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En conflicto

Prunelle: planean una cooperativa para seguir

Los 20 empleados de la firma cumplen con la rutina laboral diaria para vender el stock disponible.


Los trabajadores de la firma Prunelle –ubicada en la localidad vecina de Soldini– continúan esperando que la Justicia dicte la quiebra de la empresa para poder constituirse como cooperativa. La fábrica de cosméticos fue abandonada por sus dueños en septiembre de este año. Sus trabajadores, sin embargo, asisten todavía religiosamente a la planta y en turnos de 8 horas mantienen viva su fuente de trabajo. Mientras venden el stock de productos, los empleados esperan que la Justicia falle antes de la próxima feria y puedan comenzar los pasos legales para ser cooperativa.

Prunelle funciona de hecho como una cooperativa desde septiembre de este año, a pesar de que aún no se ha conseguido la quiebra. Los trabajadores comenzaron su reclamo con un piquete y semanas más tarde ingresaron a la fábrica a vender el stock de productos de belleza que todavía hay en existencia. Entre la guardia y la jornada laboral, los trabajadores necesitan resolver con urgencia la situación para retomar la producción y volver a generar ingresos. Si la Justicia no se pronuncia ahora, Prunelle y la precaria situación económica de sus empleados tendrán que esperar hasta febrero.

“Esperamos con esperanzas de que dicten la quiebra, porque confiamos en que la cooperativa salga y funcione”, destacó Ramón Arias, representante del grupo de veinte trabajadores. La fábrica funciona ahora sin servicios, apenas tiene una bajada de luz para casa de familia, que se utiliza para los baños y el espacio destinado a la guardia de la noche. Unas 17 personas se reparten tres turnos de ocho horas –de 8 a 14, de 14 a 20 y de 20 a 8– y asisten todos los días a trabajar en lo que esté a su alcance. “No tomamos la fábrica. Venimos todos los días a trabajar, cuidar y mantener nuestra fuente de trabajo”, señaló Arias.

El conflicto comenzó en octubre de 2011, cuando los antiguos dueños de Prunelle vendieron más de la mitad del paquete accionario de la firma. “La mayoría quedó en manos del señor Vilhelms Dangaus, que vive en Buenos Aires, quien se encargó de vaciar la fábrica. Estafó a todo el mundo, no nos pagó los sueldos y desapareció”, relatan los empleados, que en mayo dejaron de percibir salario. Dangaus autorizó a los trabajadores a vender el stock acumulado y juntar unos pesos con eso, pero nada más.

Mientras tanto, la promesa de nuevos inversores había llegado hace unos treinta días a través de los antiguos dueños y socios minoritarios, a quienes los empleados identifican como Jaime Cortinas, Daniela Fuentes y Julio Sánchez.

Los trabajadores esperaron ese aporte pero la situación no cambió; por el contrario, y por el simple paso del tiempo, fue empeorando. Veinte días más tarde, decidieron organizarse como cooperativa y seguir trabajando como se pudiera. Sin embargo, el lunes 15 la situación llegó a su peor extremo: cuando llegaron al laboratorio, las puertas estaban cerradas con candado. Los empleados cuentan con llave de los galpones, pero una linga y un candado en la reja de entrada significaron que el paso estaba cerrado para ellos. Una guardia permanente y la lucha por la continuidad de los puestos de trabajo empezaron ese día.

La linga amaneció un día de octubre sin candado y los trabajadores hicieron lo de cada día: ir a trabajar, esta vez sin que la reja se lo impidiera. Los 20 empleados –“todavía no abandonó ninguno”, aclara con orgullo Ramón Arias, presidente de la cooperativa en formación– aguantan una guardia de 24 horas en turnos de ocho.

“La gente de Prunelle está muy convencida del paraguas jurídico que se abre con la cooperativa. Independientemente de eso, no ven mal que aparezca un empresario que se haga cargo. Pero ellos quieren preservar su fuente de trabajo y la cooperativa es por ahora la única alternativa”, explicó hace dos meses Carlos Yacopetti, abogado especialista en este campo, que está asesorándolos.

La cooperativa ya está creada de hecho. Hay un acta de conformación firmada, la comisión directiva fue votada e incluso ya se realizó el curso de economía social que exige el gobierno provincial. Para los trabajadores de Prunelle, la situación es esperanzadora: tienen el apoyo de la comuna y todos los compañeros que aguantan día a día, además de aquellos que ya pasaron por la misma instancia y se acercan a expresar su apoyo.

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