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Reflota el sector naval local

De la mano de la chilena-argentina Ultrapetrol, se formó en Santa Fe la Cámara que reúne astilleros, talleres y navalpartistas. El objetivo es ejercer poder de lobby para ganar mercados y sumar negocios.

Por: David Narciso

De la mano de Ultrapetrol, la principal operadora de transporte por barcazas de la hidrovía, que además tiene un moderno astillero en Pueblo Esther, formalizó su constitución la Cámara Santafesina de la Industria Naval durante un acto en el restaurante Mercurio de la Bolsa de Comercio de Rosario y con la presencia del ministro de la Producción Juan José Bertero y referentes sindicales del sector.

La Cámara reúne a una extensa cadena de talleres navales, fábricas navalpartistas y prestadoras de servicios a la industria. Su presidente es Jorge Álvarez, director también de Ultrapetrol, quien desplegó un pliego de reclamos y reivindicaciones que los empresarios del sector quieren negociar, en particular con el gobierno nacional.

La Cámara a la vez nace asociada a la Federación de la Industria Naval Argentina, que a su vez es parte de la Unión Industrial Argentina (UIA). El hecho de que los empresarios hayan visto la necesidad de asociarse está directamente vinculado con la expansión del sector y la perspectiva de crecimiento que son muy buenas: por un lado por la consolidación y ampliación de la hidrovía Paraná-Paraguay y por otro porque oficialmente hay interés puesto en la construcción y reparación de barcazas, barcos y buques.

La marina mercante argentina y la industria naval fueron desarticuladas en los 90 a partir de las políticas elegidas por el menemismo en un contexto de enormes transformaciones que el sector vivía a nivel mundial. La actual etapa se caracteriza por una recuperación que llevó en pocos años a la reactivación de los tradicionales astilleros argentinos, la apertura de nuevos y la creación de 12 mil empleos directos.

Ultrapetrol es un caso de crecimiento. En ella confluyen capitales chilenos y argentinos y hasta ahora se dedica a la construcción de barcazas y remolcadores para la hidrovía pero es evidente que hay otros planes que todavía no salen a la luz.

Según explicó Álvarez, ya transitan por el río 13 millones de toneladas al año y los pronósticos hablan de varios millones más en pocos años. Si bien esas cifras abarcan diferentes tipos de cargas (secas, líquidas, combustibles livianos y pesados, vehículos, entre otros) sólo cabe recordar que, en un contexto de profundización y extensión de la hidrovía, el nuevo objetivo a mediano plazo es alcanzar cosechas de 150 millones de toneladas anuales, contra las casi 100 millones de la última.

El astillero de Ultrapetrol cuenta con tecnología de punta y, según contó Álvarez, acaba de entregar un remolque de 9.000 caballos de fuerza, el más grande y potente hasta ahora de la hidrovía, capaz de empujar un convoy de 400 metros de largo.

Las expectativas de la industria naval están puestas en disputar el crecimiento del sector. Álvarez dio algunas pistas: “La hidrovía la sirven hoy 1.800 barcazas con un promedio de 30 años de uso, la mayoría importadas desde la cuenca del río Mississippi y que ahora requieren ser renovadas o como mínimo una reparación”.

Con el ministro Bertero enfrente, el presidente de la Cámara no ahorró elogios hacia el gobierno provincial: “El gobierno de Santa Fe exige seriedad en las inversiones y cumplimiento de las normas de medio ambiente y de las leyes laborales. Nada más que eso. Creo que ustedes me entienden a qué me refiero”.

Entre los principales objetivos a lograr que lanzó la Cámara, muchos de los cuales van en sintonía con la Fina, se cuentan: creación de la Dirección Nacional de la Industria Naval; liberar importación a arancel cero de chapa naval y equipos no fabricados en el país destinados a la construcción naval; derogar la obligación aduanera de importar temporalmente buques destinados a reparación en astilleros argentinos; impedir, en conjunto con el Mercosur, la importación de barcazas nuevas y usadas extrazona; prohibir la importación de barcazas usadas del tipo tanque Mississippi desde Estados Unidos (al país no entra ninguna desde 2008), y sanción de una ley nacional que contemple prefinanciamiento y crédito de construcciones navales.

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