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Educación

Profesorados con orientación especial para ampliar derechos

El Instituto de Formación Docente N° 16 Bernardo Houssay muestra cómo la educación requiere de una atención personalizada.


La Organización Mundial de la Salud sostiene que “la discapacidad es un término general que abarca las deficiencias, las limitaciones de la actividad y las restricciones de la participación. Las deficiencias son problemas que afectan a una estructura o función corporal; las limitaciones de la actividad son dificultades para ejecutar acciones o tareas, y las restricciones de la participación son problemas para participar en situaciones vitales”.

Estas características dan cuenta de la complejidad del concepto, donde intervienen definiciones vinculadas con las personas como organismo humano y de la sociedad en la que vive.

En ese marco, la educación forma parte del universo a satisfacer, principalmente por el Estado, en un contexto donde las posibilidades de integración requieren de una atención personalizada.

La profesora Mariel Massari sostiene que “la escuela es un espacio clave para garantizar el ejercicio de los derechos. El derecho a la educación, el derecho a ser respetados en sus múltiples identidades, en sus singularidades, y en sus construcciones colectivas. La escuela es para muchos el único lugar donde encontrar la posibilidad de ejercer algún derecho. La tarea de la escuela es liberadora”.

En nuestra ciudad, el Instituto Superior de Formación Docente N° 16 Bernardo Houssay tiene una tradición en formación de docentes en el ámbito público de casi cuarenta años. Entre sus carreras, de cursado vespertino, se encuentran los profesorados de Discapacidad Intelectual, Sordos e Hipoacúsicos y profesores especializados en personas Ciegas y Disminuidos Visuales.

La profesora Ana Sardisco, docente y regente del profesorado de Sordos e Hipoacúsicos y de Ciegos y Disminuidos Visuales del instituto N° 16, sostiene que el marco referencial desde el cual trabajan está definido por la ley de Educación Nacional, que adaptó su normativa a los cambios sociales que impulsa la integración de los alumnos con distintas discapacidades.

“La consideración sobre la discapacidad ha variado en los últimos tiempos –sostiene Sardisco– lo que dio lugar a un importante debate científico entre nuestros docentes, para establecer cuál modelo o paradigma prima. Nosotros tratamos de darle una visión que tiene más que ver con un análisis social y comunitario de la discapacidad que con un planteo biologicista”.

El producto de los debates quedó reflejado en la elaboración de diseños curriculares que están listos para ser implementados. “Las profesoras de educación especial, tanto de sordos, ciegos e intelectuales, han participado en los borradores de los nuevos diseños, donde lo que prima es una concepción de inclusión y un modelo que tiene que ver con el anclaje social y no el esquema biológico que predominó durante mucho tiempo y tuvo su reflejo en la educación especial” sostiene la regente.

La ley de educación Nº 26206 de 2006 sostiene en el capítulo dedicado a la Educación Especial que el Ministerio de Educación Nacional, en acuerdo con el Consejo Federal, “garantizará la integración de los alumnos con discapacidades en todos los niveles y modalidades según las posibilidades de cada persona”. Esta experiencia, que en la mayoría de los casos es enriquecedora, requiere de profesionales altamente especializados que puedan articular la actividad especial en escuelas comunes.

“Nuestros alumnos –dice la profesora Sardisco– están altamente capacitados para trabajar en instituciones educativas públicas y privadas con chicos integrados, en las escuelas donde estén cursando. En los últimos años se amplió el campo laboral de los egresados, que alcanzó un amplio desarrollo laboral en las obras sociales, que contratan profesores con orientación especial para realizar el seguimiento de los alumnos. Muchas instituciones privadas también son receptivas de nuestros egresados. Hay una salida laboral integral muy interesante”.

“En el caso del profesorado de Sordos e Hipoacúsicos, la Lengua de Señas Argentina, que se da durante tres años, se transforma en una salida laboral requerida por muchas instituciones privadas, principalmente las vinculadas con la comunicación, que a partir de la ley de Medios exigió a las empresas incorporar un profesional que realice la interpretación simultánea de los contenidos informativos”, agrega.

Si bien la ley garantiza la inclusión de todos l os alumnos con discapacidad en el sistema educativo, muchas experiencias son sumamente complejas debido al grado de inhabilitación de las personas. Las discapacidades son de lo más variadas y no siempre las necesidades de los chicos son visualizadas, lo que puede llevar a que la integración no se realice de manera adecuada.

“Uno de los casos más complejos de resolver, incluso para los profesores especiales, es la discapacidad múltiple, es decir, niños que tienen más de una problemática, por ejemplo, pueden ser sordos y ciegos. Esto es un desafío que tratamos de resolver a través del entrecruzamiento de materias, que puedan dar cobertura a la discapacidad múltiple. Si bien esta problemática siempre existió, hoy tratamos de darle una respuesta desde la educación especial”, señala la profesora.

“Nosotros –continúa– hacemos hincapié en la necesidad de que todos los diseños de los profesorados contemplen que la educación especial debe atravesar todas las materias, porque los docentes comunes, en algún momento de su clase, van a tener un niño sordo, ciego o con alguna discapacidad intelectual. Esto lo obliga, independientemente del maestro integrador que tenga la clase, a preparar dispositivos especiales con adaptaciones curriculares”.

“Además, el docente de nivel inicial y primario es el que generalmente detecta problemáticas que tomadas a tiempo pueden mejorar la calidad de vida de ese niño”, sostiene Sardisco.

En los últimos años las escuelas de todo país se han formado sobre la base del concepto de Escuela Abierta, donde uno de los ejes es la relación con su contexto. Las instituciones, principalmente las terciarias, tienen mucho que sumar a su comunidad, pero es necesario que se generen mayores recursos para que puedan abrir espacios de investigación y extensión que aporten ideas para mejorar el contexto.

—Desde la institución ¿se realizan investigaciones que contribuyan a instalar el debate sobre la discapacidad?

—Si bien no hemos realizado investigaciones, hay áreas de los profesorados que han recorrido lugares recreativos para niños, como el Tríptico de la Infancia, para determinar si eran accesibles para chicos con discapacidad; el informe da cuenta que hay zonas que son accesibles y otras que no.

—Los profesorados con orientación especial ¿trabajan con otras organizaciones de la sociedad?

—Tenemos vínculo con las áreas de discapacidad de la Municipalidad y la provincia, porque muchos de nuestros docentes están relacionados con ellos, pero no hemos generado, salvo de manera privada, una propuesta que pueda modificar alguna realidad vinculada con la accesibilidad. La relación con el medio es más compleja, salvo con otras instituciones educativas donde es muy fluida. También lo es con algunas asociaciones como la de sordos. Es un problema no tener áreas institucionales vinculadas con la investigación y la extensión porque eso nos permitiría involucrarnos e influir sobre la comunidad. En estas carreras sería fundamental esa apertura porque los niños con discapacidades interactúan todo el tiempo con su contexto.

La profesora Mariel Massari sostiene: “Los docentes sabemos que somos parte del proceso de construcción de la subjetividad, de la identidad, de la vida de los otros y de la nuestra. Uno es con el otro. Los derechos se deben ejercen individualmente y colectivamente. No hay ejercicio pleno, si hay otro que no lo puede hacer”.

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