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Rosario escuchó la eterna música de Spinetta

Con su hija Vera en coros y la poderosa banda piloteada por el Mono Fontana y el rosarino Cardone,  Spinetta ofreció un concierto de sublime belleza. Para Cerati, interpretó "Té para tres".  Por Patricia Dibert y Agustín Aranda.

Por Patricia Dibert/ El Ciudadanoweb.

Foto: Fabio Oettel

Luis Alberto Spinetta volvió a Rosario con nuevo concierto y músicos invitados. El Teatro El Círculo contó con entradas agotadas mientras algunos fans esperaban en la puerta un milagro. Para la ocasión el flaco repitió la formación del reciente Cosquín Rock: dos teclados a la par con el histórico Claudio Cardone en las melodías y El Mono Fontana, compañero de tantas rutas spinetianas, imponiendo sus maquillajes sonoros. Sergio Verdinelli aportando su time poderoso y sutil a la vez, la polenta de Baltasar Camotto en guitarra y Matías Méndez recientemente incorporado en lugar de Nerina Nicotra, dedicada ahora a su hijita. La banda del flaco es un seleccionado de lo mejor de la escena rockera, compuesta por históricos experimentados y jóvenes promesas que unen sus influencias y formaciones en un mismo sentido, rico en matices y musicalidad.

Los invitados fueron Panchito Chévez (con mención al proyecto Mundo Alas de León Gieco), y su hija Vera (“una persona muy importante en mi vida”, dijo el Flaco), quien hizo coros en Durazno Sangrando y Cabecita calesita, dos de los momentos de mayor riqueza armónica de la noche. Desde la década del ochenta que Spinetta no presentaba una voz femenina en coros, cuando Isabel de Sebastián y Celsa Mel Gowland lo acompañaban en esa función. Desde la platea presenciaron el concierto Jota Morelli y Hernán Jacinto (tecladista de Malosetti), además de un importante grupo de músicos rosarinos como Gonzalo Aloras, Sandra Corizzo y Adrián Abonizio.

Durante tres horas de show, el flaco hizo un repaso por sus viejas y nuevas canciones, un derrotero por la mejor poesía que se consigue en esta tierra, mostrando buen humor y una buena comunicación con la platea. Spinetta eligió ponerse como uno  más en el escenario, al lado de la batería. La producción del concierto no permitió el acceso de fotógrafos ni se concedieron entrevistas por expreso pedido del músico, sólo un reportero oficial registró las únicas imágenes de la noche, a pesar de la cantidad de teléfonos y cámaras digitales que se observaban en los palcos y plateas.

Entre su repertorio hizo algunos homenajes, como dos momentos en que sonaron temas del uruguayo Hugo Fatorusso elegido por Mono Fontana para su momento solista, y una buena versión de Milonga Blues, donde la hija menor de Spinetta pudo mostrar sus dulces y afinadas condiciones vocales. “Prométeme paraíso” de Illya Kuriaki fue el tema elegido del repertorio de Dante Spinetta, con una poesía que parecía hecha a medida de su padre. “Las cosas tienen movimiento” de Fito también sirvió para nombrar a Litto Nebbia, otro rosarino ilustre. Los buenos deseos del flaco para Gustavo Cerati se escucharon con una versión emotiva de “Té para tres”, la canción de Soda Stereo donde es posible encontrar cierta influencia del creador de “Bajan”.

La larga lista de temas (ver nota aparte) fue compuesta entre viejas y nuevas composiciones del flaco, pero vale la pena mencionar la apertura de la noche, con una versión extended de “La herida de Paris” que sirvió como presentación de la troupe de músicos ilustres que forma la banda de Spinetta. “Canción de amor para Olga” y Nelly no me mientas” fueron directo a los sentidos en una ovación del público que también se emocionó cuando sonaron los primeros acordes de “Asilo en tu corazón”, aquella canción inolvidable del proyecto Páez Spinetta, conocido como “La la la”. Mientras Verdinelli y Camotto se lucieron en “Ludmila”, una perla rescatada del mar eterno que demuestra las permanentes cualidades vocales de su autor.

El público que colmó el teatro estaba compuesto en su mayoría por jóvenes, pero también cuarentones hombres y mujeres cantaban las canciones del artista. “Descubre tu vuelo al fin”, fue el elegido para la despedida, aunque el silencio y el respeto de los espectadores demostraron que las mil doscientas almas presentes ya descubrieron el eterno vuelo creativo de Luis Alberto Spinetta. 

Gentileza Fabio Oettel

Spinetta cosechó su siembra  

 Por Agustín Aranda/Diario El Ciudadano

En un teatro El Círculo casi colmado por fans y no tanto, el Flaco Spinetta volvió a dar sobradas muestras –si es que todavía a alguien le falta enterarse– de que la lista de grandes del rock nacional lo tiene en la punta y a bastante distancia de cualquier segundo lugar. Fue el último sábado a la noche, y los rosarinos que fueron guardarán en su memoria la visión y escucha de un concierto delicioso con simpáticos interludios donde el Flaco dio rienda suelta a su particular humor.

