Opinión

Hombre sin apellido

Quién asume el costo de volver a la cuarentena estricta

El debate es entre quienes reclaman el retorno a las actividades sociales y productivas y aquellos que alertan sobre el inminente desborde del sistema sanitario. ¿Quién apretará el botón rojo antes de que sea demasiado tarde? Pasen y lean


Mauro Federico/ #PuenteAereo

Uno de los lugares más representativos y emblemáticos de la ciudad de Mendoza es, sin lugar a dudas, el Cerro de la Gloria. Inaugurado un 12 de febrero de 1914, en la conmemoración del 97° aniversario de la batalla de Chacabuco, se erige imponente sobre la piedra cordillerana, un conjunto escultórico realizado en bronce, donde destaca la estatua ecuestre del General José de San Martín, rodeado por imágenes que simbolizan a todos los sectores que apoyaron la gesta de los Andes.

Si antes de cruzar la Cordillera, San Martín hubiese evaluado los costos de la mayor hazaña militar y política de la historia argentina, seguramente jamás hubiera liberado el continente americano de la opresión realista. Dos años antes de concretar la gesta, cuando todavía no había comenzado a imaginarla siquiera, el Libertador redactó una proclama en la que efectuaba un balance de la situación, tras la exitosa batalla de San Lorenzo y su designación como gobernador de Cuyo: “tengo 130 sables arrumbados en el cuartel de Granaderos a Caballo, por falta de brazos que los empuñen…”.

Para organizar el cruce, hubo que redoblar los esfuerzos. El presupuesto se triplicó, pasando de casi 10.000 pesos mensuales (a mediados de 1815) a casi 40.000 pesos mensuales desde finales de 1816 hasta la partida, en febrero de 1817. El gran costo lo asumieron los mendocinos, aportando soldados y recursos materiales que incluyeron desde banderas y ponchos cosidos por las mujeres, hasta cañones y pólvora fabricados por mineros y comerciantes cuyanos.

La historia es conocida. San Martín doblegó a los españoles en tierras trasandinas y luego enfiló hacia Perú para proyectar la sombra de su sable corvo y liberar América toda. Toda la jugada fue osada. Pero si los patriotas no se hubieran animado a concretarla, España hubiese extendido su periodo imperial en el Virreynato del Río de la Plata y, quién sabe, cuál hubiera sido el destino de esta patria.

Hoy Argentina se encuentra en un momento crítico. La pandemia avanza a pesar de los esfuerzos de una sociedad que lleva un semestre de cuarentena y un Estado que invirtió más de un billón de pesos para asistir a los sectores más golpeados por la inactividad forzada. Sin embargo, cuando muchos creían superada la peor parte de la guerra contra este enemigo invisible llamado Covid, el número de contagios comenzó a crecer de manera sostenida y los focos de la infección traspasaron las fronteras del Amba.

Varias provincias vuelven a blindarse. La situación amenaza con desmadrarse en muchos distritos. Los terapistas están exhaustos y el fantasma del colapso es tema de conversación en los pasillos de las gobernaciones. Sin embargo, marzo quedó muy atrás y el margen para fortalecer las restricciones es muy acotado. El endurecimiento puede pagarse caro, hay sectores muy golpeados y persiste una fuerte discusión por las libertades.

El jueves el gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, anunció que los distritos más poblados de la provincia —entre ellos la capital— vuelve a fase 1 por siete días. La decisión fue adoptada tras mantener largas conversaciones con Ginés González García, quien se puso al hombro la tarea de convencer a los jefes provinciales para que asuman el costo de restringir la circulación de personas y así cortar con la transmisión viral.

Al día siguiente, Omar Perotti imitó a su par puntano y se cargó la romana de comunicar que el sur santafesino —con epicentro en el Gran Rosario— cerraba todo nuevamente. El panorama sanitario es tan complejo que hacia allí viajó Ginés para acompañar al mandatario en el anuncio de la decisión. Desde la cartera sanitaria santafesina aseguran que, si no se logra achatar la curva ascendente, el sistema en los distritos más afectados no resiste y que el botón rojo está a la mano. La variable de análisis es la capacidad de atención.

