Ciudad

Otro espacio comido por la piqueta

Restaurante Negri: una familia de inmigrantes italianos que alimentó la gastronomía rosarina

Recordado por los “ravioles de Doña Anita”, lugar que alojó grandes personalidades durante 54 años. Luego pasaron en la misma esquina de Italia y 3 de Febrero otros locales. Hoy lugar demolido y donde habrá un edificio. El músico Jorge Fandermole era asiduo concurrente


Hablar del restaurante Negri es hablar sobre la historia de una familia, recordar a la ciudad cuando llegaron inmigrantes y vivir el paso del tiempo en Rosario en la esquina de Italia y 3 de Febrero: el comercio estuvo funcionando 54 años, allí hubo bares como el también conocido Don Pipón (5 años en esa esquina) y en la actualidad demolido y próximo a construirse un edificio. Sin embargo la ochava conserva la magia, el encanto de un lugar donde pasaron grandes personalidades, espacio que era atendido por sus dueños: una familia italiana con varias particularidades y que recuerda el nieto de su fundador, Marcelo Verdelli, con mucha emoción y da a conocer un pasado para otros tantos desconocido.

Juan Negri llega a Rosario desde Italia en 1923, después de la Primera Guerra Mundial. Trabaja como bombonero en los cines Sol de Mayo (quedaba en Pellegrini 1417) y en Cine Esmeralda (Pellegrini 1371) hasta que en  1937 compra el fondo de comercio en la esquina de Italia y 3 de Febrero.

Lo llama Negri, como su apellido. De Italia viaja a Rosario su esposa, Zelinda en 1924. “Se casan a distancia, el que oficia en Italia de marido es mi abuelo paterno, Gaetano”, relata Marcelo “El Tano” Verdelli  a El Ciudadano dando el puntapié a una particular historia. Y es que su papá Aurelio Verdelli se casa con su prima, quien es una de las dos hijas- Ana María y Rosa-  de Juan Negri y Zelinda. “El papá de mi mamá era hermano de la mamá de mi papá”, entrelaza.

En 1948 arribó a la ciudad  Aurelio, también de Italia y después de la Segunda Guerra Mundial con 24 años.  Comienza a trabajar en el restaurante de su tío haciendo tares de mozo y cocinero y como era buen cocinero queda en la cocina a tiempo completo. En 1956 se casa con Anita, su prima hermana, quien trabajaba como moza en El Negri.

En 1958 Aurelio le compra el fondo de comercio a Juan y en 1963 compra el inmueble. Aurelio y Anita tienen tres hijos. Todos trabajaron y vivieron el esplendor del restaurante. El domicilio estaba en una casa lindera al restaurante.

Marcelo recuerda  a personajes famosos como Jorge Fandermole, vecino del lugar era habitué del local, algunos de los que conformaban la mesa de los Galanes después de pasar por El Cairo también tomaban como lugar de reunión al Negri,  y también trae a la memoria la visión gráfica de aquellos manteles de hule y mesas comunitarias.

 

El Negri quedó inmortalizado en un cuadro
Ravioles famosos y la negativa a hacer papás fritas

El Negri se hizo famoso por los “ravioles de Anita”. Marcelo cuenta que los miércoles a la noche su padre se ponía a hacer los ravioles que se vendían los días jueves. “Los ravioles los hacía mi papá, mi mamá se llevaba la gloria porque era la que estaba al frente de los clientes, yo digo que era la reina del marketing”, dice entre risas. El boom de los ravioles tuvo su auge cuando sumaron los sábados de raviolada y que restaurante es recordado en la actualidad por aquellas pastas.

Verdelli cuenta que a su padre, Aurelio, no le gustaba cuando la comanda demandada el pedido de papas fritas. “Mi papá odiaba hacer papás fritas, tenía toda la cocina, que era muy grande, organizada y hacer esa comida le implicaba muchos cambios en su orden. Mi mamá por darle el gusto a algún cliente, llegaba a la cocina y encargaba las papás fritas y me acuerdo de mi papá diciendo ‘Algún día te van a pedir el culo del cocinero y se lo vas a dar’”, suelta con mezcla de emoción y gracia.

Marcelo tiene 58 años y su pasado sigue intacto en su corazón. “Eran trabajadores natos, laburaban todo el día y tenía la visión de gringo, decía que había que construir algo, de hecho mi mamá quería construir un edificio en esa esquina, mi papá se hizo una casita en un campo, porque el venía del campo”, explica y suspira: “Tenían sus momentos de peleas y gritos, pero se amaban, esas cosas terminaban en el trabajo, ellos después se sentaban a comer y era como si nada hubiese pasado antes”.

Padres, los tres hijos, todos estuvieron abocados al negocio. Anita muere en 1997 y Aurelio falleció el pasado 21 de octubre de 2018.

Lo que fue después

El restaurante de la familia cerró sus puertas en 1991. Allí lo compraron, pero mantuvieron por 10 años el mismo nombre. En el 2001, corralito por medio, aquellos dueños cierran el local.

Llegan otros dueños, lo reforman y están por 6 años. Por 3 años tiene otro dueño diferente, Nicolás recuerda Marcelo su nombre de pila.

En 2013 desembarca Don Pipón hasta 2018. Se trata de la empanadería que originalmente estuvo por 31 años en la esquina de San Juan y Dorrego. Finalmente su dueño por diferentes problemas económicos tuvo que cerrar el local y en 2019 llega a la esquina de Italia y 3 de febrero Pizza Puck hasta 2021.

 

Con una pandemia que azotaba al mundo y muchas crisis económicas el local queda vacío y los hermanos, hijos de Aurelio y doña Anita, deciden finalmente vender la propiedad. Lo que sigue es demolición y el proyecto de un edificio. Idea no mal vista a los hermanos y al propio Marcelo que es arquitecto de profesión porque en el fondo era el sueño de su madre.

Fandermole lo recuerda

El cantautor Jorge Fandermole vivía a metros del restaurante Negri y lo recuerda con mucho cariño.

“El comedor Negri fue un lugar recurrente y familiar durante una parte importante de mi vida, ya que íbamos frecuentemente con mis compañeros estudiantes, quienes vivíamos a media cuadra del lugar. Pasaron los años y me mudé varias veces, pero volví al barrio por lo que retomé los almuerzos allí casi hasta fines de los ´80”, explica a El Ciudadano y sigue: “La comida de Doña Anita era un privilegio que los habituales comensales disfrutamos durante años, así como la atención cálida de sus hijos Juan Carlos y Marcelo. Los ravioles caseros de verdura y el matambre arrollado eran insuperables, inolvidables así como lo es el tiempo de juventud violento y amoroso que nos tocó compartir en esa época”.

El artista, referente de la Trova Rosarina, concluyó: “El comedor, cerrado hace tiempo, y ahora el vacío demolido de la esquina de Italia y 3 de Febrero duelen un poco en el pecho, como otro síntoma punzante del tiempo que pasa”.

Comentarios