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Leyenda de la música

Raúl Barboza se despide del país en Rosario: lo distinguirá la UNR y se presentará en la Lavardén

Figura emblemática del chamamé a nivel mundial, el jueves en el ECU, la Universidad Nacional de Rosario le otorgará  el título Doctor Honoris Causa en un acto académico, al tiempo que el sábado se presentará en el espacio provincial de Sarmiento y Mendoza, antes de su regreso a Francia 


No es novedad que Raúl Barboza es uno de los músicos argentinos más destacados en el mundo, sobre todo en Francia donde se radicó a mediamos de los años 80 y desde donde se proyectó hacia otros escenarios.

A sus 83 años, Barboza, nacido en Buenos Aires el 22 de junio de 1938 y convertido en uno de los más destacados acordeonistas de chamamé y referente de música del Litoral, está por estos días en el país, donde ha vuelto siempre a ofrecer sus maravillosos conciertos, pero esta no es una vuelta más, dado que el próximo jueves 3 de marzo, la Universidad Nacional de Rosario (UNR) le otorgará a Barboza el título Doctor Honoris Causa en un acto académico con la presencia de las autoridades de esa alta casa de estudios que se realizará en el Espacio Cultural Universitario (ECU, San Martín 750), a partir de las 19, con entrada libre y gratuita.

Pero hay más. Luego de recibir ese título de manos de la UNR, Barboza se despedirá de la Argentina con dos recitales en la provincia de Santa Fe. El primero será el viernes 4 en Tribus, en la ciudad capital, y un día después, el sábado 5, hará lo propio en la Sala Lavardén, de Sarmiento y Mendoza, desde 21.30.

En esta oportunidad, la presentación será en formato cuarteto, con Barboza en acordeón, Nardo González en guitarra, Gustavo Reynoso en bandoneón y Arito González en contrabajo.

Un artista único

A lo largo de sus 74 años de trayectoria artística, los premios recibidos y sus logros musicales fueron cimentando un presente casi de leyenda. El sonido inconfundible de su acordeón y el fraseo de su lenguaje ya son parte del ADN de la hoy llamada Nación Chamamecera.

Su presencia en París desde hace 30 años, fue generando, en principio, la adhesión de músicos extranjeros y luego del público internacional para con esta música oriunda del Litoral argentino.

El hecho de haber recibido en tres oportunidades el premio Charles Cross a la mejor música del mundo y de haber sido distinguido con la Orden de Caballero de las Artes y las Letras otorgada durante la presidencia de Francois Mitterrand, son sólo algunos de los reconocimientos que el músico recibió en tierra europea.

Con base en Francia, Barboza fue llevando su música a países de los cinco continentes. De este modo, el consagrado acordeonista fue creando las condiciones para que el chamamé, declarado recientemente Patrimonio de Humanidad por la Unesco, pueda desarrollarse a nivel internacional, al tiempo que se transformó en el principal difusor del género a nivel mundial. De hecho, en los años 90, la afamada revista Accordeon lo bautiza como “El embajador del chamamé”.

Este hombre de hablar pausado y generosidad infinita, luego de dos años de ausencia, volvió al país y durante el verano recorrió principalmente los festivales que se desarrollan las principales ciudades del litoral y hace apenas unos días cerró una serie de presentaciones porteñas en la sala Hasta Trilce.

A los 83 años y sin necesidad de expandir el fuelle de su acordeón, el toque de Barboza, entre disonancias filosas y melodías de ensueño que engarza desde la mano derecha en el teclado y la izquierda en la botonera, ratifica la honda belleza de un género que ayudó a posicionar con su trabajo.

Sin necesidad de partituras y en un maravilloso diálogo sonoro con la guitarra de González, el músico autodidacta apela en los shows que ofrece por estos días en la Argentina a un repertorio de piezas que suelen poblar sus actuaciones y que entrega con mágica y reposada naturalidad en unos 90 minutos de concierto.

“Pindovy” (que significa “palmera azul” en lengua guaraní y que dedica “en homenaje a nuestra vegetación y a los árboles que están cayendo en Corrientes”), “Llegando al trotecito”, “El baile del duende”, “Cherógape” y “Tren expreso”, son algunas de las obras propias que surcan la velada y que su autor recrea en versiones siempre remozadas.

El profuso programa, que el sábado también transitará en Rosario, incluye además versiones de clásicos del chamamé como “La Calandria” de Isaco Abitbol, y “Kilómetro 11”, el clásico de clásicos del gran Tránsito Cocomarola.

“Yo siento que el acordeón me dice: «Si no tenés la palabra para expresarte, poneme sobre tus rodillas, apretame contra tu pecho y yo traduzco tus sentimientos con notas melódicas»”, sostuvo el artista en una entrevista reciente con la agencia de noticias Télam.

Capaz de sumar más figuras a ese lazo con el instrumento, Barboza, cuya vida y obra puede apreciarse en los imperdibles documentales El sentimiento de abrazar (2003) de Silvia Di Florio, y el más reciente La voz del viento de Daniel Gagliano, añadió en esa misma charla: “Yo tengo un mundo musical, escucho y a veces se escapa un pajarito de la jaula y se me posa por acá y si se queda lo guardo en mi acordeón”.

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