hará lo que ella quiera. Martín también. Tenemos una larga noche por delante.
—¿Vas a volver a Rosario para presentar el disco completo?
—Este disco es necesario que esté impreso a la hora de ser tocado en vivo porque el material físico aporta mucha información que en digital no se puede ver. Sí se puede oír en internet completo. Ese tema es un arma de doble filo: si en internet estuviera toda la información sería el fin del disco físico. Aún nos queda el resguardo de lo físico para tener las fotos, la información, el diseño.
—Además de la espera del disco físico y el proyecto con Neri, ¿qué planes tenés para adelante?
—Tengo muchas propuestas de shows en otros países: en agosto tocaré en Chile con Facundo Guevara en la percusión y Daniel Tarrab en contrabajo. Voy allá, por primera vez en mi carrera, a plantar la bandera. Hace poco toqué con Nito Mestre y, tras el concierto, unas personas se me acercaron y me invitaron a tocar en Costa Rica. En noviembre, además, estoy invitado a hacer un show en Uruguay con Franco Luciani.
—¿Seguís componiendo?
—Como muchos músicos, tengo la idea de componer la mejor canción. Yo repito que mis shows nunca son iguales: siempre son únicos. Me gusta mucho una frase Paul McCartney que dice: “No sé si escribí mi mejor canción”. Él lo dice por esto de la zanahoria y el burro. Siempre vamos caminando, si no componemos una canción nueva estamos muertos; siempre estoy inquieto buscando. Yo compongo, escribo, grabo, tengo 20 mil ideas, siempre tengo la guitarra a mano y el celular para grabar las ideas que vienen y después desarrollarlas.
—¿Componer es un motor, el lugar de la ilusión, del deseo?
—Sí, exacto. Hace muchos años tomé un curso con Pedro Aznar. Duró tres días y él explicaba cómo era el proceso desde la primera idea hasta llegar al disco terminado. Escucharlo me sirvió para ordenar mis ideas. Cuando un pensamiento me pasa por dentro, sé que es un disparador, pero luego hay que laburar y desarrollarlo.
—Tenés una lectura muy clara de ese proceso, ¿ayuda tu rol como docente?
—Es interesante. Con los alumnos, lo que está bueno, es la interacción. Hace un par de años fui a dar un curso a Villa María, a la Universidad de Música. Recuerdo que había un pibe que me toreaba. Yo los guiaba por el lado de la intuición, les decía que prefería no tener método y confiar en la intuición, y él me respondía que a través de los métodos el camino era más rápido. El camino es más rápido para el compañero que sabe las mismas normas musicales que vos. Yo sigo en movimiento y me siento activo, siento que aprendo de ellos y me encanta esa interacción. No estoy atado a nada. Considero que todo puede ser cuestionado.
—Si en el arte existieran tantos métodos, los creadores estarían perdidos…
—No estar atado no es decir que todo es azar. A veces hay cosas que no tienen una respuesta, que son sólo imágenes lindas. De otro modo, sería música explícita, como la pornografía, donde se sabe qué pasará. El porno va directo a eso. Por eso no hay arte allí, no hay sorpresas. En la música tiene que haber sorpresa.
Para agendar
Rubén Goldín se presentará este sábado, a partir de las 21, en el Complejo Cultural Atlas, de Mitre 645. Las entradas anticipadas se pueden adquirir en la boletería del referido centro cultural
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