Alrededor de las 22, los puntuales aplausos y chiflidos preliminares desde la platea llamaron al prócer del rock nacional, denominación lejos de la acepción que ata el término a algo pasado si se tiene en cuenta vigencia y vitalidad en cuanto a búsqueda musical. Al escenario del Teatro El Círculo llegaron Baltasar Comotto (“guitarrista atómico”, tal fue la presentación del Flaco), el rosarino Claudio Cardone (teclados), el siempre alegre Sergio Verdinelli (batería), Matías Méndez en reemplazo de Nerina Nicotra –abocada a tareas maternales junto a su esposo Guillermo Vadalá, según apuntara el propio Spinetta– y su “socio del desierto” durante los 90, el Mono Fontana (teclados). “¡Qué bandita!”, gritaron desde los palcos, expresión que el Flaco asintió.

Tras la presentación afectuosa de la formación, el músico emblema del rock argentino enunció: “Vamos a empezar aflojando los paragolpes”, y comenzó con “La herida de París” (Jade), que se convirtió en un extenso jam. Un poco después se escuchó “Despierta las brisas” (de su último disco de estudio Un mañana, 2009) y la incisiva dedicatoria a la administración del ex presidente estadounidense George Walker Bush “Atado a tu frontera” (de Pan, 2006). Luego sería el turno de la funkera “Contra todos los males del mundo” (también de la etapa Jade).

Con su habitual humor, cargado de personajes y voces lúdicas, Spinetta anunció con voz de anciano desdentado: “Vamos a tocar un tema viejo. Tiene como 880 años”, dijo antes de dar lugar a la “upbeat” “Oh Magnolia”, que supo hacer con los Socios del Desierto. Ya calientes los motores, siguieron los cortes preferidos de Un mañana: “Mi elemento” –donde destacó la viola de Comotto en una coda junto a la voz del Flaco– y “Mendiga”, tema que abre el disco, donde el rosarino Cardone deleitó con un solo antológico.

De pronto, todo se volvió luto. Fue el momento del homenaje para el ex Soda Stereo Gustavo Cerati, aún convaleciente tras un ACV, en el que el Flaco renovó aquel “contrato” que entre los dos músicos se formara durante los 90. En 1996, Soda Stereo grabó su disco unplugged llamado Confort y música para volar. Allí, la versión de “Té para tres” –balada que según Cerati escribió al enterarse de la enfermedad terminal de su padre y el encuentro del núcleo familiar ante la noticia–, contó con un solo no incluido en el tema original que aparece en el disco Canción animal, cuya melodía emula el clásico de Pescado Rabioso, el funesto “Cementerio Club”, también de temática tanática.

De esta manera, y ante un solemne silencio, el Flaco interpretó “Té para tres”, cuyo cierre fue la expresión: “Aguante Gustavo Cerati”.

Los tributos continuaron con “Prométeme el paraíso”, de Dante Spinetta, y su habitual interpretación de la canción de Fito Páez “Las cosas tienen movimiento”, y “Asilo en tu corazón”, de la placa que elaboraran juntos en 1986, La la la. Siguió el desgarrador blues de “Para los árboles”, “Yo miro tu amor”, donde Comotto volvió a florearse haciendo gala de una técnica y expresividad envidiables.

Capítulo aparte para el Mono Fontana que en “Cuentos perdidos” unió teclados circenses con grabaciones para una obra de música concreta; la presentación –ya había ocurrido durante el último Cosquín Rock– de Vera Spinetta en los coros de “Milonga blues”, de Hugo Fatorusso, y “Durazno sangrando”, y la presencia de Panchito Chévez –armoniquista recordado por el documental y disco de León Gieco Mundo alas– para una versión de “8 de octubre”, canción emblema de la lucha santafesina de padres de víctimas de accidentes viales.

Cerca del final del show, el Flaco interpretó “Ludmila”, la exquisita “Canción de amor para Olga” –obra tripartita a partir de arreglos de Cardone– y cumplidas las dos horas y media, el músico, haciendo gala de su particular humor, bromeó: “¿Qué se piensan que es esto? El saco de los 40 mil botones. ¡Carajo!”. Nuevamente jugando con el público, Spinetta confesó: “Si quieren, les canto canciones bávaras, aunque mi austríaco no es muy fluido”. Tras un encore, “Tu vuelo al fin” (de Un mañana) se convirtió en el sello de oro a una noche inolvidable en la que una vez más, Spinetta renovó votos de la merecida plaza de público rosarina, que supo sembrar y cosechar durante 40 años, ya sea como solista o con alguna de sus “Bandas eternas”.-

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