Negui Delbianco
El acceso al agua potable se valora cuando no se tiene. Tener que esperar todo el día para que se cargue el tanque, lavar ropa, bañarse y limpiar alimentos. O hacerlo de madrugada porque hay un poco más de presión eran algunos de los problemas que tenían más de 40 familias que viven en el pasillo de Schmidl al 4200, frente a avenida Belgrano a la misma altura y, como ironía, a metros del río Paraná. Las vecinas y vecinos hicieron los reclamos y a principios de octubre tuvieron una respuesta de parte del Distrito Sur, que incluyó el apoyo de estudiantes de Ingeniería Civil y de la Universidad Tecnológica (UTN), quienes participaban del Congreso Nacional de Ingeniería y a través del Programa Barrios del Centro de Ingeniería Sanitaria (CIS) de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNR pudieron trabajar junto al Estado y las familias en una obra para que hoy ese sector de Villa Manuelita pueda tener agua potable en sus canillas.
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Fernanda es la presidenta de la Asociación Civil El Rinconcito de Ciro y es una de las vecinas que hizo los reclamos para que pudieran tener agua en el pasillo de Schmidl y Centeno, en el Cordón Ayacucho. “Con mi primo, que también está en el Rinconcito de Ciro, hicimos el trámite en el Distrito Sur, vinieron a ver con Aguas Santafesinas. Nos habían avisado que la obra iba a estar el año que viene, pero justo se suspendió otra y a principios de octubre nos dijeron que la hacían ahora”, contó.
Acompañada por su pareja y otros vecinos, recordó que el pasillo tenía una instalación irregular que a medida que las personas se fueron sumando y se conectaron a los caños empezaron a tener pérdidas. “Estaban todos atados con alambre, algo mal hecho. En esta época que empieza el calor no tenemos agua. Teníamos que bajar una canilla al piso y recién ahí salía un poco”.
Para esta obra tuvieron la supervisión de Aguas y después se sumó Albertina González y Virginia Pacini, docentes del Centro de Ingeniería Sanitaria de la UNR. Las contactó José Tabarez, del Distrito Sur. “Ellos miraron todo y nos dijeron que traían los materiales, que iban a usar los caños conectados con rosca, por lo que no íbamos a tener más pérdidas”, siguió Fernanda para agregar que les plantearon que las familias del pasillo tenían que hacer el trabajo de mano de obra para el ingreso de la cañería a sus viviendas.
A partir de ese momento, empezaron a organizarse. Armaron un grupo de Whatsapp para juntar fondos y así poder alquilar martillos hidráulicos para romper el piso. “Todos los hombres hicieron el pedacito que les correspondía para llevar el caño hasta dentro de sus casas”, dijo mientras resaltaba que todos aportaron haciéndose tiempo en medio de sus trabajos habituales.
Patricia es otra vecina que vive hace 40 años en el pasillo donde ahora una de sus hijas también tienen su casa. Agregó que los varones también sacaron los caños viejos e hicieron las zanjas. “Me mudé a los 15 años, antes teníamos que ir hasta la esquina con baldes para buscar agua de una canilla pública. Ahora, entre todos, hicimos lo necesario para que esto saliera adelante y funcionó”, dijo con una sonrisa.
Fernanda siguió con el paso a paso de la obra y detalló que cuando estaban trabajando se sumaron un grupo de estudiantes de la universidad que se estaban por recibir. “Eran un montón, más de 20 personas e hicieron todo lo que es la instalación de los caños hasta el final, tenemos 200 metros. Después esperamos a que no hubieran pérdidas y tapamos”, explicó Fernanda sobre la intervención que hicieron los estudiantes de Ingeniería Civil a través del Programa Barrios del Centro de Ingeniería Sanitaria (CIS), que funciona en la Ciudad Universitaria La Siberia, de Riobamba 250 bis.
El Centro se fundó el 1970 y tiene como objetivo ser un articulador entre las instituciones del Estado, las organizaciones sociales y la comunidad con el fin de ofrecer soluciones a los problemas del acceso al agua, saneamiento y contaminación. Lo hacen a través de la docencia, la investigación y la asistencia técnica.
La presidenta del Rinconcito de Ciro quiso resaltar que en esta última etapa tuvieron la ayuda del Distrito Sur con los materiales para cubrir adecuadamente las zanjas y aberturas que hicieron para tender la red. “Esto nos cambia la calidad de vida”, se alegró.
Milena y Esteban, estudiantes de Ingeniería Civil de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la UNR, contaron que llegaron a esta obra en el marco del Congreso Nacional de Ingeniería Civil (Coneic) que se desarrolló del 2 al 5 de octubre último en Rosario en conjunto entre la UNR y la UTN.
“Se llevaron a cabo charlas magistrales, simultáneas, talleres y ensayos, visitas de obras y por último actividades solidarias. Es así como nosotros llegamos al barrio”, contó Milena.
Esteban, en tanto, sumó que la idea del Congreso es mostrar a los estudiantes de qué se trata la ingeniería civil en la ciudad y en la región. “Y en esa parte de la actividad solidaria, empezamos a buscar problemáticas o situaciones que podíamos resolver siendo estudiantes. Así llegamos a través de la Municipalidad, del Distrito Sur, aquí donde estaban haciendo la actividad con el saneamiento del agua”.
Hicieron un primer contacto con los vecinos y con los responsables de la obra para estar al día sobre la instalación de la red de agua. “Junto a los vecinos, fuimos tirando las conexiones domiciliarias para cada casa. En ese contacto que entablamos, también nos contaron dónde le entraba agua, qué necesidad tenían. Así pudimos conocer un poco de la problemática en sí de cada uno”, contó Esteban, quien explicó que con un procedimiento bastante simple donde usaron abrazaderas y un par de herramientas pudieron ir conectando la conexión domiciliaria de cada casa.
La obra para estudiantes y vecinas
Para estos futuros ingenieros, lo que les dejó su participación en esta obra en la que más de 40 familias pudieron acceder al agua potable fue la integración entre estudiantes de la UNR, de la UTN, los centros científicos y tecnológicos de la Universidad como el Programa Barrios del Centro de Ingeniería Sanitaria, más la Municipalidad, los vecinos y la comunidad organizada. “Todos nos pudimos poner de acuerdo y resolver una necesidad tan simple, acá enfrente del Paraná, como es no tener agua segura y de calidad”, concluyó Esteban.
Las vecinas también tienen sus devoluciones. Patricia resaltó que tiene buena conexión y con alivio contó que ahora puede lavar la ropa, limpiar los alimentos y bañarse durante el día.
Lo primero en que reparó Fernanda fue hay “agua en el baño, que es lo que más se precisa». Y recordó: «Siempre cuento que el agua no puede faltar y les digo a todos contenta que mi nena hoy se levanta sin tener que llevar la botellita para lavarse los dientes. Antes teníamos que juntar agua la noche anterior pero hoy abrimos la canilla y tenemos agua. Así que muy agradecida con todos, con el Distrito Sur, con Aguas, el grupo de estudiantes y los vecinos”.