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Economía

Productores por el piso y precios finales por las nubes

Según medición de Came, los productos agropecuarios cuestan en la góndola del súper 7,5 veces más que en origen. En Europa la relación entre ambas puntas de la cadena está en el orden de 4 a 4,5 veces, dijeron desde la entidad.


La diferencia entre lo que cobra el productor en origen y el precio de la mercadería en góndola siempre fue objeto de debate entre los economistas, aunque nunca se había plasmado en una medición, tal como propuso Came (Confederación Argentina de la Mediana Empresa) desde agosto pasado. Raúl Robin, presidente de Economías Regionales de la entidad, dialogó con El Ciudadano en relación con el nuevo Índice de Precios en Origen y Destino (Ipod) que en septiembre último midió que los productos agropecuarios cuestan en la góndola del supermercado 7,5 veces más que lo que reciben los productores en el campo.

—¿Cómo surge la idea de confeccionar este índice?

—En realidad el objetivo es poner en visibilidad de la sociedad, sobre todo en las grandes urbes, la situación que vive un pequeño productor que trabaja su tierra en forma directa, que da trabajo, que está ocupando un territorio en cada uno de los pueblos, y que a la hora de la verdad es que el que no tiene garantizada rentabilidad por su trabajo. Y también poner en visibilidad de la sociedad la otra punta de la cadena, que es el consumidor, la familia de esas sociedades que pagan un precio desproporcionado con respecto a lo que deberían costar los insumos básicos de la alimentación.

—Entre las dos puntas ¿qué hay?

—En el medio, entre el pequeño productor y el consumidor de las grandes ciudades, hay un sistema bastante duro de comercialización donde todos ganan dinero. Gana dinero el comerciante que le compra directamente el productor pero también gana el distribuidor, también gana la intermediación en general y luego los grandes supermercados que comercializan a la población. Todos ellos producen una rentabilidad que sumada, entre lo que recibe el productor y lo que paga el consumidor, estamos hablando de un promedio de siete veces y media. Es decir, lo que sale un peso en la finca se vende a 7 pesos con cincuenta en promedio, pero hay algunos productos, como por ejemplo la acelga, que cuesta por kilo en origen 2 pesos al productor y que luego es comercializada en destino a 41 pesos, más de 20 veces el precio con el que sale de la finca o de la chacra.

—¿Cuáles son los factores que provocan este aumento?

—Acá no sólo actúa el comerciante como intermediario, sino que hay otras cuestiones que van sumando, como por ejemplo el transporte, que ha crecido desproporcionadamente en relación con los valores de los productos. Hoy transportar una carga de los centros de producción a más de 500 kilómetros se hace absolutamente imposible, porque el valor del transporte ocupa más de la mitad del precio que cobra el productor. El otro tema también muy grave es la presión fiscal, porque hay una especie de disputa entre las comunas, los municipios, la provincia y la Nación para ver quién recauda más y de mejor manera.

—En el resto del mundo, ¿hay mediciones de este tipo?

—En la Comunidad Económica Europea hay un índice semejante. También en Estados Unidos. Pero en Europa el valor promedio que se multiplica, incluidos todos los gastos, impuestos, transporte, rentabilidad de la intermediación, está en un promedio de 4 a 4,5, mientras que en la Argentina estamos en 7,5.

—¿Dónde está el nudo más grueso del aumento?

—Todo suma, pero uno de los problemas más graves es el tema fiscal. Si usted se fija, estamos hablando de tres o cuatro manos hasta llegar al consumidor, y cada mano emite un cheque para comprar, y el impuesto al cheque se multiplica por cuatro. No en el mismo valor de origen, sino en cada uno de los cambios, por lo que va subiendo los precios. El impuesto al cheque es impuesto sobre impuesto. Cada provincia cobra el impuesto a los Ingresos Brutos. Todo se multiplica. Salvo que esté en un sistema multilateral, algo que no tiene fácil acceso para un productor. Entonces, la solución es una política del Estado orientada a poner razonabilidad en toda esta cadena, porque el comerciante, obviamente, si tiene que pagar el IVA sobre IVA, el impuesto al cheque sobre impuesto al cheque, obviamente que lo termina trasladando al precio final.

—¿Mide también Came en qué casos estos aumentos en góndola tienen que ver con situaciones de menor oferta en el mercado?

—Esas son avivadas. El mercado de frescos en la Argentina es un mercado puramente de oferta y demanda. Cuando no hay productos ese producto sube. Y entonces los productores inmediatamente siembran y al poco tiempo el precio ya está nuevamente en escala. Lo que ocurre es que en un mercado totalmente transparente como es el mercado inicial, como es el mercado de concentración, allí se producen esos altibajos como consecuencia de múltiples situaciones: los productores pueden perder cosechas por inundación, sequía, granizo. Hay en el país gran cantidad de producciones que se pierden porque la tarea de cosechar es más cara que el precio de venta. Hay muchísimas razones por las cuales los precios suben y bajan pero generalmente mantienen un nivel que se da estacional de mayor o menor precio. Todo esto tiene que ver con el funcionamiento del mercado, y cuando hablo de la intervención del Estado no estoy hablando de la intervención de la libertad de mercado, porque eso es natural. La gran dificultad está dada cuando sale la mercadería de esos mercados concentradores y va a las verdulerías o a las grandes superficies comerciales, con alguna intervención de alguien que también hace su buen negocio. Es allí donde el Estado debe actuar para poner márgenes que sean razonables.

Una brecha de hasta 20,86

En septiembre, según el índice que elabora el Departamento de Economías Regionales de Came para una canasta de 20 alimentos agropecuarios, “los productos más afectados por las distorsiones de precios en la cadena fueron la acelga, que alcanzó una brecha de 20,86 veces, seguida por la manzana roja (15,44 veces), el arroz (14,41 veces), limón (12,57 veces), pera (12,12 veces) y naranja (10,72 veces). Efectivamente, de los 20 alimentos agropecuarios que integran la canasta del Ipod, en 16 la brecha aumentó en septiembre, en 3 se redujo, y en uno no corresponde la comparación porque se modificó el producto. El Índice de Precios en Origen y Destino (Ipod) comenzó a realizarse en agosto de 2015. Para obtener los precios de destino relevaron la ciudad de Buenos Aires y las provincias de Buenos Aires, Corrientes, Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe, Mendoza, Salta, San Juan y Santa Cruz. Para obtener los precios de origen, consultaron telefónicamente a 10 productores de cada alimento localizados en las principales zonas productoras de cada uno de esos productos.

Cadena agroindustriales

Raúl Robin explicó que el próximo desafío de Came es el “estudio sistemático de cadenas agroindustriales”. El primero de 20 estudios planificados se presentará el próximo martes, sobre la producción de cítricos. “Al cabo de un año esperan tener 20 complejos agroindustriales estudiados en su totalidad para poder tener una imagen más real de lo que pasa con la producción primaria, porque lo que hacemos en Came es defender a los pequeños y medianos productores. Nosotros representamos a las economías regionales del país, más de 400 entidades”, finalizó el dirigente empresario.

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