Economía

Escaso margen

Restricciones al dólar: una medida para ganar tiempo ante la salida masiva de reservas en el Central

Para economistas locales la obstrucción a la demanda de moneda extranjera sin fines productivos puede frenar la sangría, pero necesita el complemento de un programa productivo para generar divisas y equilibrar la oferta y la demanda


La decisión de endurecer las restricciones para la compra de dólares en Argentina provocó un efecto de nerviosismo que solapó las dificultades que llevaron al gobierno nacional a tomar ese camino. Las proyecciones indicaban que la demanda de dólares en septiembre llegaría a casi 1.000 millones cuando las reservas líquidas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) no llegan a los 10 mil millones en moneda estadounidense.

Otro indicador que motivó los anuncios de la máxima entidad monetaria tuvo que ver con el crecimiento exponencial de argentinos que se volcaron a la compra durante los últimos meses. De 700 mil compradores que se registraron en marzo, durante septiembre el número escaló a 4 millones en búsqueda de un recurso finito.

SI bien las reservas brutas del Banco central rondan los 42.500 millones de dólares, ese total incluye conceptos que no se encuentran disponibles. Lo cierto es que según destacados economistas, uno de ellos consultados para esta nota, las reservas disponibles no llegan a los 10 mil millones de dólares.

Las nuevas medidas que pueden concebirse como restricciones, o cargos adicionales para el acceso a dólares parecen ser paliativos para detener la demanda sin fines productivos. Si bien los economistas consultados por El Ciudadano, coinciden en que no hay demasiadas alternativas para evitar seguir dilapidando reservas, aseguran que es necesario mejorar la oferta desde la matriz productiva.

Errores y escaso margen

En diálogo con este diario, el especialista en finanzas, Federico Fiscella, fue en búsqueda de los motivos que llevaron al gobierno a tomar esta decisión. A su vez evaluó errores de ejecución y riesgos que implica la nueva disposición.

“Llevarse 1.000 millones por mes era insostenible si tenés poco más de 9 mil millones en el Banco Central. Si sale bien podés aguantar las reservas hasta que el campo liquide y exporte, entonces evitás devaluar. Pero ahora el riesgo es que se traslade a precios, algo que siempre sucede”, señaló.

Más allá del contexto y de las dificultades que acarrea la economía argentina, manifestó que para el gobierno “resultó más fácil” tomar esta medida antes que forzar la liquidación por parte del sector rural. Mientras que entre las falencias en la ejecución consideró “un error no darse cuenta que al dar el IFE muchos ciudadanos iban a destinar ese dinero a hacer una diferencia”.

Para Fiscella, la situación de incertidumbre y especulación que llevó a unos 4 millones de argentinos a demandar su cupo de dólares mensuales, estuvo también atravesada por la disputa política. “La imagen de que no hay acuerdo en nada, es contraproducente. Al igual que el mensaje de que las empresas se van de Argentina, cuando en realidad se trata de casos marginales”, explicó.

El problema de la manta corta

Por su parte el economista Esteban Guida también fue al punto de partida y reconoció que la demanda de dólares sin fines productivos se volvió un problema a partir de la falta de generación por vías genuinas.

“Las medida atacan puntos donde se pierden dólares, pero falta saber cómo se va a generar la oferta de divisas. Sólo cerrando el acceso a dólares, el problema no se soluciona”, sostuvo.

El economista de la Fundación Pueblos del Sur entendió que la medida busca obstruir la demanda, ya que no puede restringirla definitivamente. Pero a la vez explicó que el problema se volverá a presentar en caso de no haber una alternativa que fortalezca la oferta.

En ese sentido analizó: “El gobierno no está proponiendo un programa que permita prever que la Argentina vaya a generar esas divisas. No se puede controlar la situación solamente desde la demanda. Por más que intente seguir restringiendo acceso a la divisa, no va a ser nunca suficiente si no hay un programa de oferta sostenible”.

Por último insistió en que resulta necesario complementar este tipo de anuncios con un debate productivo de fondo. “Si no hay un cambio en como Argentina se inserta en el mundo vendiendo bienes o servicios, no hay un cambio estructural, hay cambios de forma. Esto es política, habrá que ver si el gobierno va a apostar por un sendero de reinserción internacional o va a intentar maquillar algo que ya fracasó”, concluyó Guida.

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