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Rock y dictadura: entre leyendas y falsas acusaciones de colaboracionismo

Nacido bajo el influjo del movimiento hippie, con ideales pacifistas y de resistencia, el rock argentino quedó atrapado entre lecturas históricas antagónicas según los diferentes análisis que se hagan de su relación con la última dictadura cívico-militar


Hernani Natale, Telam

Nacido bajo el influjo del movimiento hippie, que pregonaba ideales pacifistas y de resistencia a lo establecido; y alimentado por letras alegóricas sobre la libertad, el amor y la rebeldía; el rock argentino quedó atrapado entre lecturas históricas antagónicas que alimentan leyendas épicas y acusaciones de colaboracionismo, según los diferentes análisis que se hagan de su relación con la última dictadura cívico-militar.

En el sesudo análisis de las letras de Charly García o Luis Alberto Spinetta, por citar algunos casos; y en la comunión que se daba en los conciertos, amplificados por las razzias llevadas a cabo por las fuerzas de seguridad; muchos encontraron al rock como un espacio de resistencia y denuncia al horror que desataba el Gobierno militar.

Pero por otro lado, que la Junta Militar no haya tenido como principal enemigo al rock y que los jóvenes que abrazaron la lucha armada, real objetivo de los uniformados, cuestionaran su falta de compromiso, ubicaron al movimiento en un injusto lugar en el que no faltaron acusaciones de colaboracionismo.

“El rock fue un lugar de refugio. Tampoco es cuestión de cambiar la leyenda blanca del rock como resistencia por la leyenda negra que colaboraba. Ni una cosa ni la otra”, dijo al ser consultado por Télam el periodista Mariano del Mazo, quien puso el foco en la relación entre el movimiento y la dictadura en sus libros Fuimos reyes y Entre lujurias y represión, que describen las historias de Los Redondos y Serú Girán, respectivamente.

El doctor en Comunicación Cristian Secul Giusti, por su parte, señaló que “es interesante pensar al rock como espacio de disidencia con opacidad, con cuestiones que no se entienden muy bien”.

“Un espacio con protagonistas que no saben muy bien donde posicionarse y entienden que no quieren una dictadura que coarte la libertad. Pero, a la vez, ellos también coexisten en ese ámbito. Participan, hacen discos, shows, giras. Eso da la pauta que no eran el enemigo, sino no hubieran tenido la posibilidad de maniobra artística”, advirtió el investigador y docente de la Universidad Nacional de La Plata.

El recordado Rubens “Donvi” Vitale, fallecido músico y factótum del colectivo M.I.A. (Músicos Independientes Asociados), fue quien morigeró el halo combativo del rock, con conceptos que hablaban de la desconfianza que provocaba en los grupos radicalizados y en la ausencia de artistas de este género en las listas negras, en donde abundaban nombres fuertes del folclore.

“Yo creo que el rock tuvo un lugar fundamental de resistencia cultural en tiempos de dictadura pero de ahí a que los milicos haya puestos en sus listas negras a músicos de rock…”, deslizó su hija, la artista Liliana Vitale, ante Télam, quien además recordó que la Junta Militar “intentó cooptarlos con conversaciones”.

Y amplió en relación a la manera en que, de modo coincidente, era visto por la dictadura y por los jóvenes revolucionarios: “El rock era considerado como medio evasivo por la militancia, pro-imperialista. El militante puro no se involucraba para nada en cosas como las drogas y, además, el compromiso profundo ideológico- filosófico de los artistas de rock hacía que no estuvieran tan en sincro con la lucha más comprometida”.

En ese punto es en donde entra en juego su origen ligado a ideas macro de resistencia a la autoridad y su asociación con figuras poéticas o alegóricas que hacían difuso su mensaje, sobre todo en relación al estilo panfletario de la canción de protesta que encontraba mejores aliados en el folclore.

“El enemigo del rock, históricamente, es el poder. No importa si es democrático, dictadura o «dictablanda». Desde su fundación, siempre tuvo problemas con la autoridad”, explicó Del Mazo, pero aceptó que “lo que se oficializa con la última dictadura es el Plan Cóndor, que buscaba exterminar la guerrilla cueste lo que cueste, y en ese plan sistemático el rock no fue perseguido porque no era un peligro para la dictadura”.

