Un joven denunció haber padecido un episodio de abuso policial hace una semana en la localidad de Roldán, cuando fue detenido junto con un compañero de trabajo en una estación de servicios ubicada sobre la ruta 9.
Walter V. tiene 21 años y vive con su madre, admisionista en el hospital de Roldán –como tal, “conocida por todo el mundo”– y sus tres hermanos en esa localidad. Herrero de oficio, trabaja en una constructora. Según relató, el viernes pasado salió del trabajo junto con Alejandro Q., de 24 años, y transitaba en su Motomel de 150cc junto con su compañero de trabajo, alrededor de las 21, por la ruta 9 rumbo al este. “Cuando llegamos a Sargento Cabral doblamos para entrar a la estación de servicios, y ahí vemos una camioneta policial que venía hacia el oeste. Ya estacionados, nos cruzaron la chata y se bajó un policía con el arma en la mano”, dijo.
“Me gritó varias veces: «Bajate de la moto». Yo pensé que la camioneta venía a cargar combustible. «Tirate al piso», le gritó a mi compañero. Ya en el piso, lo agarró de la capucha de la campera y le apoyó la pistola en la nuca. Me gritó a mí de nuevo y me bajé. Ahí se cayó la moto encima de ellos dos. La moto le pegó en la mano en que tenía la pistola, incluso le hizo un corte. No se disparó de milagro. Le dije: no hace falta que me apuntés. Somos de Roldán. «Yo los conozco», le dijo el playero, pero no hubo caso”, contó.
“Tirate al piso, no me mirés, bajá la cabeza”, fueron las órdenes del policía, según dijo Walter. “Como si en vez de un policía fuera un delincuente”, interpretó el muchacho, quien añadió que en un momento el policía se puso el arma entre las piernas, aunque nunca los cacheó ni les pidió sus datos ni la documentación de la moto. En el parte policial de la detención, el suboficial Daniel B. sostiene que hizo la identificación y el “cacheo palpáreo” allí.
“Adentro de la camioneta había una mujer policía. Ella se puso al volante. Nos subieron atrás en la doble cabinas. «Mirá para abajo» me gritaba. «Llamá por radio a la comisaría», le decía a la mujer policía: “Decile que nos esperen afuera. Y que vengan a buscar la moto»”, contó Walter. El joven relató que la comisaría queda a unos mil metros de la estación de servicios y que afuera de la dependencia había tres o cuatro policías esperándolos. Todo el trayecto lo hizo la camioneta con las balizas encendidas, lo que le permitió llamar la atención a un familiar de Alejandro Q., quien estaba a pocos metros de la seccional y observó cómo los bajaban, por lo que avisó a la familia de Walter.
“Nos metieron a empujones adentro y recién ahí nos requisaron. Le sacaron el celular a mi compañero. A mí me sacaron la billetera. Tenía la plata para cargar combustible: 992 pesos. «Acá está la plata que le sacaron a la señora», decían. Les respondí: es la plata que cobré en el trabajo recién, acabo de salir, estoy todavía con la ropa de trabajo”, narró, para continuar: “Los del Comando se fueron y ahí me dijeron que buscaban una Honda Tornado blanca que le había robado a una señora en la zona de loteos. Pero media hora después cambiaron la versión: dijeron que le habían robado a una pareja y que había avisado el chofer de un colectivo de la empresa Las Rosas”. El acta policial sostiene, en cambio, que un chofer dijo haber visto tres veces en el casco urbano a dos hombres en una moto blanca tipo enduro, que le arrebataban cosas a varias personas, aunque sin precisar lugar. Y destaca que ninguna víctima se presentó en la comisaría.
El muchacho señaló que los dejaron libres a la 1 de la mañana. “Nos pidieron disculpas. Les dije: quiero saber el nombre del policía que me puso el arma en la cabeza. Dijeron que le iban a decir a este sargento que fuera, pero no apareció. Les dijo mi mamá: «Lo único que falta es que mi hijo venga con un tiro en la cabeza”, contó Walter. Por eso hoy se presentará en Fiscalía para interponer un recurso de hábeas corpus.
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