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Ciudad en escena

Rafaela: un festival que buscó el momento, se mudó a las calles y se puso a producir

El jueves se puso en marcha la segunda y última parte de este encuentro que transita hasta este domingo su decimosexta edición con una programación de excelencia y una serie de propuestas gestadas mediante laboratorios de creación escénica que le dieron una nueva impronta

Un pasaje de "Un domingo".

En un tiempo de gran incertidumbre, el Festival de Teatro de Rafaela (FTR21) puso en marcha hace unos días, con un formato desdoblado e inusual y en un momento atípico del año para este encuentro (su fecha histórica es mediados de julio), su 16a edición que finaliza este domingo, con una veintena de propuestas, seis de ellas rafaelinas, y un total de 54 funciones.

Siempre estratégico en materia de programación, siempre atento a lo que está pasando con las nuevas dramaturgias, estéticas y poéticas, esta edición post pandémica del FTR puede ser vista también como una bisagra para la producción local, con el desembarco en los últimos meses de cinco laboratorios de producción escénica cuyos resultados se conocieron en el marco de la presente programación y que, pasado el festival, seguirán con un itinerario de funciones, buscando potenciar una sinergia de directores y directoras locales frente a una convocatoria para artistas rafaelinos que alcanzó el centenar de inscriptos.

Dentro de la programación de las últimas jornadas hay algunas propuestas verdaderamente destacables. En esa profusa lista aparece el espectáculo de circo Kinematos, el disparatado y ocurrente Un domingo y la instalación escénica de lógica biodramática Carne de consumo personal, que se vieron el jueves en el contexto de la muestra oficial pero que realizaron otras funciones.

“Kinematos” en sala.

Por un lado, en Kinematos, una verdadera osadía de movimiento y destreza puesta en función de un relato, Ana Clara Manera y Martín Umerez al frente del grupo manoAmano de Mar del Plata ofrecen desde el circo un espectáculo con más de una década de recorrido, presentado mayoritariamente en Europa. Con casi mil funciones, esta valiosa propuesta, tiene en el haber más de 160 festivales de 32 países de cuatro continentes.

“Kinematos” al aire libre.

En Kinematos, la estética circense del palo chino se engrandece y se potencia por la presencia de estos dos artistas cuyo trabajo de precisión adquiere momentos de altísimo rigor en un devenir vertiginoso de subidas, bajadas, juegos y saltos al vacío que, a corta distancia, dejan sin aliento a una platea integrada por un público diverso y sin fronteras, dado que se trata de un relato por capas y mayoritariamente silente donde el paradigma es el cuerpo y sus potencialidades.

Rafaela, la ciudad-escenario, vuelve a la carga tras la retirada de la pandemia

Proyecto Migra, una Cooperativa Cultural que fomenta la creación, formación, producción y difusión del circo contemporáneo como actividad artística y cultural en articulación con territorios, comunidades e instituciones públicas y privadas, llegó a Rafaela con el disruptivo Un domingo, donde el circo y el teatro entablan un diálogo que coquetea con el surrealismo y donde una multiplicidad de técnicas circenses están puestas en función de un relato de ribetes cinematográficos y de alto riesgo. En ese marco, lo que supone un domingo en familia adquiere el carácter de un velada inquietante y poderosa en la que se ponen en tensión el disparate con ciertas circunstancias inverosímiles que, sin embargo, gracias al talento de un equipo de artistas notables, adquieren sentido.

“Un domingo”.

Un domingo, una creación impulsada por el Festival Internacional de Circo Independiente, de Proyecto Migra y Galpón de Guevara, con la participación de Cía. Nido, cuenta en escena, con la participación de Juan Carlos Fernández, la rosarina Sofia Galliano, Gabriela Parigi, Tomás Sokolowicz, Florencia Valeri y Tato Villanueva, bajo la dirección general del francés Florent Bergal.

La jornada del jueves tuvo su cierre con la autoficción de impronta biodramática Carne de consumo personal, de Jorge Thefs, quien también está en escena. Espectáculo que por estos días se ofrece en la cartelera porteña, toma como disparador la idea de lo disidente como una especie de diáspora catártica del protagonista que juega, desde la evocación de lo personal, un recorrido que tiene como eje su cuerpo, género e impronta.

“Carne de consumo personal”.

La idea de la carne, viva o muerta, y esa temática de cara a un país carnicero y carnívoro como la Argentina, adquiere una dimensión insospechada cuando el actor-bailarín-performer cuenta su historia de niño y adulto, a través de diversos recursos y dispositivos, atravesada por la presencia de un cuerpo y un deseo a los que expone desde su propia disidencia, en un mundo que, por suerte, va camino a convertirse en diverso y plural.

