Policiales

Una luz de esperanza

Quedó ciego en un intento de robo, puede recuperar la vista mediante tratamiento

Hace más de dos años, Juan se resistió a entregar la moto que le había regalado su papá dos meses antes. Un tiro le quitó la visión primero y las ganas de vivir después. Hasta que este año se enteró que puede recuperar la vista si hace un tratamiento en China. Necesita 50 mil dólares y pide ayuda


Foto Alejandro Guerrero

Ver otra vez el rostro de su madre. Volver a jugar a la pelota. Ir al cine. Tener hijos y conocerles la cara. Recuperar la alegría. La lista de Juan parece un puñado de sueños modestos. Pero para él son inalcanzables, tanto que le sacaron las ganas de vivir. Hasta el mes pasado que una noticia iluminó la oscuridad y supo que los va cumplir, uno por uno, cuando recupere la visión. Cuando llegue septiembre y viaje a China. Cuando le inyecten cédulas madre que le regeneren la retina. Cuando consiga los 50 mil dólares para costear el tratamiento.

A Juan le arrebataron la vista en un intento de robo, en agosto de 2016, a dos cuadras de su casa de barrio Fisherton cuando tenía 20 años. Iba a la casa de su novia en una moto nueva que dos meses antes le había regalado su papá. A los pibes no los vio porque uno tenía casco y otro capucha. Cuando le dijeron que se baje obedeció, pero sacó las llaves y las tiró bien lejos para que no se la puedan llevar. Y nadie se la llevó. La moto quedó tirada en el medio de la calle igual que él, que cayó de un escopetazo en la cabeza. Nunca perdió el conocimiento. Los médicos le sacaron 18 perdigonadas del rostro provocadas por un arma de fabricación casera. Ese día el parte policial informó que el joven baleado en Tarragona y José Ingenieros estaba fuera de peligro. Pero nadie aclaró que había quedado ciego.

Estallido ocular

“Lo que menos quería era que me roben la moto. Pero estoy arrepentido, porque nunca imaginé que me iban a hacer tanto daño. No me tiraron en la pierna, me tiraron a matar. Y lo más triste es que no se llevaron la moto. Me dejaron tirado y se fueron. Creo que se asustaron”, recordó Juan Carlos Silva a dos años y siete meses de esa tragedia.

“Yo sabía que si me dormía me iba para el otro lado. Pero pensé que el disparo me había impactado en la cabeza, no sabía que me había pegado en los ojos. Cuando los médicos del Heca me dijeron que había perdido la vista se me vino el mundo abajo. Me querían amputar los ojos. Y yo lloraba y lloraba y preguntaba por qué”, continuó el muchacho de 23 años, el menor de cuatro hermanos.

“Después me atendí en el hospital Santa Lucía de Buenos Aires. Ahí me dijeron que tenía un ojo muerto y otro con poca posibilidad de luz. El médico me dijo: «hijo, ya está, lamentablemente no vas a volver a ver nunca más». Le dije que no sea malo, que no me diga eso y salí peor todavía. No sabía qué hacer, tenía 20 años y se me vino el mundo abajo” y recordó: “Pasé muchas cosas. Los primeros días me costaron un montón. Sufrí mucho, mucho. Se me cerraba el pecho y me faltaba el aire. No podía dormir. Me traspiraban las manos. Llegué a tener un intento de suicido”, confesó.

Juan enumera todas las veces que los médicos le explicaron que su ceguera era irreversible, una condena de por vida que a su corta edad se negaba a aceptar. Quizás por eso no juntó fuerzas para ir a una escuela de no videntes y aprender a leer y manejarse en la oscuridad. Vive con su mamá Marta, de 52 años, quien lo acompaña en todo.

“Yo pensaba se terminó todo. Tenía muchos sueños. Siempre tuve el deseo de ser papá y pensé que si tengo hijos no les iba a conocer la cara. Y que no iba a volver a ver a mi mamá nunca más, ni a mi familia. Es muy feo, la abrazaba y me esforzaba por verla y se me caían las lágrimas, es cómo hablar por teléfono, solo la escuchaba. La noticia del tratamiento me devolvió las ganas de vivir. Lo que pasé hasta el día de hoy fue mucho sufrimiento”.

Un sueño, una realidad

“Hace un mes me despertaron mi hermana y mi mamá llorando. Yo no entendía nada. A las diez de la mañana me levantaron las dos a los gritos y me decían que me habían aceptado en China para hacer un tratamiento que me va a devolver la vista. Yo no entendía nada y empecé a llorar, se me caían las lágrimas solas”, cuenta Juan mientras muestra por primera vez una sonrisa.

El muchacho enumera todas las veces que el oculista que lo atiende envió su ecografía a distintos países, como Inglaterra y Alemania, y lo rechazaban. Le habían comentado de seguir insistiendo en Irán y Suecia, cuando su mamá se enteró por los medios del caso de Aarón, un niño rosarino de 9 años que nació ciego por una “retinopatía del prematuro de grado tres” que pedía ayuda para costear un tratamiento en China que por primera vez le iba a permitir ver.

“Mi mamá vio la noticia y se comunicó con la mamá de Aarón. Así pudo hablar con el consultor médico, que habló con mi oculista y me aceptaron para hacerme un tratamiento que consiste en incorporarme cédulas madre que me regeneren la retina. Los dos tenemos fecha para el 9 de septiembre próximo, no falta nada”, celebra Juan que ahora tiene que conseguir 50 mil dólares para costear los pasajes, el tratamiento y la estadía de dos semanas en el gigante oriental.

“El año pasado tuve un sueño. Dios me decía que no esté mal. Me acuerdo que me desperté llorando con esas palabras: «no temas ni desmayes, mira hacia adelante que vas a volver a ver». Me aferré a esas palabras y voy a volver a ver”.

Cómo ayudar

Juan y su familia saben que tienen poco tiempo para juntar una cifra de dinero inalcanzable para su economía. Viven en una humilde vivienda de Pasaje 1440 al 900 bis, donde Marta vende artículos de limpieza para solventar los gastos diarios de su hijo. Con el fin de alcanzar los 50 mil dólares comenzaron a organizar sorteos y el próximo mes realizarán un baile a beneficio en el club Rosario Sur, de Centeno y Grandoli, donde habrá un almuerzo, rifas y distintos espectáculos folclóricos.

También crearon el perfil de Facebook “Ayudanos a iluminar la vida de Juan Silva” donde publicaron el número de cuenta bancaria en el banco de la Nación Argentina para quienes quieran hacer una donación.

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