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Otra vez internada

Relato del dolor, una paciente con coronavirus contó su dura experiencia

Marisol San Román se contagió en Madrid pero la diagnosticaron en Buenos Aires. Cree que fue por compartir una manteca de cacao. La internaron, la dejaron ir a su casa pero a los dos días volvió con síntomas cada vez más fuertes


Marisol San Román sufre coronavirus, lo padece, le duele. Está internada… otra vez. Cansada por toser, por toser con sangre. De que el pecho duela, que la garganta se inflame. Del miedo a tener neumonía, pero también el temor de contagiar. Y del destrato de la gente. Porque el día a día de la pandemia de coronavirus muestra un sinfín de situaciones de miseria humana y también de acciones honrosas, pero también se juzga, a veces rápido. Y como sucede tantas veces, la víctima pasa al lugar de culpable aunque parezca increíble sin derecho a explicación alguna.

Es de Vicente López y tiene 25 años, cursaba una maestría en Madrid cuando comenzaron a notarse los primeros golpes importantes de la pandemia en España y la universidad decidió cerrar sus puertas, por lo que decidió retornar a Buenos Aires en vuelo de Iberia. “Llegué sin síntomas y aunque en el avión no se tomó ninguna medida de higiene, me fui directo a mi casa para cumplir el protocolo. Era el 12 de marzo. Pero ya el 13 me levanté con fiebre y me llegó un mail de la universidad avisando que en el aula en el que cursábamos se había dado un caso positivo de coronavirus. El médico que me vio rápidamente decidió trasladarme al hospital para realizar los hisopados”, relata sin quitarse el barbijo y desde el sanatorio en el que permanece internada. Los estudios en el Malbrán se demoraron y recién el jueves 19 supo que el resultado era positivo. Para esa altura ya conocía que otra compañera estaba contagiada en España, una chica con la que había compartido la manteca de cacao que se coloca en los labios dos noches antes del regreso a Argentina.

“Me trasladaron a la clínica Agote y sufrí muchísimo, me dolía el pulmón, no paraba de toser. Fue el peor dolor que sufrí en mi vida, terminé en el piso y no podía respirar. Pero el sábado me dejaron ir a mi casa sin el test negativo, me pidieron que me aísle por 21 días. Fue muy raro que me dejaran ir sin una placa. Y después pasó lo que pasó”, cuenta Marisol.

Lo que pasó fue que apenas un par de días después volvió la tos, la sangre y la internación de urgencia nuevamente. “Estoy cansada y no me siento bien, pero quiero contarle a la gente que me insultó en redes que yo cumplí con los protocolos, que vine a Argentina porque no podía quedarme en España y que la verdad no sabíamos realmente el riesgo que se corría. Allí se dieron cuenta tarde y por eso son tan buenas las medidas que se están tomando a tiempo en Argentina”, explica y relata una situación que vio desde la ambulancia que la llevó a su segunda internación: “En una esquina había tres personas charlando con la bolsa del supermercado. No entienden que pueden contagiar, tenemos que darnos cuenta que hay que quedarse en casa. En mi casa mi papá ni saca a pasear el perro y yo no tengo contacto con ellos”.

De la incredulidad a la enfermedad. De tratar de seguir los protocolos a una especie de repudio sin sustento. Del temor a la lucha, desterrando la versión de que los jóvenes atraviesan la enfermedad como una simple gripe. La historia de una víctima del coronavirus, una que lo puede contar.

*Declaraciones extraídas del programa Intratables que se emite por América

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