Espectáculo abierto y en permanente mutación, con momentos coreográficos y musicales, con la composición e interpretación al piano de Damián Baez de “Puto y facho” entre otras perlas que encierra el material que juega con la idea de una especie de cabaret deconstruido, Jorge Thefs, al frente de un gran equipo como performer, autor y creador de la idea, le pone el cuerpo a la obra, literal y metafóricamente, en un devenir catártico que encuentra un eco en la agenda del presente a partir de los conceptos de diversidad de género y ruptura de lo heteronormado, pero particularmente y desde el campo político, con un discurso frente a la gordofobia.

“Carne de consumo personal”.

Este proceso de trabajo formó parte de la residencia Incubadora de primeras obras desarrollada en el Centro de Capacitación Artística Profesional de la Dirección General de Enseñanza Artística de la Ciudad de Buenos Aires, se estrenó dentro de la programación del último FIBA y realiza temporada de funciones en Nün Teatro Bar (Caba).

Las del viernes

La jornada del viernes dio comienzo, en el contexto de la muestra oficial, con el potente montaje del Laboratorio de Creación Escénica de circo-teatro Tierra de nadie, producción rafaelina que juntó a catorce artistas en escena en un mismo espacio escénico donde la complitud y la multiplicidad son los signos fundantes de una poética que si bien muestra destrezas varias también tiene como objetivo una bajada de línea política en relación con esos otros artistas que no encontraban su lugar de legitimación en el contexto del FTR al menos hasta este momento. La propuesta, con un notable diseño de vestuario de Gina Vimo, tiene muy a su favor la dirección del actor y director porteño Emiliano Dionisi con la asistencia de Candela Pruvost.

“Tierra de nadie”.

Acaso por su singularidad en el medio de una pandemia que abrió una brecha en la historia de la humanidad, la producción ¡Bailemos… que se acaba el mundo!, de la ya clásica compañía cordobesa BiNeural-MonoKultur, creada en 2004 y con un importante recorrido internacional, en su quinto arribo a Rafaela, es una audio-obra intrusiva pensada para poner a bailar al público, con una estrategia tan bien urdida por los talentosos directores Ariel Dávila (Argentina) y Christina Ruf (Alemania), al frente de un gran equipo, que no deja abierta la posibilidad para que nadie se quede quieto ante semejante convite.

“¡Bailemos… que se acaba el mundo!”.

Como si se tratara de un club de barrio o de una disco, el montaje, en el que las y los espectadores son provistos de auriculares que guían las instancias de un fascinante recorrido, se pregunta qué pasaría si todos se contagiaran de una epidemia de baile, para abrir desde allí un debate sobre la relación con el propio cuerpo, con lo que se supone que ese cuerpo representa para sí y para los demás, con los miedos y prejuicios en el vínculo con el cuerpo ajeno y de allí deriva a otras instancias provistas de lecturas más políticas que vinculan la experiencia con la idea de marcha, movilización y ronda.

“¡Bailemos… que se acaba el mundo!”.

En ¡Bailemos… que se acaba el mundo!, todo acontece frente a la habilitación de una instancia colectiva y abierta de presencialidad que pone en cuestión la supervivencia frente al paso de la pandemia, partiendo de la idea que bailar es, claramente, mucho mejor que morir.

La jornada del viernes tuvo un cierre en lo más alto con la última producción de Los Sutottos. Se trata de Perdón de Sutottos, octavo trabajo del grupo creado en 2005, con la detonada presencia en escena de la dupla que integran los actores Gadiel Sztryk y Andrés Caminos, también creadores del texto.

Comedia dramática de ribetes absurdos llevados al disparate, Perdón es una coproducción de la Bienal de Arte Joven de Buenos Aires que se estrenó de forma consecutiva en Buenos Aires, Uruguay y luego en España.

“Perdón de Sutottos”.

La propuesta, que discurre sobre dos adultos que fantasean con volver a cursar la escuela primaria, tiene como eje la idea de la culpa en los vínculos y cómo esos daños dejan marcas visibles que afloran en una serie de frustraciones que, sin embargo, desde el humor, se vuelven digeribles.

Al mismo tiempo, el material deja entrever entre sus coordenadas una especia de pátina sobre aquello que suponen los vínculos de la primera infancia y el deseo y el homoerotismo como algo que quedó inconcluso, donde prevalece cierto clima de thriller psicológico pero sin perder el humor y el disparate que son esencia y marca de Los Suttotos.

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