Mendoza siempre estuvo lejos

El caso mendocino presenta algunas complejidades para el análisis. El miércoles, Alberto Fernández manifestó su preocupación por la situación de la provincia cuyana y anunció que viajaría este lunes, tras mantener diálogos con el gobernador radical Rodolfo Suárez. El viernes el gobierno nacional envió un Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina repleto de recursos sanitarios para reforzar el sistema de salud, averiado por la cantidad de contagios. La carga contenía 30 respiradores, 40 monitores y 50 bombas de perfusión, además de toneladas de material descartable.

Uno de los colaboradores más estrechos del presidente le planteó una hipótesis inquietante: ¿y si el viaje a Mendoza resultara una emboscada? Suárez lo necesita a Fernández para deslindar la responsabilidad de una decisión que es consciente debe tomar si quiere evitar el desastre absoluto en su territorio. Algunos intendentes, también de Juntos por el Cambio, pretenden que el gobernador “asocie” al gobierno nacional en la catástrofe sanitaria y lo utilice para justificar el retorno al aislamiento total.

“La idea del gobierno mendocino es que Alberto pague los platos rotos de una medida que puede sonar impopular, aun cuando la mayoría asume que no existe otro modo de frenar los contagios que un nuevo toque de queda y el presidente no debería exponerse a ese desgaste”, afirmó a #PuenteAereo un funcionario con acceso al despacho principal de Olivos.

Hasta hace dos semanas, el Frente de Todos evaluaba la estrategia de la cuarentena estricta como un “triunfo” frente a la pandemia. Pero el resultado favorable se ve amenazado por el desborde de los servicios asistenciales que comienzan a colapsar en varios distritos. Para aguantar el resultado, el único camino posible es volver al escenario del 20 de marzo, pero evidentemente eso tiene un costo político que algunos gobernadores no están dispuestos a asumir solos.

En el gabinete nacional las opiniones están divididas. Hay algunos que postulan la conveniencia de no interferir en las decisiones de las provincias gobernadas por opositores que fueron críticos de la cuarentena y dejarlas que resuelvan la disyuntiva por sí solas. “Que se hagan cargo ellos del desastre que generaron con las convocatorias a las marchas contra el gobierno y la apertura prematura de las actividades”, sostienen desde un despacho ubicado en el primer piso del ala norte de Casa Rosada, con vista a Rivadavia.

Otros plantean que el presidente debe tomar las riendas de la situación y volver a Fase 1 en la totalidad del territorio nacional “sin importar el costo político que insuma la decisión”. Si el ritmo de casos sigue creciendo en estas proporciones, alguien tendrá que apretar el botón rojo. Y el 20 de septiembre parece demasiado lejano como para aguardar el vencimiento de este período de cuarentena en el que las variables se desmadraron.

Y la vacuna ¿para cuándo?

Hace un par de semanas, el gobernador de una provincia muy importante le dijo a un integrante del gobierno nacional que tenía “información de primera mano” acerca de la fecha en la que el gobierno de Donald Trump iba a tener una vacuna para prevenir el coronavirus. “La va a presentar antes de las elecciones de noviembre, como un golpe de efecto para revertir los resultados que hoy lo muestran complicado frente al candidato demócrata”, le dijo el mandatario territorial a este funcionario. “Yo estuve hablando con el mismo laboratorio y me dice que me puede garantizar un millón de dosis para octubre”, agregó ante la mirada atónita de su interlocutor.

La realidad es que son varios los laboratorios interesados en llegar primero a la meta de contar con las vacunas necesarias como para satisfacer la demanda ávida de centenares de gobiernos. “Nuestros cálculos es que para principios de 2021 podamos tener disponible la que está elaborando Pfizer y recién para fines de marzo la de AstraZeneca”, confió a este medio una fuente del edificio de la avenida Belgrano y 9 de julio. Hasta entonces, deberemos seguir cuidándonos con el aislamiento o distanciamiento social, según la etapa en la que se encuentre cada distrito.

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