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Quejosos e hipócritas

Rabino Shlomó Tawil

B”H. Muchas veces nos encontramos con personas, que actúan de manera contradictoria y nos impulsa a llamarlos hipócritas o a veces nosotros mismos tenemos miedo de actuar bien porque sabemos que no somos los mas justos y nos expresamos algo así como “ me la doy de buen hombre y me clasificarán de hipócrita”. En ambos casos debemos reflexionar lo siguiente:

Nosotros, los seres humanos, estamos llenos de paradojas y contradicciones, empezando por el hecho que nuestra propia existencia es una unión de opuestos: un compuesto de cuerpo y alma, espiritualidad y materialidad. Esta paradoja se hace aún más compleja porque, incluso en sí mismo, nuestro lado espiritual está dividido: tenemos dos almas, dos personalidades en nuestro interior: un alma Divina, trascendente, y un alma terrenal, animalista. De modo que si dejáramos de hacer un movimiento hasta tanto cada una de las partes de las que estamos compuestos estuviera sincronizada con la otra, nunca podríamos siquiera llegar a levantarnos por la mañana. Estaríamos permanentemente deprimidos por nuestra hipocresía.

La solución está en llegar a entender que fuimos creados por Di-s, que nos dotó con una naturaleza paradójica y contradictoria, y que nuestra misión no es ser perfectos (aunque somos perfectibles). Mejor dicho, en todo momento deberíamos hacer lo posible para asegurarnos que es nuestra alma Divina la que tiene la última palabra. Y si llegara a suceder que fuera el alma animal la encargada de dar las directivas, tan pronto llegáramos a entrar en razones, deberíamos tomar la decisión de ser más fuertes y continuar luchando. Sinceramente, no podemos decir que esto es hipocresía. Es ser contradictorio. Y la única persona que no es contradictoria es la que está enterrada. Por eso cada buena acción que tú haces tiene un valor, independientemente de lo que esté sucediendo con el resto de tu vida, etc. ¿Por qué no hacer algo que está bien, simplemente porque todavía no has llegado a ser perfecto?.

Otra característica que proviene del alma animal es estar atrapados en un círculo vicioso, dando vueltas día tras día y siempre quejándonos de las mismas cosas. A nuestros amigos les puede llegar a parecer que están escuchando un disco rayado. Conozco personas que durante treinta años se han estado quejando de las mismas cosas. “¿Por qué hace tanto calor? ¿Por qué mis vecinos son tan ruidosos? ¿Por qué mi esposo/a es tan terco/a?” “Por qué mi jefe es tan desagradable? ¿Por qué mi madre es tan exigente?”, etc. Algunas personas se acostumbran tanto a esta situación que ésta pasa a ser parte de su vocabulario. Si tratamos de ofrecerles soluciones, su reacción inmediata es: “no va a funcionar”. “Ya lo probé y no funcionó”. “No entiendes el problema”, etc.. Dan la impresión que, si dejaran de quejarse, se quedarían sin tema. Una queja es un mensaje que el cerebro nos envía para avisarnos que algo no está funcionando bien. El propósito no es hacer que demos vueltas en círculos y nos quejemos de ello por los próximos veinte años, sino que nos debería impulsar a actuar.

El especialista en materia de relaciones humanas, el Rabino Yaakov Lieder aconseja lo que propone el autor Eckhart Tolle en su libro “The Power of Now” (El poder del Presente) (Marc Allen, Canadá 1999), para tratar problemas, que está basado en cuatro puntos. 1) Arréglalo. Si no te gusta lo que recibiste, arréglalo. 2) Consigue a alguien que lo arregle. Si no lo puedes arreglar tú mismo, habla con alguien que lo pueda arreglar. No tiene sentido dar vueltas en círculo, quejándote a quienes no pueden hacer nada al respecto. 3) Aléjate del problema. Si no lo puedes arreglar tú mismo y no encuentras quien te lo pueda arreglar, trata de ir a un lugar donde el problema no exista. 4) Acéptalo. Si no puedes hacer nada de lo indicado, entonces acéptalo. Aprende a aceptar las cosas como son, en lugar de cómo querrías que fueran. Te sacará un gran peso de los hombros. Al adoptar una de estas cuatro opciones estaremos dando un ejemplo vivo a nuestros pares y familias. La energía que antes era empleada en quejas y chismes puede ser ahora dirigida a propósitos más útiles. Y, con toda seguridad, estarás dejando mucho espacio emocional libre para los sentimientos de amor y paz. Pruébalo, vas a ver que funciona.

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