Ciudad

Recobrar la identidad del barrio

Por Luciana Sosa.- Luego de siete años con sus puertas cerradas, la vecinal Larrea se convirtió en la Del Bicentenario, con una nueva comisión que se hizo cargo del espacio y busca reorganizar el trabajo con los vecinos.

“Queremos darle al barrio aquello que otros no supieron darle, queremos asistirlo, que se pueda vivir tranquilos y que mejore día a día”. Ése es el lema que comparten Enrique Flores y Américo Cena, presidente y vice de la vecinal Del Bicentenario (ex Larrea), de Génova 7299, continuadora en la realidad de la vecinal que estuvo siete años con sus puertas cerradas por una mala gestión. Si bien el barrio lleva el nombre de Larrea, por los procesos judiciales en marcha no se puede usar esa identidad en la nueva gestión y decidieron anunciarlo con un nombre que remita al Bicentenario patrio.

Con personería jurídica fechada el 20 de enero de 2012, el barrio Larrea tiene un nuevo espacio que se ocupará no sólo de ser el nexo con el municipio ante sus necesidades sino también de renovar y mejorar la calidad de vida de la zona habitada por unas 30 mil personas. “La idea surgió a mediados de 2010 cuando el barrio sufrió una inundación importante, allí vimos que el estaba a la deriva y necesitaba un apoyo desde adentro, que alguien se ocupe de sus necesidades, que conozca las mismas y que busque las soluciones ante el municipio”, comentó Cena, el vicepresidente.

Fue así como un grupo de jóvenes fue a buscar a un experimentado en gestión administrativa y conocedor del barrio como es Enrique Flores y así comenzaron esta “osadía” de levantar la vecinal del barrio delimitado por Juan José Paso, Provincias Unidas, Circunvalación y el arroyo Ludueña. El grupo ganó en elecciones la adjudicación del edificio de Génova y Nicaragua, dado que al comenzar los trabajos notaron que “algunos de los integrantes de la antigua comisión querían retomar actividades. Afortunadamente muchos vecinos quisieron y votaron por el cambio”, sostuvo Cena en diálogo con este medio.

A su vez, mientras mostraba los cartones de pago de las cuotas societarias, Flores comentó que el costo “es muy bajo (el grupo familiar paga 4 pesos mensuales) para sumar la mayor cantidad de representantes de la vecinal y así trabajamos en conjunto por un barrio mucho mejor”.

Hoy, desde la edificación, esperan poder alambrar el terreno en breve, para que “los vecinos que no cuidan lo suyo” dejen de tirar basura en el espacio verde. “Es necesario que la gente de esta zona sepa que este espacio será para ellos, que lo cuiden, no es posible que después de tanto esfuerzo, a dos meses de haber comenzado nuestro trabajo, hayamos pintado el frente y luego lo hayan escrito con aerosol en dos oportunidades”, lamentó Cena.

Mientras tanto, han trabajado con los vecinos por la limpieza de los terrenos baldíos, de las zanjas y la instalación de algunos contenedores. “Aún esperamos tener el servicio de energía eléctrica y agua para poder comenzar a trabajar con la gente dentro de la casa, con la presentación de talleres, asistencia odontológica y psicológica. Nuestro objetivo es tener también un banco de empleo, talleres de diferentes temáticas para niños, jóvenes y adultos y que el espacio sea de usos múltiples para los vecinos”, detalló Flores.

Sobre esto, Cena aclaró que si bien hay un dispensario de salud a unas cuadras del lugar, “no ofrecen el servicio odontológico ni psíquico y es una necesidad de esta zona, por eso, ante la posibilidad, se lo brindaremos a la gente a medida que vayamos teniendo todo en regla y habilitado”.

Sobre la asistencia psicológica, Cena remarcó que la situación del barrio Larrea no dista de muchos otros de la ciudad, pero es “muy crítica”. “Acá somos todos laburantes, pero eso no escapa a la crisis de las adicciones, problemas familiares de todo tipo, es fundamental tener una ayuda de esta índole”.

Para el comienzo necesitan de la colaboración de todos para nutrir la biblioteca de la vecinal, instalar una línea telefónica, también algunos litros de pintura para cambiarle la cara al edificio, mano de obra para el alambrado del predio y la donación de demás recursos, como artículos de librería, muebles y elementos de limpieza.

Por otro lado, lamentan el escepticismo de los vecinos. “Hace varios meses que venimos trabajando y esperando las respuestas municipales, y la gente ve que desde afuera no se notan los esfuerzos, y piensa que no lo volveremos a abrir. Confieso que fue duro trabajar en un lugar que estuvo cerrado por siete años”, dijo Flores.

Mientras tanto, esperan poder inaugurar la casa a comienzos de marzo con un almuerzo con el cual buscarán recaudar fondos y así seguir con las obras.

Quienes estén interesados en colaborar con la vecinal, o bien necesiten de su apoyo, podrán encontrarlos, durante este mes, lunes y miércoles por la tarde y martes y jueves por la mañana.

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