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“Román”, sensibilidad y naturalidad para enfrentar los cambios apostando al deseo y al presente 

El elogiado film de Majo Staffolani, que acompaña a un protagonista que a los 50 años comienza a virar su vida, descubriendo que hay algo más allá detrás de las costumbres y las rutinas, se verá desde este jueves a través de la plataforma pública Cine.ar Play


Román, de Majo Staffolani, es un film íntimo, que no juzga y que acompaña a un protagonista que a los 50 años comienza a virar su vida, descubriendo que hay algo más allá detrás de las costumbres y las rutinas y que se verá desde este jueves a través de la plataforma pública Cine.ar Play.

La película, segunda de la realizadora de Colmena, trata acerca de cómo Román (Carlo Argento) descubre su homosexualidad, pero además pone la cámara en estos aspectos íntimos, dado que Stafollani los utiliza como un punto de partida para que el protagonista se redescubra en su trabajo y en la relación que lo une a su esposa e hija.

“Román habita la vida pasivamente, como un espectador sentado en alguna butaca de un cine viendo proyectada su propia vida. La llegada de Lucas (Gastón Cocchiarale) lo instiga a levantarse de aquella butaca y le permite, sin darse cuenta, protagonizar diferentes situaciones que jamás pensó poder sentir y vivir. Como casi nadie en la vida real, Román decide actuar según su nuevo e ineludible deseo”, explicó la directora a la agencia de noticias Télam.

Así, Román se planta ante sus jefes en la inmobiliaria para la que trabaja, tras años de abusos laborales ante su condescendencia. Las facciones de Carlo Argento, actor de una vasta trayectoria en el teatro, mudan desde el ser taciturno de las primeras escenas hacia uno contestatario y de gesto alegre hacia el final de un film que habla sobre el amor.

“«No se puede controlar lo que uno siente Román, no se puede. Es antinatural ¿Cómo hacés para que algo que te pasa, te deje de pasar?», le pregunta Lucas a Román, quien de forma inmediata responde «no sé». Sin demorarse, Lucas afirma: «No sabés porque no se puede»”. Con un diálogo de la película, Staffolani explicó sobre los impulsos que llevan al protagonista hacia sus cambios radicales.

El film lo dispara una charla con su madre, pero lejos de hacerlo biográfico, la directora y guionista se sirvió de ese hecho para darle vida a una película que por momentos se plantea vivir el presente, sin preocuparse por el futuro, pero que a la vez también reflexiona sobre las consecuencias de los actos.

“La mayoría de las películas LGBTIQ+ están contadas por varones cis heterosexuales. Me resultaba un verdadero desafío escribir y filmar Román siendo mujer. El equipo técnico estuvo conformado por un 95 por ciento de técnicas mujeres, todas cabezas de equipo”, dijo la realizadora.

El personaje de Lucas le dice a Román que hay que disfrutar el momento y no programar tanto. Algo que Charly, en otras palabras, también le dice al comienzo. En este sentido, la directora evaluó cuántas cosas se pierden del presente  por vivir planeando el futuro. “Lo más peligroso que nos perdemos de vivir pensando en el futuro es la mismísima vida. El plano que parte la película a la mitad es el que lo toma a Román después de su primer encuentro amoroso con Lucas. Ahí Román deja de vivir para lo que supuestamente vendrá y comienza a vivir el ahora, comienza a vivir de verdad”.

Al mismo tiempo, Staffolani habló de la culpa que desde ese momento empieza a sentir el personaje. “La culpa es necesaria siempre y cuando no se haga costumbre. A veces, la culpa nos muestra exactamente dónde estamos parados frente a una situación transformadora. ¿Por qué siente culpa Román? Porque está viviendo un amor en la clandestinidad, pero al mismo tiempo, manifiesta estar siendo feliz. Si la culpa es la consecuencia de un camino que nos conduce a la libertad, habrá que trabajar para que se vaya, pero abrazarla si aparece, porque en definitiva algo nos está diciendo”.

El protagonista del film no sólo enfrenta su situación amorosa, sino también la laboral. “El conflicto laboral de Román es de larga data. La diferencia es que Román, ahora, se para distinto frente a esta situación. A mi me resulta encantador que la libertad lo desmorone y lo rearme al mismo tiempo. En el transcurso de la película, el mismo Román se da cuenta que todo lo que entendía como estable en su vida está a punto de romperse. Pero eso que ahora él percibe como frágil, en realidad venía mal hace mucho tiempo, la diferencia abismal es que Román ahora es consciente de esa fragilidad”, analizó la cineasta. Y sumó: “Estoy convencida que la mayoría de las personas de 50 años ya tienen la idea de su trabajo y pareja resuelta. A los 20, a los 30, o a los 50, como Román, está bien que todo se rompa y se vuelva a armar”.

Staffolani, además de realizadora audiovisual es música, una de las marcas fuertes que aparecen en el film y que genera un gran contrapunto generacional con el protagonista. “Escribí Román escuchando discos de Jaime Sin Tierra y de El Mató un Policía Motorizado, entonces, para mí la película sonaba así antes de verla. Voy generando las imágenes, los planos, los encuadres a partir de una melodía. Una canción puede darte una película entera y mucho más. Y es cierto que Román es de otra generación, o no. Soy muy desobediente a la hora de corresponder con lo que se entiende como lógico. Suenan Jaime o El Mató porque Lucas es 25 años menor que Román y eso para mi siempre fue natural, porque sus cuerpos son tan extraordinariamente opuestos que nada me impedía seguir buceando en la película que siempre imaginé: una película con cuerpos que huyen del modelo hegemónico y personajes que no evaden su propia naturaleza, una película menos lógica pero más honesta como las letras de estas dos bandas”.

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