Espectáculos

Luz, cámara y acción

Quiero un Zoom: un bingo virtual y gratuito que no cura, pero mata el aburrimiento

A principio de la cuarentena dos amigos en Buenos Aires rescataron un bolillero y desde su casa armaron dos juegos semanales con sus contactos a través de la plataforma de videollamada. Hoy su Bingo Pandemia es una comunidad que crece en Argentina y otros países


Crédito: Bingo Pandemia

El 18 de abril 150 personas de distintas parte de Argentina entraron a una charla vía Zoom sobre arquitectura que había organizado la Universidad de Flores en Buenos Aires. A pocos minutos de empezar, un participante transmitió un video de abuso sexual infantil que se vio en todas las pantallas. Quienes organizaban la charla la cortaron apenas lo vieron. Pensaron que los habían hackeado y llamaron a la Policía, pero ya era tarde: Zoom, la plataforma de videollamada estrella de la pandemia, había pasado a ser un lugar peligroso.

A menos de diez kilómetros de la Universidad de Flores, Iván Vignau (alias Maivan) y Lucio Szteinhendler estaban preparados para que esa violencia no toque el Bingo Pandemia, un bingo gratuito vía Zoom que producen desde principios de abril dos veces por semana (jueves y sábado por la noche) y hoy tiene hasta mil participantes por encuentro.

A pocas semanas de arrancar, el dúo con formación teatral, incorporó un director de cámara que maneja qué se ve en la pantalla. También pusieron una moderadora, Anita, que coordina el chat y puede sacar a quienes no respeten las normas de convivencia. Las pautas llegan con el cartón para jugar al mail de cada participante que se registra en www.bingopandemia.com. Para reforzar la idea de divertirse sin molestar el equipo hizo videos que se transmiten al principio de cada Zoom. Primero era uno donde Maivan hacía de azafata y explicaba la idea de comunidad y respeto. Hoy es un video con un mensaje escrito como el prólogo de las antiguas películas de la saga Star Wars.

En diálogo con El Ciudadano, Lucio y Maivan, quienes conducen y sacan los números del bolillero dos veces por semana, explican que la violencia y los peligros nunca fueron un problema. Al contrario, encontraron mucha voluntad de parte de las personas y familias enteras en ayudar a construir una comunidad en tiempos de aislamiento a través del humor y los juegos. Así sumaron a Coronado en su Tinta, el alias de Diego, un participante del bingo que en cada encuentro compone una caricatura en vivo. Lo descubrieron un día que llamaban a participantes a mostrar su arte a cámara.

“Todes estábamos cansados de ver los vivos de Instagram. Había necesidad interactuar, hablar y jugar respetando el «quedate en casa»”, dicen los creadores, dos amigos que habían decidido atravesar el aislamiento juntos en un departamento de Villa Urquiza. Como muchas personas necesitaban jugar más que antes. Eligieron el bingo, un juego tradicional, pero lo hicieron virtual para sumar participantes y hacerlo más divertido. Algo similar pasa en cualquier juego en red (Fortnite, Free Fire, etc) que crece desde hace años ante la entendible preocupación de padres y madres. Más cuando desde Telecom comunicaron que a fines de abril el uso de internet para jugar había aumentado 100% respecto a un día “no pandémico”. Ese mes Nación había confirmado que las clases estaban suspendidas y no había escuela o parque donde verse.

Alto cada vez más alto

Lucio y Maivan empezaron haciéndolo entre unos pocos amigos vía Zoom. Cada participante ofrecía regalos que tenían en sus casas (o que podían cocina). En semanas llegaron a más de 60 personas, gente que nunca habían cruzado ni en la calle ni en las pantallas.

Después de treinta ediciones de Bingo Pandemia, el dúo sigue divirtiéndose con lo que encuentra del otro lado. Porque en cada juego suele haber al menos un “Momento Ponch”, donde la pantalla principal del Zoom muestra a participantes en sus casas. Algunas familias cocinan y muestran cómo lo hacen. Otras personas levantan carteles contando de dónde son. También se disfrazan si hubo alguna consigna acordada en emisiones anteriores. El sábado último, por ejemplo, fue “Noche de famosos” y si querían, podían hacer una imitación. A Maivan y Lucio les encantó la de una pareja que hizo de la Chilindrina y el Profesor Jirafales, personajes de El Chavo del 8.

Crédito: Bingo Pandemia

Un amor sin fronteras

La comunidad creció con la llegada de publicidades de empresas (ninguna cadena de electrodomésticos multinacional), pero sí un importante centro cultural bonaerense, el Matienzo. De los anunciantes vienen parte de los premios. Otros siguen siendo ofrecidos por quienes participan. El último jueves, por ejemplo, las primeras dos líneas ganaron una caja de alfajores artesanales, un vino, una mermelada casera (de la casa de Lucio y Maivan) y un producto de limpieza para seguir con las recomendaciones sanitarias de extremar la higiene en las casas. En esa edición hubo un segmento de turismo, donde los anfitriones pasearon virtualmente por Ushuaia. Al final de la noche, una familia de Viña del Mar en Chile cantó “bingo”. En realidad, lo escribieron en el chat del Zoom y después de verificar que los números habían salido del bolillero, celebraron en una charla con los conductores.

Las conexiones están en distintas partes de Argentina, México, Colombia y hasta alguna de Australia. Las sostienen con concursos en sus redes sociales sobre cosas que pasan durante los bingos y la Fiesta Ponch de los sábados. Después de los dos bingos de cada sábado le ceden el espacio a DJs y VJs que ponen música y videos para bailar.

“No te curamos, pero matamos el aburrimiento” es el slogan, mantra o frase de cabecera de Bingo Pandemia. Su equipo lo forman Anita Rapoport (moderadora), Agustina Farías (producción), Inés Falvo (diseño gráfico), Matías González (desarrollo web), Marisol Cambre (comunicación), Pablo Finquelievich (director de cámara) y Gabriel Reich, alias Lentti, el chico del delivery que, según es sabido en la comunidad, “tarda, pero llega”. Algo así como la vacuna contra el covid. Mientras tanto, a jugar sin molestar.

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