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Rumbo a las urnas

“Queremos revalorizar a la UCR”

Sebastián Cáceres, hijo del histórico dirigente radical “Changui” Cáceres, encabeza una nómina de precandidatos a diputados que competirá en la interna del Frente Progresista. Pide que el radicalismo discuta “políticas y no cargos”. "Se han tomado decisiones poco acertadas", opina sobre su partido


Sebastián Cáceres encabeza una opción “netamente” radical que competirá en la interna de diputados provinciales del Frente Progresista. “El radicalismo tiene que volver a ocupar un lugar de protagonismo en la política provincial y nacional. Se han tomado decisiones poco acertadas en los últimos años que nos han puesto en un rol secundario, de reparto, donde acompañamos en todo caso estos procesos y no tenemos la capacidad de liderar nada. Entonces, lo que queremos hacer es revalorizar el partido como una herramienta de transformación social que, entendemos, es para lo que sirven los partidos políticos y la política”, expresó el joven abogado de 34 años.

Sebastián es hijo del histórico dirigente radical Luis “Changui” Cáceres, de quien dice haber heredado “su ejemplo de qué tiene que ser la política”. “He escuchado en innumerables ocasiones de mi viejo decir que la política es vocación de servicio, la política no es empleo, la política es servicio social. Si la política no es eso, es negocio y si es negocio no sirve para nada”, agregó en una entrevista con El Ciudadano.

—¿La lista se referencia en alguna candidatura a gobernador?

—Estamos apoyando al candidato radical, que es Mario Barletta. No sé si es el candidato que hubiéramos elegido dentro del partido pero es el candidato que hay y lo vamos a acompañar. En la categoría de diputados tenemos nuestra propia alternativa, que la generamos desde la militancia radical y creemos que podemos aportarle al Frente Progresista una mirada distinta, renovada, juvenil y con muchas ganas de transformar. Nosotros no somos conducción de la UCR pero pretendemos serlo en algún momento para volver a poner a la UCR en el lugar que se merece, haciendo honor a gobierno nacionales y populares como el de Raúl Alfonsín, el de Arturo Illia, el de Hipólito Yrigoyen. Creemos que el radicalismo hoy no está a la altura de esa época histórica y que puede volver a estarlo.

—En ese sentido, ¿es necesaria una discusión puertas adentro para acercar a las líneas internas en pos de ese objetivo?

—Es necesario que el radicalismo discuta política. La discusión política es un encuentro de los denominadores comunes que encuentran a los aliados programáticos. El problema es cuando el aliado se busca solamente por cuestiones electorales, cuando sólo se discute cargos. Yo estoy convencido de que la discusión política tiene que pasar por otro lado. Lo que queremos hacer es poner el caballo delante de la carreta, discutir primero políticas, discutir cuáles son los problemas de la gente, generar las soluciones y después sí veamos en los sectores internos por qué estamos juntos o separados, pero en función de esto.

—En caso de ingresar a la Legislatura, ¿qué temas te gustaría impulsar?

—Es importante que la gente que llegue tenga una formación política integral. Creo que eso le podemos ofrecer a la ciudadanía, me he capacitado, además de ser abogado he cursado maestrías pero fundamentalmente soy una persona comprometida con los problemas sociales y con mucho trabajo barrial. No me formé solamente en una universidad, me formé en la calle y eso te da una perspectiva distinta de las cosas. Hay cuestiones que son innegables: la provincia tiene que atender los problemas de inseguridad que hay. Hacer una reforma policial seria, bien discutida, no a las apuradas, enérgica contra el delito del delincuente de a pie pero fundamentalmente del delincuente amparado en el Estado, el que porta una placa porque ese es doblemente delincuente. El problema de la inseguridad es complejo y si se lo pretende simplificar en blanco y negro, lo que se termina haciendo es una reacción espasmódica frente a una situación que nos supera. El Estado no puede hacer eso, tiene que tener un plan acorde a la complejidad que el problema demanda. Hay que tener medidas concretas para el corto plazo que tienen que ver con las fuerzas de seguridad pero tiene que haber un trabajo social muy intenso que genere inclusión. Está probado que los países que menos tasas de delito tienen no son los países más ricos, sino donde hay una menor brecha social.

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