Ciudad

Reivindicar la libertad

La comunidad judía recuerda durante ocho días el éxodo de los hebreos de Egipto trabajando sobre la humildad y la enseñanza a los más chicos.

Estos días no son especiales sólo para los cristianos católicos, que celebran la Pascua por la resurrección de Jesucristo, sino también para la comunidad judía. El judaísmo está en plena celebración del Pesaj, una festividad que rememora el éxodo de Egipto de más de 3 millones de hebreos. El rabino Jaim Nacach dialogó con El Ciudadano sobre esta festividad, una de las más importantes de la comunidad, ya que está centrada en la liberación del pueblo judío y en la humildad con la cual se debe vivir cada día.

La celebración comenzó ayer con la puesta de sol y terminará el sábado de la próxima semana con la salida de las estrellas. Durante este período se consumirán comidas especiales (sin leudantes) y además los creyentes se abocarán a lecturas y rezos conmemorativos.

Esta noche, a las 21, se realizará el segundo Seder de Pesaj para la comunidad, en el templo Schebet Ahim, de Dorrego 1160.

“Esta celebración significa «saltear», que ocurrió en la última plaga de los primogénitos. Dios salteó la casa de los judíos y salvó a sus primogénitos de los egipcios”, explicó el rabino Nacach en la sinagoga Schebet Ahim.

Nacach explicó que durante estos ocho días (son originalmente siete pero se agregó uno para los judíos que viven fuera de Israel) no se consumen alimentos leudados, sino las matzot, que “es un pan ácimo sin leudar”. “Está compuesto por agua y harina que se elabora en menos de 18 minutos. Durante el Pesaj no se comen galletitas, ni pan, ni pizzas, ni tortas. Sólo matzot con verduras y carne, pero nada de leudantes”, dijo.

De todas maneras, esta selección culinaria durante una semana tiene un mensaje a la comunidad fuera de lo gastronómico. “Esta dieta sin leudantes es un mensaje de la importancia de ser humildes. El matzot es algo chato, que no se infla, esto hace referencia a una persona humilde, lo leudado es la arrogancia, lo que se infla y no es. En cambio, lo chato se refiere a difundir las enseñanzas recibidas, ser sincero y nada más. Ésa es la única manera de adquirir el estudio de la Torá: por medio de la humildad”, explicó el rabino.

Sobre la Torá, Jaim Nacach comentó que según este texto sagrado “se necesita por lo menos un plazo de siete días para habituarse a hacer algo y su corazón lo sigue”.

“Deberíamos comer matzot todos los días del año –continuó–, pero durante estos ocho días (se toman en cuenta siete por la cantidad de días en los que fue creado el mundo) trabajamos sobre la humildad en base a la conducta de comer este pan ácimo. Claro que no es sólo cuestión de reunirnos a comer y reflexionar sólo en estos días; en el año 5772, en que vivimos nosotros, o en el 2012 de acuerdo a la era común, esto hay que aplicarlo en la vida misma, en el día a día, con tus empleados, con tu jefe, con tu esposa e hijos: con todo tu entorno”.

A su vez, remarcó las explicaciones de la Torá sobre la adaptación que alguien tiene al hacer algo repetidas veces. “La típica frase «yo soy así» no existe en la Torá. Con ella aprendemos a que, si bien la persona nace con una personalidad, también puede mejorarse así mismo. Con estos ocho días se crea una segunda naturaleza: hacer el buen acto repetidamente, y que el corazón vaya tras esa acción”.

 

Aprender y conocer desde chico

 

Por su capacidad de comprensión y su poca información adquirida, los niños son los receptores más puros de estas enseñanzas.

“Los niños son fundamentales en esta festividad, porque en el Seder de Pesaj (las primeras noches de la festividad) se realizan 15 pasos, entre ellos se relata la salida del pueblo judío de Egipto. Los chicos van viendo cómo, entre tantos pasos, las matzot se destapan y se tapan, eso se hace para que los chicos pregunten. Porque ésa es la mejor manera de que aprendan: saciando su curiosidad. Cuando se pregunta queda un recipiente dispuesto a ser llenado de conocimiento. Es por eso que en estos días trabajamos sobre la enseñanza a nuestros hijos de la importancia de ser libres, conociendo la historia de nuestros antepasados”, expresó Nacach.

Luego, al hablar de la libertad, el rabino puso énfasis sobre la libertad espiritual. “Podemos estar encadenados pero ser libres espiritualmente”, apuntó, y enseguida se refirió a la invasión de tentaciones con las que toda persona se encuentra a diario. “Si sabe cuál es su objetivo, no se deja influenciar por el medio ambiente, sabe que está haciendo las cosas bien, es libre. A pesar de todas las malas influencias que hay en el mundo. Hoy vemos y escuchamos de todo, tenemos hasta el teléfono que nos trae noticias de todas partes de mundo, todo puede caer como un rayo que atenta contra nuestro corazón y eso nos coarta la libertad. Tenemos que saber qué elegir para nuestra vida, y qué dejar entrar a nuestra casa y qué no. Lo mismo con nuestro cuerpo y nuestra mente: estamos rodeados de tentaciones y sabemos qué hacer para hacer las cosas bien y qué no”, señaló.

Por eso mismo, resaltó la importancia de enseñarles acerca de esa libertad a los hijos. “Porque no sólo con estas celebraciones los chicos aprenden sobre cómo vivir felices y servir al otro a su felicidad, sino también el hecho de capacitarlos, prepararlos para el mundo: desde tener una familia hasta formarse intelectualmente o desempeñarse en un trabajo. En sí, personas de bien”.

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