“Hay una falla de origen en el rock argentino al no tener contrincantes tan visibles y ubicarse en grandes significantes, en grandes ideas. A la larga, en momentos inestables, queda un poco atrapado por no tener un concepto tan definido. Es un trastabilleo. Va viendo qué pasa y a veces queda medio desubicado”, analizó, de manera más amplia, Secul Giusti.

En sincronía con esta idea, Del Mazo acotó que “el rock era un movimiento que tenía un amplio ideario político pero que no se decidía a cambiar nada sino, en todo caso, quería cambiar la cabeza de cada uno”.

En lo que todos los consultados coincidieron fue en el espacio de resistencia que ofrecía para el público un concierto de rock y en la actitud de la dictadura de perseguir a sus seguidores por su aspecto o por alguna infracción a la ley de estupefacientes, a modo de amedrentarlos.

“Los conciertos eran lugares de encuentro en momentos en que no había tanto encuentro”, recordó Del Mazo, más allá de que Secul Giusti apuntó que en los años más represivos de la dictadura “el rock no era un movimiento masivo” por lo que los recitales no congregaban a tanta gente.

Sin embargo, las razzias estaban a la orden del día, tal como subrayó Liliana Vitale, quien fue víctima y testigo de cómo las fuerzas de seguridad se llevaban a la salida de un concierto de Alas y de otro de B.B. King al público en colectivos para la comisaría, con la simple excusa de “averiguar antecedentes”.

“Eran acciones de miedo. Mi hermano iba a estudiar piano y en el camino lo han parado y amenazado con armas de fuego para que se cortara el pelo”, evocó.

Rock argentino: lo que dijo y lo que quisieron hacerle decir

Las lecturas que, de manera errónea o por simple necesidad de encontrar voces que expresaran el horror, se hicieron de muchas canciones de artistas de rock publicadas durante la dictadura crearon un relato épico que se desvanece con el paso de los años y las aclaraciones de sus propios protagonistas.

Basta como ejemplo ver los casos de “Las golondrinas de Plaza de Mayo”, de Invisible, grupo que encabezaba Luis Alberto Spinetta; o “Serú Girán”, del homónimo grupo que integraba Charly Garcìa, que también incluyó en su repertorio “Canción de Alicia en el país de las maravillas”.

Mientras que el tema de Spinetta fue visto como un grito de libertad en medio de la dictadura; la composición que daba nombre al grupo de Charly, escrito en un lenguaje inventado, fue interpretada como una respuesta a la censura que impedía hablar de determinados temas y la canción inspirada en la famosa novela de Lewis Carroll, como una velada denuncia de las desapariciones y las torturas.

“No me di cuenta de eso. Es independiente del golpe y del momento político. Lo que pasa es que siempre hay un grito de libertad en alguna de mis letras, así como hay una permanente crítica al abuso de poder”, explicó el propio Spinetta, en 1988, en diálogo con el periodista Eduardo Berti que fue publicado en su libro “Crónica e iluminaciones”.

Aunque Charly no se encargó de manera explícita de aclarar los tantos, lo cierto es que se supo que “Serú Girán” fue un simple juego creado junto con David Lebón en un “viaje” de ácido y que “Canción de Alicia en el país de las maravillas” fue escrita para una película de 1976, basada en el famoso cuento y dirigida por Eduardo Plá, aunque tuvo algunos retoques para su grabación en 1980, cuando ya se conocían denuncias concretas contra la Junta Militar.

“Hay como una necesidad de torcer lecturas con el diario del lunes. Más allá de todo, yo sí creo en la clarividencia de ciertos poetas y artistas. Muchas veces esta gente tiene una antena distinta al resto. Pueden percibir sensaciones antes de que ocurran o ver aspectos de la realidad que no son fáciles de ver”, consideró el periodista Mariano del Mazo.

“El rock intentó no ser explícito e hizo de la poesía, la metáfora y la artística pura una posición. Desde ahí venía su compromiso”, puntualizó Liliana Vitale, al diferenciarlo de la llamada canción de protesta.

Aunque señaló que “el periodismo especializado le quiere dar una épica que no tuvo” y que “el público le demanda eso”, el investigador Cristian Secul Giusti describió que “el rock argentino no trabajó letras que denunciaran el Terrorismo de Estado y, en todo caso, estaba bastante más cercano a pensar el autoritarismo en general o la versión de los militares como alguien autoritario”.

Hecha esta salvedad, aceptó que “gente como Charly García y Spinetta siempre tuvieron en claro que el enemigo era el que les coartaba la libertad”.

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