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“Qué bueno sería no tener que contar estas historias”

Por Santiago Baraldi. La periodista Sonia Tessa fue distinguida en el Concejo por su mirada en las temáticas de género y derechos humanos. El martes próximo también recibirá el premio Juana Manso.


tessa-dentro“Está instalado que si cuestionás la cosificación de la mujer sos una resentida; por suerte, en los medios de Rosario hay una agenda de género instalada. Cuando ocurren hechos de violencia hacia la mujer trato en mis notas de brindar estadísticas, de dar recursos para las mujeres que los estén sufriendo”, explica Sonia Tessa, secretaria de redacción del diario Rosario 12, quien el pasado viernes fue homenajeada como periodista distinguida de la ciudad por el Concejo.

Tessa recibió a El Ciudadano en su casa, y si bien no le gusta decir que hace periodismo de género, aclara: “A las feministas nos cuesta acercarnos más al sentido común en vez de ponernos en un lugar de combate, ponernos en un lugar de consenso. Hay un cliché que dice que las feministas somos todas amargadas y, sin embargo, si podemos votar, si podemos vivir de nuestro trabajo, tener una casa, podemos darle el apellido a un hijo, todo eso se lo debemos a una feminista. Han sido esas luchas las que nos llevaron a las mujeres a estar mejor que hace un siglo”.

Las Cazadoras

Una foto de Marguerite Yourcenar predomina en la habitación, y el autorretrato de Frida Kahlo se muestra en la funda de la notebook; los premios Juana Manso que recibió hace un par de años por el Día de la Mujer y otro, Regino Maders, por su honestidad militante, más los libros escritos por mujeres de la historia predominan en la atmósfera donde Tessa escribe sus trabajos para el suplemento Las 12, de Página 12. La periodista se remonta a los tiempos donde comenzó a ocuparse de temas que los medios no visibilizaban. Fue en 1999, cuando el diario El Ciudadano ya estaba instalado en la ciudad y le propuso al entonces jefe de redacción, Raúl Rey, hacer un suplemento escrito por mujeres: “Le sugerí llamarlo Las Ciudadanas y finalmente se llamó Las Cazadoras, fue una experiencia muy buena donde escribieron colegas como Cecilia Vallina, Carolina Monje, Fernanda Blasco, Silvina Tamous, Mariela Mulhall, Daniela Colonnello y Alicia Salinas. No me consideraba feminista, la idea era tener un lugar propio. Las redacciones siempre fueron muy masculinas; no era común, hasta no hace muchos años, ver mujeres en la redacción. Recuerdo una nota de Mariela Mulhall, que fue un poco la primera que puso las cifras del aborto en Rosario; o de Carolina Monje y Cecilia Vallina, que les hicieron reportajes a las hijas del Che Guevara y Rodolfo Walsh y en tapa pusimos «En nombre del padre»; en la contratapa había una columna que se llamaba Esa Mujer y la escribían varones sobre mujeres. Ésa fue la primera vez que sentí que podía abordar un tema no explotado en los medios”.

Sin embargo, la periodista reconoce en sus maestros a “casi todos varones”; así, en su primera etapa en el Rosario 12 dice que aprendió y se formó con “maestros como Guillermo Lanfranco, Pedro Cantini y Carlos Del Frade; en mis años como productora de la mañana en Radio 2, Luis Novaresio y Nacho Suriani también lo fueron, como en El Ciudadano lo fue Damián Schwarzstein; de todos aprendí el oficio y sobre todo el ponerse en el lugar del que sufre”.

Tessa trabajó también en el diario La Capital en 1997. “Una de las primeras notas que escribí en el decano era sobre las mujeres que llegaban a los hospitales públicos en situación de abortos provocados o clandestinos, un tema que en aquel momento, el del aborto, no era tan abordado en un diario como La Capital. Para mí, que venía de la escuela del Rosario 12, era una nota más, pero fue muy comentada incluso por mis propios compañeros como una nota valiente”, recuerda.

Temas de género en agenda

Cuando se sumó a El Ciudadano Tessa tenía en claro que los temas de género seguirían en su agenda y en 2003, durante un encuentro de mujeres que se realizó en Rosario, conoció a la periodista Marta Dillon, editora del suplemento Las 12.

“Recuerdo que lo primero que escribí fue algo que habíamos tratado en El Ciudadano: el entonces ministro de Educación de la provincia, Fernando Bondesío, obligaba a los médicos a denunciar a las chicas que abortaban. Siempre me interesé por los sectores más vulnerables, contar otra realidad, la que menos prensa tiene. En 2007 una joven santafesina, Ana María Acevedo, padecía un cáncer y estaba embarazada, ella quería un aborto terapéutico para poder hacer el tratamiento de quimio y nadie quería hacerlo, le provocaron el parto cuando la chica se estaba muriendo, su beba murió, ella murió, una situación dramática. Escribí muchas notas sobre ese caso y esos médicos hoy están procesados. No por mis notas, sino por el trabajo de las abogadas, pero era una manera que el tema estuviera en agenda”, cuenta.

Tessa también conoció a Sandra Cabrera, varias veces la había entrevistado y quedó muy impactada con su asesinato y que ese hecho se convirtiera en una bisagra y que los medios no dejaran que se diluyera. “Me movilizó porque era la primera vez que una persona que conocía era víctima de un crimen, también fue un tema que seguí con atención. Cuando se cumplieron dos años de las inundaciones en Santa Fe, fui a visitar a una tía que había perdido todo. Me contó la historia y la escribí para Las 12. Al poco tiempo me llama un director de teatro de Buenos Aires para decirme que quería llevar la nota al teatro, que la crónica era una pieza teatral. Era una historia muy dramática, la pelea para que el Estado reconociera las pérdidas, la muerte de su esposo de tristeza. Uno nunca sabe a quién puede llegar con una historia, y si sirven para movilizar uno cree que el trabajo está realizado. Siempre sigo el tema de los derechos de las mujeres y aunque parece que se ha avanzado mucho, siempre hay algún derecho vulnerado”, asevera.

Un día antes del acto, la editora no había pensado de qué manera improvisaría un discurso de agradecimiento en el Concejo: “Agradezco mucho la distinción, pero me incomoda un poco: este mismo reconocimiento lo recibieron, por ejemplo, personas como Rubén Naranjo o Delia Rodríguez Araya, que han luchado contra la dictadura, que han trabajado en contextos muy hostiles. Yo sólo soy una periodista que siempre escribió de lo que me pareció importante contar. Pienso en Marcela Lapenna, que trabaja con chicos en situación de calle hace años, y yo sólo hago un trabajo que es difundir ese tipo de tarea. Ojalá no haya tenido que contar nunca la muerte de Sandra Cabrera o de Ana María Acevedo, me hubiera encantado no tener que contar nunca esas historias, pero a Sandra la mataron, a Ana María la dejaron morir. O el caso de Carina, una chica que murió en el Hospital Provincial, que había llegado con un aborto incompleto, con infecciones y el día anterior había ido al Centenario y le habían dicho que se tomara un ibuprofeno: al día siguiente murió. Qué bueno sería no tener que contar estas historias.”

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