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Canción con todos

Rockeando con Fito Páez, Coki Debernardi se recibió de músico ilustre

Galardonado por el Concejo Municipal, el líder de Punto G y voz junto a The Killer Burritos repasó su trayectoria tocando frente al Monumento, inaugurando un nuevo modo de reconocimiento. Javkin, Sukerman y Rodenas acompañaron a Toniolli en el acto y al recital que no era lo cerró Fito Paez


Fotos Alejandro Guerrero

Fue una ceremonia íntima, o lo más intimista que puede tener lugar en un espacio totalmente abierto, con el Monumento a la Bandera de fondo. Acaso una complicidad con la “vergüenza” que otros y él mismo dijo sentir, si eso cabe para un músico que ya cumplió décadas surfeando escenarios y públicos masivos.

Pero en este recital, que no era tal sino su distinción formal como “músico ilustre” y el reconocimiento a su aporte a la cultura rosarina, Coki Debernardi, ya forma parte de la memoria como un encuentro casi artesanal con sus seguidores, o más bien con el puñado de todos ellos que pudieron estar frente al Palacio Vasallo en el atardecer de este martes, viendo cómo Coki subía al escenario y recorría piezas de toda su trayectoria, desde aquel inicio consagratorio con Punto G hasta su actualidad con The Killer Burritos, incluyendo dos temas nuevos y un cierre que corporizó el rumor que nadie confirmaba: el deto final con Fito Páez.

Era el boca a boca y las redes sociales más que la difusión o la publicidad, lo que congregó a a decenas de personas frente al escenario, montado cerca de donde la calle Córdoba se vuelve Alem en un giro. Unos en bicicleta, otros con lonas, unos pocos con mates, todos en grupos, esperaban en el final de la tarde. Aliviados del calor por un suave viento que llegaba del Paraná, no tenían una edad uniforme, pero estaba claro que todas y todos habían pasado por frente a los escenarios del tiempo donde había tocado Coki. Madres y padres con nenas y nenes de pocos años se alternaban con quienes estaba claro que habían pasado los cuarenta. No había impaciencia todavía cuando la espera terminó: todavía estaba claro pasadas las siete y media, cuando Coki subió al escenario.

No tantos años separan a quienes participaron del acto formal de distinción como para no haber coincidido en alguno de sus recitales, y ahí estaban junto a los músicos, el concejal Eduardo Toniolli, autor de la iniciativa; su par Roberto Sukerman; la vicegobernadora electa, Alejandra Rodenas, y el intendente electo, Pablo Javkin. De la presentación se encargó el propio Toniolli: “Alguien que pinta su aldea y que nos hace soñar”, ensalzó en un párrafo al músico y tras relatar cómo llegaron allí, al recordar con humor que lo más usual son actos entre cuatro paredes en los que “habla un concejal, habla un amigo” de quien recibe el homenaje, “todos hablan bien” y listo. Pero a Coki se le ocurrió un recital para agradecer, y le hicieron caso. Rodenas, quien le siguió, dejó en claro que estaba ahí para saludar a un amigo, y recitó un cúmulo de postales del músico, el lado íntimo del disco, con Coki sin guitarra, jugando con hijos de amigos, elaborando “las mejores pizzas del mundo”, preguntando cómo les gustaba el asado, criando a sus hijas. “Este día algún día tenía que llegar”, concluyó con emoción.

“Ahora no me la dan”, bromeó Coki cuando le entregaban el decreto y la medalla en homenaje, y la lectura de la iniciativa del Concejo de Rosario marcaba que había nacido en Cañada de Gómez. Y, ya con el reconocimiento, todo pasó a ser rock. Abajo, los mates estaban en plena conversión en latas de cerveza y el cielo casi oscuro del todo cuando arrancaron los acordes de “Cae lenta”, primer gran clásico de Punto G.

Al inicio le siguieron consagrados “Duro duro” y “Baila”, entre otros éxitos, para cerrar la primera parte junto a Carlos Vandera, con quien cantaron “Después de la guerra”. Acto seguido llegó el turno de Killer Burritos para hacer otra recorrida por éxitos como “Perdida”, “Un millón de dólares”, “El perfume”, “Chico dinamita amor”.

El público había crecido en número cuando cuando el anuncio encendió la ovación: “La peor persona que conozco”, subía al escenario presentado entre risas por Coki y no era otro que Fito Páez. El cañadense había sido telonero del rosarino en uno de sus mayores recitales, hace casi una década en el Hipódromo del parque Independencia, y en muchos otros, incluyendo la presentación de “La ciudad liberada” el año pasado en Metropolitano. Ahora era al revés, y las muestras de amistad entre ambos se hicieron patentes en el escenario, donde Fito celebró el “homenaje tan merecido” a Coki como un acto de justicia. “Hay tantos canallas dando vueltas… Pero no de los nuestros, de los otros”, distinguió. Y juntos dieron paso a “Ciudad de pobres corazones”, y ya no había en mano ni mates ni latas de cerveza, sino celulares apuntando al escenario, iluminando desde abajo el momento.

Fue la sacudida final del público. Con “Lejos en Berlín” y “Taquicardia”, otros dos clásicos made in Páez, Coki cerró el momento agradeciendo y resistió el “No!”, que le gritaron desde el público. “¿Qué te creés, que estamos en un boliche?”, bromeó otra vez. Siguió agradeciendo y recordó que no era un recital. No, no lo era, ni dejó de serlo.

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